Itongadol/AJN.- En una entrevista con AJN, Rolando Rozenblum, ex presidente de la comunidad judía de Punta del Este (CIPEMU), dialogó sobre la llegada de la estructura judía a Punta del Este, el crecimiento de la educación y la relación de la comunidad con Israel. Además, analizó su rol como líder de una institución judía y como ciudadano que debe aportar a la sociedad, y explicó cómo convergen ambos ámbitos.
-Usted es una persona con muchos compromisos comunitarios y a la vez, un ciudadano de esta importante ciudad. ¿Cómo conviven esas dos partes?
-Soy uruguayo, viví 33 años en Brasil y me vine en el 2007 para acá. La duda que tenía con mi familia en aquel momento era si volver a Montevideo o a ir a Punta del Este. Sin embargo, en este último no era conocido que existiese una comunidad judía, y tampoco estábamos al tanto del nivel de educación que ofrecían. Dos grandes problemas para nosotros. Tomamos la decisión de venir a Punta del Este de todas formas y comenzar a generar un vínculo con la comunidad, por nuestros hijos. Fue nuestra principal motivación. Allí es cuando uno comienza a generar un vínculo con lo comunitario y, por supuesto, con lo social personal, y entiende que no se trata solo de nuestros hijos, sino también de tus hijos, los hijos de tus amigos, los hijos de todo el mundo. Por eso creo que el trabajo que se hizo acá tiene un vínculo con los niños y el futuro de los niños judíos de esta zona. En aquel momento era mucho más difícil decidir sobre la realidad. En cambio, hoy ya se puede decir que tenemos una estructura judía en Punta del Este. Tenemos una posición activa no solamente en los muros, sino para afuera de los muros.
-¿De dónde surge su compromiso por la comunidad?
-Mi inspiración siempre fue la presencia, principalmente, de mi madre en la escuela israelita Gastón Weigman, en Curitiba, donde estudié. Ella fue la presidenta de la entidad mantenedora de la escuela, por lo que yo siempre viví un ambiente comunitario, con mucha gente interesada por el futuro de los niños. Fue allí donde yo empecé a ver las relaciones entre la comunidad local, entre Israel, entre cómo juega cada uno y bueno, enseguida me enganche muy jovencito con la tnuat, Habonim Dror de Curitiba, que está pegada a la escuela israelita y al centro israelita, que hoy es la kehilá de Curitiba. Con mi esposa pensamos que no podíamos privar a los hijos de esa experiencia que uno vivió, por lo que tratamos de generar ese micro clima acá y al parecer, lo hemos logrado.
-Ustedes llegaron a un lugar donde no había demasiado y luego de algunos años, más allá de su responsabilidad como líder de esta comunidad, han logrado cimentar algo que quedará por el resto de los tiempos. ¿Cómo se logró esto?
-Yo creo que hubo algunas decisiones importantes en las que participamos con mi familia y amigos, pero fue una concientización de todos sobre una necesidad de la zona. Por ejemplo, la contratación y la profesionalización de una comunidad fueron muy importantes. Entendimos que la comunidad tenía que seducir, y para seducir tenía que tener productos, y para tener productos tiene que tener más, y una cosa va llevando a la otra. Pero la inspiración siempre fueron los niños. Todo lo que se hizo acá y se sigue haciendo es por ellos, para que puedan tener un ambiente judío a partir de ese origen. Siempre digo que el futuro tuyo y mío ya está armado. El que todavía se puede modificar es el de los niños.
-Es muy importante que alguien como usted se pare a hablar y se preocupe por la educación judía. ¿Cuáles considera que fueron sus mayores logros?
-Si uno mira lo histórico, nosotros cumplimos un rol importante en la relación con Israel, defendemos la bandera. Entonces me parece que hay varias motivaciones por las que mantener una comunidad vigente y no bajar los brazos, y eso es algo que se logra filtrar entre las personas.
-¿Cómo es ser judío en Punta del Este?
-Es un orgullo, no sólo por las relaciones que se construyeron dentro de la comunidad, sino también por las que se construyeron fuera. Poder mostrarles a mis hijos que trabajando por la comunidad, las cosas funcionan. Hemos participado en iniciativas que tocan a toda la población. La aspiración de una comunidad, normalmente, es generar la satisfacción de sus miembros, y si es posible, también de personas fuera de la comunidad. Nuestra comunidad tuvo la oportunidad de generar un beneficio para toda la población de Maldonado a través del proyecto de seguridad que llevamos adelante, Tipul Israel.
– ¿Cómo es ponerse el sombrero de hombre judío y el sombrero del aporte a la sociedad, que es también un deber de la comunidad judía?
-Cuanto más frontal y más claro uno es, logra mejores relaciones, tanto dentro de su casa con sus hijos como con sus amigos, como con clientes, o con la sociedad en general. Yo trato de mantener mis mensajes vigentes y claros, no confundir a la gente. Nuestra comunidad está compuesta por varias familias, las cuales la mayoría están divididas entre muchos argentinos, uruguayos, brasileros, y también de otras nacionalidades. Y, hasta el momento, hemos logrado varios productos y actividades comunitarias que hoy ya son parte de la rutina del judío de Punta del este. Por ejemplo, los lunes tenemos un grupo de gente mayor de 60 años para actividades cognitivas, hay una psicóloga que los atiende y realizan actividades para la memoria y actividades sociales. Se ha generado un grupo muy interesante. Los martes tenemos una escuelita de tradición, que vienen morot de Montevideo y dan clases de dos horas y media en las que enseñan judaísmo, historia y arte judía a los niños. Los miércoles normalmente tenemos cine abierto para la comunidad; los jueves una cena de caballeros en la que somos entre 40 y 70 hombres y se tratan temas judíos, comunitarios y sociales; está prohibido hablar de negocios y de dinero. Los viernes tenemos un kabalat shabat, que viene con la actividad de tnua, Habonim Dror viene a Punta del Este con madrijim y los niños tienen la actividad tnuat. Luego vienen las familias a levantar a estos niños y ya se quedan para Shabat. Por otro lado, tenemos shabatot todo el año que presidimos nosotros y a veces viene gente del Beit Jabad o de NCI. Además, tenemos Bnei Mitzvá y casamientos judíos. Un tema pendiente de la comunidad es tener un cementerio.
-¿Cuántas familias la integran?
-En Shabat, se llegan a contar hasta cien personas. Hoy es el tercer Shabat del Uruguay, tenemos el de NCI, el de yavne y en tercer lugar, en cantidad de judíos somos nosotros hoy.
-¿Qué ocurre con los judíos argentinos que viven en Punta del Este?
-Una de las misiones de Citemu es, además, cuidar de los judíos que pasan por acá. Somos una base pequeña con una gran responsabilidad. Por ejemplo, si un argentino en Punta del Este choca con su auto y se lastima, puede llamar a Citemu, que atiende a todos los judíos. Es una forma de integración. La comunidad actúa, no importa si es o no socio.
-¿Las personas saben que existe esta comunidad en Punta del Este?
-Nosotros como comunidad sabemos que el argentino no viene a Punta del Este por la falta de estructura judía que históricamente había. Todavía no tienen conocimiento de toda la estructura que existe. Sin embargo, si haces una encuesta, el 65% de los argentinos que frecuentan Punta del Este les gustaría vivir aquí. La razón de que no residen es debido a que no quieren abandonar sus comunidades en Buenos Aires. Acá hay una vida plena judía, o sea que la limitación no debería ser la cantidad de eventos o actividades que hay en la comunidad, sino el desprendimiento de la región y de su núcleo de amistades.
-¿Ha crecido el número de familias argentinas en Punta del Este?
-Sí, enormemente. Incluso hay familias que no vienen a asociarse, sino a participar de las actividades, porque el objetivo de integración es más grande que el objetivo social, de asociarlos. Es más importante que vengan a participar de un Shabat que ser socio de Cistemu. Nosotros no vamos detrás del dinero de la gente, que es la realidad de muchas comunidades que son deficitarias y tienen esa dificultad. Lo que nosotros queremos es que vengan a participar.
-A nueve años de su llegada a Punta del Este, ¿apuesta a que esto debe seguir creciendo?
-Yo creo que a la inversa de varias comunidades del mundo que van disminuyendo, Punta del Este es una de las pocas que crece. Esto es algo que no se puede predecir a donde va a llegar, no tiene techo del punto de vista judío. Es un oasis, no es común. Desde que yo conozco, la comunidad no ha parado de crecer. Siempre tiene socios y miembros nuevos y, más importante, participantes.
-¿Por qué un argentino o brasileño debería venir a Punta del Este?
-Nosotros tenemos razones judías, geográficas y sociales para hacerlo. Yo creo que nosotros tenemos una ciudad muy segura y una gran cantidad de gente preparada para recibir. Recibir es parte de la rutina de Punta del Este. Todos los que estamos acá somos de afuera y cuando uno sabe cómo es llegar el primer día, trata de hacer la vida más fácil al que viene también. Cuando un judío elige venir al Uruguay no solo elige el país, sino también la cultura a donde va a pertenecer. Nosotros entendemos que Punta del Este es Argentina, de hecho, es el balneario de los argentinos.