Itongadol.- El empresario fue galardonado con el Premio “Iom Ierushalaim” otorgado por el Keren Kayemet LeIsrael de Argentina en su evento anual, donde con gran brillo la institución conmemoró sus 115 años y el 50º aniversario de la reunificación de Jerusalem. Elsztain ofreció un emotivo discurso.
En su importante evento anual, el KKL le otorgó el Premio “Iom Ierushalaim” al presidente de IRSA, Eduardo Elsztain, distinguido por su labor comunitaria y compromiso con el Estado de Israel.
Durante el evento se proyectó un video de la ciudad de Jerusalem, en el que se muestran varias de las tareas que el KKL llevó y lleva a cabo en la indivisible capital del Estado judío.
La entrega del reconocimiento a Elsztain estuvo a cargo de Ricardo Popovsky, miembro del Comité de Honor del KKL; Ulises Taitelbaum, presidente del KKL Argentina; y Mareclo Parnet, vicepresidente de la organización.
Años anteriores, el premio había sido recibido por el escritor Marcos Aguinis y por Popovsky, como rector de la Universidad de Palermo.
Elsztain agradeció poder compartir la velada y destacó: “El hecho de que el Keren Kayemet cumpla 115 años y sean los 50 años de la reunificación de Ierushalaim, es una fecha especial”.
Tras recibir el premio, el presidente de IRSA brindó un discurso ante el público presente:
“Muchas gracias al Keren Kayemet, es un honor poder compartir esta cena. En general no soy muy afecto a ir a eventos, pero tengo que decirles que estoy contento. Esta semana la vi a mi mamá y me dijo: ‘voy a un evento en el que vas a estar’, por lo que le dije ‘creo que estoy viajando esta semana’. Como nunca sabemos dónde vamos a estar, lo que tengo que decirles es que lo primero es muchas gracias. El hecho del que el Keren Kayemet cumpla 115 años y sean los 50 años de la reunificación de Ierushalaim, es una fecha especial.
A mí me toco visitar Jerusalem a los 13 años. Mi mamá me preguntó: ‘¿qué preferís hacer una fiesta o viajar a Israel?’, y le dije que prefería el viaje. Entonces a la vuelta, igual hizo una fiesta. El segundo viaje fue el Majón Lemadrijim Jutz Laretz a los 20. Era 1980 y Jerusalem cumplía el Bar Mitzva: fue un evento impresionante. Este año se cumplen 50, y fuimos a la casa del Beit Hanazi, a la fiesta. Era una fiesta muy interesante porque no era una fiesta de la política y de la economía, sino que era de la ciudad. Era una fiesta donde había gente del barrio, artistas, mucha música, mucha danza. Y de alguna manera, para mí, cada vez que visito Israel, entrar en Ierushalaim es un festejo.
Esta semana leemos en la Parashá algo que el líder más destacado de todas las generaciones del pueblo judío recibe: una instrucción de hablarle a la piedra. Él le pega a la piedra y le quitan el derecho a entrar a Israel. Qué regalo que tenemos en esta generación, que nosotros vamos y venimos todo el tiempo. Así como conté los primeros viajes de chico de 13 y 20, en los últimos cinco años me toca estar yendo todos los meses. Exactamente el próximo mes vamos a cumplir cinco años que vamos todos los meses, entonces deben ser más de 50, 60 viajes, y para mí cada vez que entramos a Israel es otro proyecto.
Así que cuando me preguntaban qué significaba para mí este evento del Keren Kayemet, yo creo que el Keren Kayemet – en mi memoria de chico – era la primera alcancía y no hay como poder educar a poner la primera moneda. Porque la primera moneda, los proyectos, son mucho más: quiénes los hacen, quiénes son los que forman parte de una sociedad, más que la cantidad de capital. Y también cuando uno recibe una moneda de parte de alguien que realmente la ganó. Para mí en esto el Keren Kayemet es constancia, constancia y constancia. Cuando cuentan que hacen ciudades en el Neguev, y estando invirtiendo allá, uno ve lo que es una tierra milagrosa.
Cuando uno se sube a un helicóptero y ve cómo el desierto se transforma en verde, ahí entendemos cómo de la tierra se puede sacar lo más increíble. Así es como Israel hace esto: trabaja con el agua, trabaja con la agricultura, trabaja con la tecnología, trabaja.
Creo que es uno de los lugares más deseados de conocer. Cuando escuchaba or la goim (luz para los pueblos), este año tuvimos la oportunidad de hacer dos invitaciones. Hace 7 años, alguien me dijo ‘che, ¿por qué no nos invitan a Israel?’ Así se armó un grupo de gente que no era de la comunidad. De manera totalmente informal, 25 personas, empresarios, fueron a Israel y volvieron fascinados. Y repetimos el viaje con el grupo de directorio de las compañías nuestras argentinas, que tiene un gran componente de directores que tampoco son de la comunidad. Creo que lo mejor que podemos hacer para poder seguir creciendo, como lo hizo hace 115 años el KKL, es haciendo un proyecto de a poco. Porque cada persona que entra a Israel la entiende de otra manera y no hay mejor hasbará que la persona visite Israel. El mundo quiere ver todas las cosas raras y las cosas que no funcionan, pero cuando uno entra a Israel todo es contundente. Así que vuelvo a agradecer el premio y decirles que estoy muy contento, que siga la misión y puedan seguir haciendo del desierto un gran jardín, sobre todo como un movimiento. Muchas gracias”.