Itongadol/Agencia AJN.- Ana Gelman es venezolana, es estudiante, es joven, tiene sólo 19 años, y no sabía que hubo un poeta argentino con su mismo apellido, que salvando las distancias políticas y humanitarias, pasó por una misma “experiencia”, la del exilio. Uno por obligación y ella también… Pero quizás, en el fondo, Ana como Juan Gelman tuvieron algo común, el deseo inquebrantable de volver a su tierra. “Si tengo la oportunidad de volver lo haré, en Venezuela está mi comunidad y Venezuela vale la pena”, asegura con una voz suave y tranquila, pero al mismo tiempo férrea, desde la universidad de Miami, en Estados Unidos.
Como muchos jóvenes venezolanos, en el caso de Ana 50 de los 60 chicos que terminaron el secundario con ella, debieron mudarse a Miami, la ciudad elegida habitualmente por los latinos, los famosos por lujo y confort y otros como refugio y por un futuro mejor.
“Estudio en Miami porque en Venezuela es muy complicado por la situación política que estamos atravesando, la delincuencia, los apagones, las universidades que están sin recurso y para tener una oportunidad”, sintetiza esta joven estudiante de Política ante la consulta de la Agencia de Noticias AJN.
El rabino de Jabad Lubavitch en Miami, Yossi Smierc, a cargo del centro para jóvenes Kspace, la describe como “una chica que siempre es muy alegre y está dispuesta conocer personas de distintas partes del mundo. Es amiga de latinos, estadounidenses e israelíes”.
Ana llegó a Miami hace un poco más de 8 meses, cuando aún tenía 18 años, empezó la universidad en Estado Unidos, y según el rabino Smierc, “está sola en Miami, no tiene familia, y se relaciona habitualmente con algún que otro amigo que vino de Venezuela”.
“Ella se hizo parte de la institución, activó muchísimo en los programas de Torá, de judaísmo y en actividades sociales”, confía el líder religioso.
A diferencia de la fantasía que puede despertar Miami, Ana aclara: “En ningún momento me quise ir de Venezuela”. “Tengo mis padres, mis abuelos y toda mi familia que vive allá y me preocupa la situación en que estamos”, expresa la joven sin mencionar al presidente Nicolás Maduro ni a Juan Guaidó, el titular de la Asamblea Nacional de Venezuela y parcialmente reconocido como presidente encargado de Venezuela.
“Fue complicado todo porque estaba negada a irme del país, pero por la tranquilidad de mis padres y las oportunidades de estudiar afuera decidí que era lo mejor, pero si tengo la oportunidad de volver lo haré, extraño mi comunidad y Venezuela vale la pena”, insiste.
Ana no puede trabajar en Estados Unidos porque es estudiante y sus padres son los que en cierta medida la mantienen. “Yo estudié en Hebraica y como chamo (adolescente) judío hacia actividades extracurriculares, estaba en el círculo comunitario. Hay mucha comunidad en Venezuela y uno ve la realidad del país cuando sale”, cuenta.
Ella acaba de terminar de cursar, son poco más de la una de tarde en Miami y relata que llegó sola a Estados Unidos y pudo contactarse con el centro para jóvenes Kspace. “Esta organización te hace sentir en casa y como si estuvieras en tu comunidad”, describe.
“Venezuela no es solo el país de los noticieros. Vive una situación muy dura, pero es el país que recibe a los inmigrantes, que le dio hogar a los judíos. La gente es abierta, si vas seguro que te hacen sentir como en casa, está lleno de belleza y eso te hace sentir en casa y eso se extraña”, dice Ana estremeciendo a su interlocutor.
Le pregunto cómo se lleva con el estilo americano y ella responde sólo “adecuando”. Luego agrega que “fue mucho más fácil de lo que pensaba” y aclara que Estados Unidos fue una elección personal.
“Tengo muchos amigos en Israel, ellos también quieren volver a Venezuela”, advierte Ana luego de confirmar que no pensó en la posibilidad de hacer aliá.
Prefiere volver a hablar de su país caribeño y confirma que “es muy precaria la realidad en Venezuela, no hay agua, no hay luz y encima el nivel de represión que existe”.
“En Venezuela, el judío vive tranquilo porque no es un país antisemita. Pero, obviamente, vivimos un gobierno que no le gusta la comunidad judía, que está vinculad a los árabes, sabemos que nos tenemos que cuidar mucho más”, cuenta.
Explica que su familia vive en Caracas, “en la zona donde vive la mayor parte de la comunidad”. Y resalta que la colectividad judía “siempre se mantiene como una comunidad activa”.
Ana explica que se entera por la prensa sobre lo que pasa en su país y admite: “Hay muchas cosas que no sabemos porque hay un bloqueo de información importante”. Luego añade que su familia también evita describirle el momento que padece Venezuela.
“El primer día que vuelva a Venezuela, lo primero que voy a hacer es visitar a toda mi familia”, cuenta Ana. De esta manera iba a finalizar la nota, pero ella prefirió dejar su mensaje.
“El mayor enemigos que podemos tener es la desesperanza y la desorganización. Hoy estamos llenos de esperanza, pero si la perdemos, perderemos el país. Tenemos muchas razones para seguir luchando y esta batalla la podemos ganar. La esperanza, la fe y la comunidad nos mantiene arraigados pero también nos mantiene firmes ante lo que viene”, cierra Ana para seguir con su vida de universitaria.