El caso despertó indignación en toda Alemania, sobre todo cuando se supo que estaban presentes tanto el alcalde de Pretzien como la Policía, y que nadie hizo nada por evitar la quema del libro, y también de una bandera estadounidense.
Los imputados, de 25 a 29 años, están acusados de incitación al odio racial y afrenta a la dignidad de los muertos, de haber planeado la quema del libro al estilo de las hogueras de la era nazi, de apología del nazismo y negación del Holocausto.
En el primer día del juicio, el acusado principal, Lars K., reconoció haber quemado el libro, pero negó haber querido con este acto minimizar o negar la persecución a los judíos. El y otro de los procesados negaron haber planeado conjuntamente la acción. Los otros cinco no efectuaron declaraciones ayer.
La fiesta del solsticio, el 24 de junio pasado, había sido convocada por una organización local —ya disuelta—, surgida del entorno de ultraderecha de esta localidad situada en la ex República Democrática Alemana (RDA). El incremento de clubes neonazis en ciudades pequeñas y económicamente desfavorecidas de la antigua RDA ha causado preocupación a nivel nacional.
Según el abogado de Lars K., Thomas Jauch, el joven «siente muchísimo haber sido malinterpretado». Argumentó que, con la quema del libro, su defendido pretendía «liberarse simbólicamente del terrible capítulo de la historia alemana» del exterminio del pueblo judío. Pero Jauch es un abogado conocido en el país por haber defendido en reiteradas ocasiones a miembros de la extrema derecha, e incluso haber impartido cursos en el partido neonazi alemán NPD.
El juez Eicke Bruns dejó entender que le cuesta mucho interpretar la quema del libro como un acto de liberación. Preguntó al acusado si nunca antes había oído hablar de la quema de libros de los nazis el 10 de mayo de 1933 en la Plaza de la Opera de Berlín. «No, quizás alguna vez en clase de historia», replicó el joven.
En caso de ser hallados culpables, los acusados podrían ser condenados a penas de hasta cinco años de cárcel, ya que la negación del Holocausto es un delito penado en Alemania.