Cada domingo se reúnen en Ramat Hasharon, un suburbio de Tel Aviv. Allí acuerdan los pasos de una dieta adecuada para cada uno de los integrantes del Programa de Cuidado de Peso.
La primera media hora de la reunión es para pesar a los jóvenes. Luego de pasar por la balanza, algunos sonríen y otros parecen inexpresivos. Todo depende de qué les diga la instructora, Riki Ashin. Ella anota los kilos y los gramos en una planilla donde los compara con los de la semana anterior.
Esta vez, el tema a tratar es el desayuno. Ashin les explica por qué es importante tomarlo antes de salir de la casa y qué tipo de sándwiches (por supuesto, con pan dietético), verduras y frutas deben llevar a la escuela.
El último año, el ministerio de Salud publicó un estudio que realizó entre 6.500 chicos de escuelas estatales religiosas y laicas sobre hábitos de comida.
De acuerdo al informe, el 5,7 por ciento de los adolescentes son gordos, el 18,5 tiene sobrepeso y está en riesgo de volverse obeso, y solo el 4,1 está por debajo de su peso.
En términos internacionales, Israel está en el noveno lugar del ranking de los países con mayor riesgo de obesidad en los jóvenes.
Adolescentes en todo el mundo sufren de problemas de sobrepeso y muchos en Israel participan del programa de Cuidado de Peso. Riki Ashin misma participó de él y ahora se dedica a ayudar a otros chicos.
La expectativa de adelgazar proviene de la familia, los amigos, la escuela y el contexto que los rodea. «El programa genera un doble proceso en los chicos. Por un lado, se apegan mucho y sienten el deseo de triunfar. Por el otro, se exponen a situaciones de crisis cuando eso no ocurre», confesó Ashin.
Fuente: Haaretz
Traducción: Leila Mesyngier