Estos reaseguros de control pueden fallar y nos obligan a repasar una y otra vez la veracidad de las fuentes, la precisión de los reportes (escritos contra el horario de cierre del diario) y la propia ponderación editorial.
Cuando los errores acontecen, hay que corregirlos. Clarín cometió hace dos días una falta doble. En primer lugar, le atribuyó al embajador de Israel, Rafael Eldad, una frase que nunca pronunció. En segundo lugar, la frase encomillada que dijimos pertenecía al diplomático tampoco fue dicha, tal como fue impresa en el diario, por ninguno de los oradores del acto realizado el lunes por la comunidad judía en el Luna Park para celebrar el 59º aniversario del Estado de Israel.
En este espacio, en el que diariamente el editor general expresa su punto de vista, queremos ratificar que ni el embajador Eldad ni otro dirigente expresaron ningún repudio a la dirigencia argentina.
La calidad periodística se evalúa por diversos parámetros. Uno de los principales es la precisión de la información publicada. Otra es la capacidad de autocorrección que un medio tiene para exhibir sus errores, y enmendarlos.
Los periodistas estamos sometidos diariamente al escrutinio público. Los lectores tienen un papel central: aplauden, critican, señalan y rechazan errores. Nadie en esta profesión está ajeno a los equívocos, como el que comentamos en estas columnas, y por el que pedimos disculpas.
El Reloj