Con la presencia de importantes personalidades, ayer se inauguró en el Palais de Glace el último ciclo de actividades correspondiente al festejo del ciento diez aniversario de la Amia. «Retratos de una comunidad» es un álbum fotográfico de la comunidad judía.
Rostros. Miles de rostros. El idish, el hebreo, el castellano. El reflejo de una inmigración, el reflejo de generaciones. Fotos blanco y negro. Fotos sepia. Fotos color. Fotos de antes. Fotos de después. Retrato de una identidad.
La exposición «Retratos de una comunidad» fue presentada ayer en el Palais de Glace, como el cierre de un ciclo festivo. Dicho ciclo contó con nueve exposiciones, un entero postal conmemorativo y un importante evento en el teatro Colón.
Cuando la AMIA cumplió cien años el atentado a su sede no dio lugar a festejos. Por eso ahora, diez años después, se libera toda la alegría contenida.
La muestra fue concebida como un manual para el reencuentro con la tradición judía y las costumbres milenarias. Así mismo pretende dejar un mensaje: mostrar a todos lo más amplio de la comunidad y «generar un puente entre culturas como forma de enfrentar la intolerancia» explicó Luís Grynwald, secretario de la comisión organizadora de los festejos por el ciento diez aniversario de la institución.
«Al visualizar estas fotografías la imagen es: que los judíos no son tan distintos que el resto de la sociedad. Son iguales», dijo el presidente de la AMIA al explicar su percepción de la muestra. «Para aquellos que vivieron con el prejuicio vamos a mostrar claramente que los judíos no tenemos cola, que no tenemos cuernos, que no somos diablos. Pero tampoco tenemos alas como los ángeles. Tenemos hombres honestos como César Milstein, premio novel y tenemos un Beraja que está en la cárcel. Tenemos todo, como todos los miembros de la sociedad argentina», agregó el Lic. Abraham Kaul. Esta muestra es para todos. Judíos y no judíos. Justamente porque «La intolerancia y la discriminación tienen una base que es el desconocimiento. No saber cómo es el otro» concluyó Kaul mientras invitaba al padre Acaputo (responsable de Cáritas Buenos Aires) y a Adel Made (Presidente del Centro Islámico) a pasar junto a él al estrado con el fin de mostrar una unión interreligiosa . José Nun, secretario de cultura, por su parte volvió sobre las fuentes bíblicas para explicar el fenómeno del humor judío, considerando a este como «parte constitutiva del pueblo».
Ciclos de vida. Bobes, chicos, alumnos plantando árboles. Ayuda social. Actividades de la tercera edad. Marchas por justicia. Actividades para discapacitados. Cocineras. Deportistas. Artistas. Humoristas. Cuatro generaciones de escritores: ¿Cuántas páginas habrán escrito los seiscientos autores judeo-argentinos que derramaron tinta a lo largo de poco mas de un siglo?, reflexiona un cartel.
De repente, como un viento distinto corre por la muestra. No, un calor distinto. No. quizás. Una foto con una multitud impacta de pronto sobre esa sensación indefinida. Luego otra, con ochenta y cinco victimas. Otra con familiares de victimas. Otra con sobrevivientes del holocausto y otra más con abuelas que piden justicia. A la salida, una última imagen se estaciona sobre los sentimientos encontrados. Un gran cartel que dice paz sobre un edificio nuevo, erguido, renovado. Ahora la AMIA festeja. Cumplió ciento diez años.
Por Igal Kejsefman