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Entrevista. Mujeres israelíes y palestinas, decididas a lograr la paz

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AJN.- Después de la última guerra, un grupo de mujeres israelíes y palestinas decidieron salir a luchar juntas, pero por la paz. Una de sus líderes, Lily (Lilian) Weisberger nació en Argentina, pasó por la escuela Rambam y por Macabi. Siendo muy joven inmigró a Israel y hoy en día aboga por “cambiar el foco” hacia lo que nos une y no bajar los brazos hasta que se logre la convivencia.

En diálogo con AJN en Israel, Lily Weisberger detalló los objetivos, sueños y proyectos de este grupo multitudinario de mujeres, israelíes y palestinas, religiosas y laicas, que marchan por la paz.

¿Cómo nació la idea, cómo surge este movimiento de mujeres?

Este movimiento nació durante la última guerra, el Operativo Margen Protector, en el verano de 2014, en momentos en que algunas mujeres comenzaron a reunirse, a partir de la idea de que llegó el momento de hacer oír sus voces. Y así comenzó a formarse. El movimiento se basa en dos principios: el primero es la exigencia al liderazgo de que se llegue a un acuerdo consensuado por las dos partes en conflicto, nosotros y los palestinos. Nosotras no entramos en el nivel de qué tipo de acuerdo, con qué contenido. Lo que decimos es, si el acuerdo respeta y considera a las dos partes y es aceptado por todos, también nosotras lo aceptaremos. Lo que los líderes de las dos partes deben hacer es pensar en forma creativa, decidida y valiente, para lograr este acuerdo. Y el segundo, se basa en la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad, que habla sobre la necesidad de integrar mujeres en negociaciones, ya que está comprobado que cuando hay mujeres alrededor de la mesa de negociaciones, los conflictos se resuelven. Israel es parte de esta convención y nosotras pedimos y exigimos que se cumpla.
Se trata de un movimiento político apartidario. Tenemos mujeres que votan por todos los partidos, porque lo que nos caracteriza es el anhelo y el deseo profundo de poner punto final al conflicto. Tenemos mujeres religiosas y laicas, de la periferia, del centro, árabes, judías, y también tenemos seguidoras en todo el mundo, incluso la Autoridad Palestina.

¿Cuál es el aporte especial que las mujeres pueden traer a la situación política en la región?
En la cooperación que logramos, también con las mujeres palestinas, vemos que el denominador común es que nosotras damos vida y queremos preservar la vida y hemos asumido una responsabilidad compartida de cuidar por el futuro y el presente de nuestros hijos. Y no estamos dispuestas a guardar silencio. En nuestro caso, criamos a nuestros hijos, les damos lo mejor, con todo nuestro amor, los educamos, los cuidamos. Y entonces, llegan a los 18 años de edad y, de alguna manera, ya no estamos involucradas. Y por eso decimos que de esta forma seguimos estando involucradas y exigimos a nuestros líderes que hagan elecciones valientes, porque tienen la obligación de crear una realidad cuerda, lógica, buena, en la que podamos criar a nuestros hijos.

Y así llegaron a la idea de la marcha…
Es importante señalar que ya somos 13.000 mujeres y tenemos más de 30.000 seguidores, dentro y fuera del país. Esto muestra que hemos logrado generar una especie de imán, que atrajo a mujeres que no eran activistas y las levantó del sofá. En el verano de 2015 hicimos un ayuno de 50 días junto a la casa del primer ministro, en guardias de 50 horas, para exigir el regreso a las negociaciones. Mi hijo estuvo en Gaza durante la guerra y en esos 50 días, cuando estaba en la habitación de mi hijo, y rezaba y sentía impotencia y soledad y me enloquecía… me prometí una cosa: que no me olvidaría, que no haría de cuenta que no pasó nada, que a partir de esa vivencia terrible comenzaría a activar, porque tengo una responsabilidad.
Afortunadamente, miles de mujeres despertaron en ese mismo momento. Y esto es lo que sucede, desde entonces activamos juntas. Estuvimos en el “Tren de la Paz” – 1.000 mujeres subimos al tren desde Naharía a Sderot – ayunamos durante 50 días junto a la casa del primer ministro, salimos a los cruces de carreteras. Y entonces, la gente empezó a preguntarnos dónde están las mujeres palestinas. Salimos a buscar a nuestras socias para hacer la paz y encontramos un grupo de mujeres extraordinarias, maravillosas, con las que estamos en profundo contacto desde hace un año y medio. Hablamos sobre la necesidad de desarrollar un nuevo lenguaje, no de culparse y acusarse. Ya es tiempo no sólo de pensar fuera de los esquemas, sino – para que algo cambie aquí – hay que pensar fuera de la galaxia. Abrir los corazones en forma radical. Y en un fin de semana conjunto nació la idea, de una marcha que sea “game-changer”. Nos propusimos traer a Leymah Gbowee, Premio Nobel de la Paz, de Liberia, porque ella nos inspira, es nuestro modelo, nuestra heroína. Ella nos acompañó y la marcha fue desde Rosh Hanikra hasta Jerusalem en la fiesta de Sucot. Durante 2 semanas, grupos de 20 mujeres marcharon hasta completar los 200 kilómetros, y cada día se iban sumando cientos y miles. Las mujeres plantaron semillas, se encontraron con jóvenes, con todo tipo de poblaciones, para generar esperanza. Porque no podemos darnos el lujo de darnos por vencidas. Fue una experiencia maravillosa, cantamos, rezamos juntas, 4.000 mujeres, entre ellas 1.000 palestinas. Fue una experiencia de amor, porque ese amor es posible, sólo hace falta valentía para salir de la demonización y comprender que es tiempo de actuar.

En ese encuentro con mujeres palestinas, ¿Surgieron preguntas difíciles? Me refiero a temas como madres que sienten orgullo por sus hijos terroristas suicidas o qué hacer con los extremismos de las dos partes…
Lo que caracteriza a nuestro movimiento es que tenemos un amplio espectro de mujeres y no tenemos miedo de hablar. Nuestro foco no está puesto precisamente en regresar a la narrativa que nos separa, eso ya lo conocemos. Comprendemos que debemos establecer un nuevo diálogo, o sea, tratar de encontrar qué sí tenemos en común, en el nivel profundamente humano. Y resulta ser – ése es el milagro que hemos logrado generar – que cuando el foco está puesto en lo que nos une, se genera una fuerza conjunta extraordinaria que logra, como un imán, atraer a más personas. Mientras nosotras hicimos la marcha aquí, israelíes y palestinas, en otros lugares del mundo hubo actos paralelos durante esas dos semanas: en San Francisco, en Japón, en Buenos Aires, en Europa. Hubo decenas de actos de apoyo y solidaridad porque, resultó que logramos llegar a algo profundo, que va más allá de la nacionalidad, raza, religión, sino en la necesidad común y profunda y el derecho a tener esperanza y la voluntad de que – desde un lugar de amor y compasión a los hijos, a la vida – exijamos, de una forma muy decidida a nuestros líderes que generen una forma distinta de pensar. Una forma de pensar activa, con iniciativa, así como lo hacen en alta tecnología, agricultura, medicina, en la investigación científica, exigimos la misma creatividad, la misma pasión, el mismo anhelo, la misma decisión estratégica que el fin del conflicto es una prioridad máxima, en todos los niveles. El precio de la guerra es tremendo y no estamos dispuestas a esperar a la próxima.

¿Cuál es la próxima actividad planificada? ¿Quieres invitar a la gente?
En primer lugar, los invito a apoyarnos, también en las redes sociales. Hay distintos grados de participación, también pueden inscribirse en el movimiento, unirse a uno de los 40 centros regionales que ya tenemos y convertirse en activistas en la medida que así lo quieran. Eso significa organizar reuniones en las casas, organizar proyecciones de nuestra película. Nosotras participamos en congresos, todos los lunes nos reunimos frente a la Knesset para hacernos escuchar, nos encontramos con funcionarios del gobierno. Y para la fiesta de Januca, planeamos encender la esperanza y la visión de que la paz es posible. Terminó la Segunda Guerra Mundial, tenemos acuerdos de paz, terminaron muchísimos conflictos, también éste tiene que terminar. Toda mujer que desee unirse encontrará su sitio. Nosotras no nos detendremos hasta que se firme un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos.

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