El pasado judío de España, su tradición literaria y las huellas de esta presencia tras su expulsión de la Península Ibérica llegan desde hace diez años a la feria de las letras de Jerusalén de la mano de un editor y librero español.
‘Culturalmente hablando, el legado judío en España es impresionante, aunque no siempre seamos conscientes de su importancia’, aseguró hoy a Efe José Vicente Zalaya en su expositor de la Feria del Libro de Jerusalén.
Sus tres librerías -en Gerona, Segovia y Zaragoza-, a las que en breve se unirá la tienda virtual de la página de Internet de la Red de Juderías de España, le sirven ‘para vivir, no para hacer negocio’, pero son su ‘gran satisfacción’, según sus palabras.
En su expositor en esta Feria bianual, que reúne a unas 800 editoriales de 40 países desde el pasado domingo hasta su clausura mañana viernes, los textos de la época de la Inquisición se mezclan con guías turísticas de juderías y recetarios de cocina en ladino.
‘Por aquí pasan más vendedores de libros que compradores. Hay muchos israelíes cuya gran ilusión es publicar en Sefarad’, señala.
Zalaya siente además un especial interés por los posos de la presencia judía en España, transmitida a lo largo de siglos por los ‘marranos’ (judíos conversos al cristianismo para escapar de la expulsión) o simplemente en tradiciones que permanecieron en los hogares sin que nadie se preguntara por su origen.
‘En algunas casas se criaban conejos que luego se regalaban o se colgaba un jamón que nadie probaba (dos animales cuyo consumo prohíbe el judaísmo) para disimular frente a las autoridades’, afirma.
Esta huella también puede verse en los dinteles de las puertas de casas de algunos pueblos de España que conservan el hueco para introducir la mezuzá (artículo religioso con una bendición), así como en algunos topónimos.
‘En Gerona hay dos pueblos que se llaman Torá (Pentateuco) y un río de nombre Sión’, explica este editor, que también suele participar en las ferias literarias de México y Fráncfort (Alemania).
A sus tiendas en España van incluso ‘personas con pasado judío para saber si conocemos sus apellidos’, añade Zalaya, que se declara católico y cuyo interés por el mundo judío se circunscribe a lo cultural y no a lo religioso.
‘Socialmente, el pueblo judío es el único que ha tenido como característica continuada haber enseñado a leer y escribir a sus hijos, aunque fuese la Torá’, subraya admirado.
La dedicación de Zalaya al legado sefardí le ha valido algunos ataques por parte de grupos radicales.
‘La extrema derecha pintó de negro el escaparate de la librería de Zaragoza cuando expusimos unos libros sobre la Shoah (Holocausto) y ahora la extrema izquierda nos ha dejado una pintada: ‘judíos asesinos, Palestina vencerá», lamenta.