En aquel momento, Lansky era un estudiante de historia judía del Hampshire College. Entonces, tomó conciencia de los tesoros guardados en las bibliotecas de los judíos a lo largo de Estados Unidos que estaban siendo tirados a la basura.
El joven entendió el riesgo que corrían aquellos libros por no existir una futura generación que lea literatura en yiddish. Incluso Israel había abandonado el antiguo idioma, la nueva generación de judíos de la diáspora lo cambió por el lenguaje local, y los ultra ortodoxos, quienes todavía lo usan, rechazan la literatura en yiddish.
Sin ningún tipo de ayuda, Lansky y sus amigos emprendieron la búsqueda de los libros en extinción. Rescataron ejemplares de Shalom Aleichem, Mendele Mocher Sforim y Y.L. Peretz de los basureros municipales y consiguieron un espacio para guardarlos.
La historia tiene un final feliz: Hampshire College es el hogar de un gran centro que atesora un millón y medio de libros en yiddish y tiene 32 mil miembros.
El centro está activo para todo el mundo e invita a jóvenes a estudiar el lenguaje, la literatura y la cultura del yiddish.
Lansky nación en New Bedford, Massachusetts en 1955, y escuchó yiddish en su casa solo cuando sus padres y abuelos hablaban entre ellos.
«Mis abuelos vinieron de Europa del Esta y hablaban yiddish pero solo cuando no querían que los chicos entendamos lo que decían. No fue hasta la universidad cuando comenzó un cambio. En 1973 tomé un curso de Holocausto (el primero que se dictaba en Estados Unidos). Al final me di cuenta de que me interesaba más saber quiénes eran los judíos de Europa, a través de su cultura».
«Entonces, empecé a estudiar historia judía moderna y pensé que para entenderla realmente debía aprender yiddish, el idioma que los judíos habían hablado por miles de años».
Según Lansky el yiddish hace «más completa la identidad judía». Por eso, el Centro está invirtiendo sus esfuerzos en recolectar libros de otras partes del mundo, principalmente de Sudamérica. También comenzaron a traducir importantes obras al ingles, a reimprimir algunos ejemplares deteriorados y a digitalizarlos (con la asistencia de Steven Spielberg). El próximo paso será subir los libros a Internet.
Haaretz
Traducción: Leila Mesyngier
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