Durante la última semana, Israel ha debido enfrentarse a uno de los desafíos más duros, que le ha tocado vivir, en esta cruenta e interminable guerra contra el terrorismo palestino.
El domingo 25 de julio, terroristas de Hamas secuestraron al soldado israelí Guilad Shalit y, desde entonces, hasta el momento en el que me encuentro escribiendo estas líneas, sigue cautivo. Hasta ahora, sus captores solo han condicionado y presentado ultimátums con el fin de presionar al gobierno de Israel y amenazar la seguridad de sus ciudadanos.
Las organizaciones terroristas saben que, para Israel, la vida y seguridad de sus ciudadanos es prioritaria y se abusan de eso. Con ese objetivo, colocan de un lado de la balanza la vida del soldado secuestrado para conseguir sus objetivos políticos.
En esta guerra terrorista cada rendición es una invitación al próximo ataque, a otro atentado. Por lo tanto, la vida de los ciudadanos israelíes y sus soldados nunca será moneda de cambio para el gobierno de Israel.
Si el Estado aceptara las condiciones impuestas por los terroristas, transmitiría un mensaje equivocado. Israel no puede permitir que, grupos terroristas, vean en cada ciudadano israelí un potencial rehén, ni el medio para conseguir sus objetivos.
La responsabilidad sobre la vida de Guilad Shalit es únicamente del gobierno palestino, quien tiene la obligación de controlar las actividades de los terroristas miembros de Hamas.
En tanto, el gobierno sirio también esta muy comprometido en la medida en que auspicia el terror y el liderazgo del grupo terrorista Hamas, encabezado por Haled Mashal. Este último, ordenó el secuestro de Shalit con la clara y única intención de tirar por la borda los esfuerzos de acercamiento de los principales actores políticos de la región. Es muy lamentable que sean los terroristas quienes determinen la agenda del día.
Oramos por la vida de Guilad Shalit y por que pronto pueda volver, sano y salvo, a Israel, junto a su familia.
Cidipal