Existe cierta preocupación en el clero por estos días. Tres de los cuatro legisladores porteños que más cerca aparecen de las ideas centrales de la Iglesia -principalmente, el rechazo al aborto- dejarán su banca a fines de año. Se irán Jorge Enríquez, Gabriela Michetti y Santiago de Estrada, todos del bloque macrista. De los diputados con más llegada al Arzobispado de Buenos Aires quedará, entonces, sólo Enrique Olivera, de la Coalición Cívica. Y la posibilidad de que figuras como Ginés González García o Aníbal Ibarra (kirchneristas y abiertos a debatir el aborto ambos) accedan a una Legislatura con menos impronta religiosa no deja de generar algún grado de intranquilidad, según reconocieron a LA NACION en la arquidiócesis que conduce el cardenal Jorge Bergoglio. ¿Apoyará la Iglesia a la coalición de Carrió, Telerman y Olivera, entonces? No habrá que esperar definiciones políticas públicas de parte de Bergoglio, advierten en la Iglesia Católica. Pero tal vez sí haya gestos o mensajes. No parece casual que el arzobispo porteño haya recordado ayer la tragedia de Cromagnon, estigma en la carrera política de Ibarra, con quien nunca mantuvo un buen diálogo. El cardenal primado de la Argentina apoya el Diálogo Interreligioso junto con dirigentes de las comunidades judía e islámica. El rabino Sergio Bergman, activo integrante de la Coalición Cívica, es uno de los representantes más notorios del Diálogo. Y Omar Abud, de la Asociación Arabe Argentina Islámica, estuvo a punto de integrar la lista de candidatos de Telerman. Desistió sólo porque le ofrecieron el noveno lugar en la nómina, pero lo hizo luego de que representantes de la Iglesia y de la comunidad judía impulsaran su designación. Bergoglio habla cada tanto con Telerman, con Carrió y con Olivera, contaron a LA NACION dirigentes de la Coalición Cívica, del gobierno porteño y de la arquidiócesis de Buenos Aires. Charla con muchos más dirigentes. El tema es que, en este caso, la fluidez de la relación fue interpretada por algunos casi como una mediación durante las negociaciones políticas de Carrió y Telerman. «Les hizo ver a todos los directamente implicados que la unidad era importante, que el país necesitaba una oposición que defendiera ciertos principios como el republicanismo, la institucionalidad y el derecho a la vida», confió un dirigente político de la Coalición y ratificaron en el clero. Cerca de Telerman dieron un dato más: cuando parecía que algunas diferencias entre Carrió y el jefe de gobierno serían insuperables, Bergoglio envió un emisario de su máxima confianza para destrabar el acuerdo. Consultadas dos fuentes de la Iglesia, la respuesta fue similar: «Es importante la unidad de los argentinos». La relación con el macrismo es un poco más extraña. La lista de Compromiso para el Cambio, de hecho, será la única que llevará un candidato a legislador apoyado por la Iglesia ubicado en un lugar «expectable»: será Victoria Morales, de la vicaría de educación del Arzobispado porteño. Irá en el noveno lugar. Aun así, el clero esperaba algo más: un dirigente más curtido en lides políticas, por ejemplo. O una mayor convicción religiosa de parte de Macri. Con Filmus, el Episcopado tuvo sus diferencias en medio de la discusión por la ley de educación. «Cuando Filmus habló con nosotros, nos dijo que estaba de acuerdo con lo que postulábamos, pero después no defendió esas ideas ante sus superiores», se quejaron. La relación personal no es mala, aclararon. Más frío resulta, en cambio, el diálogo con Ibarra o con González García. Bergoglio no hablará de esto en público. Habrá que interpretar sus mensajes. Por José Ignacio Lladós De la Redacción de LA NACION
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