EFE.-En la vieja ciudad de Jerusalén, donde se encuentran los principales santuarios del judaísmo, el cristianismo e islamismo, los palestinos aspiran a establecer la capital de un futuro Estado independiente en los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza.
Edificios y terrenos de la ciudad amurallada, donde se halla el Muro de las Lamentaciones venerado por los judíos -para quienes Jerusalén es su ‘capital eterna e indivisible’- son desde hace años objeto de transacciones que se hacen dentro de la mayor reserva entre empresas israelíes y sus propietarios palestinos, o eclesiásticos.
El Patriarca de la Iglesia Greco-Ortodoxa, Irineos I, ha quedado en el centro de una agria polémica pues, según revelaciones de la prensa israelí, autorizó la cesión por 198 años de dos hoteles y diez locales de comercio dentro de la ciudad amurallada.
El Gobierno del presidente de la ANP, Mahmud Abás, designó una comisión ad-hoc para estudiar esa operación en torno a los hoteles Imperial y Petra, junto a la puerta de Yafa.
La comisión, después de identificar a un monje griego como el firmante del contrato, exige una investigación conjunta con representantes de Jordania.
Jordania, un reino creado por Gran Bretaña en 1922 en la Palestina histórica o la bíblica Tierra de Israel, es desde entonces parte integral de Tierra Santa para los tres grandes monoteísmos.
El diario Haaretz, por boca del monje griego que formalizó la operación en nombre del Patriarcado, Nikos Papadimos, informa de que Irineos I -que lo niega categóricamente- autorizó la operación por los hoteles y los comercios con una empresa registrada en las Bahamas, que ya anticipó 1,5 millones por su tenencia.
Según los palestinos, Israel se halla en una campaña destinada a ‘judaizar’ la ‘Jerusalén árabe’ para impedir el establecimiento de la capital de los palestinos, en su gran mayoría musulmanes.
En los últimos años, inversores israelitas del exterior y empresas locales han logrado adquirir propiedades y parcelas de tierra donde actualmente operan algunos seminarios rabínicos.
Papadimos, agrega el rotativo de Tel Aviv, salió del país con destino desconocido, y es acusado de desfalco por Irineos I.
Durante dos años, las autoridades de Israel negaron a Irineos la autorización para hacerse cargo de la Iglesia Greco-Ortodoxa en Jerusalén, con la consiguiente inmunidad diplomática, debido a su supuesta antipatía por el Estado judío y su respaldo al fallecido presidente de la ANP, Yaser Arafat, indica el Haaretz.
En enero del año pasado, el Gobierno israelí aprobó finalmente la designación del Patriarca después de esa negociación por las propiedades pertenecientes a su Iglesia, que posee ingentes bienes en Tierra Santa, y administra el Santo Sepulcro y la Basílica de la Natividad en la ciudad palestina de Belén, en Cisjordania.
Representantes de la compañía inversora negocia con la familia palestina Djani la evacuación del centenario hotel Imperial, uno de los que sirve para alojar a peregrinos de la Iglesia Griega y de la Iglesia Ortodoxa o provoslava de Rusia en Tierra Santa.
Según fuentes de la Iglesia Griega, citadas por el diario Maariv, sus ingentes propiedades en Tierra Santa incluyen un 22 por ciento de las tierras de la ciudad antigua de Jerusalén, aldeas árabes enteras en Galilea y otros bienes en Yaffo.
Debido a la tensión reinante con motivo de la operación inmobiliaria, Irineos se abstuvo de participar en la procesión del pasado Viernes Santo, según el calendario de la Pascua ortodoxa, pero asistió ayer ‘Sábado de Luz’ a la ceremonia en el Santo Sepulcro, para trasladar ‘el fuego del cielo’ a los feligreses.
La gran mayoría de los feligreses de la Iglesia Griega, así como de las otras corrientes de la Iglesia Cristiana en Tierra Santa, entre ellas la católica, son miembros de la comunidad palestina.