Itongadol.-La comunidad judeo argentina, transcurre en estos días uno de sus capítulos más complejos y desconcertantes, donde los factores políticos y religiosos de la comunidad se disputan un poder que para lo único que debiera servir es para construir.
La AMIA es el escenario de esa disputa, donde la guerra de solicitadas, denuncias, contradenuncias, presentaciones judiciales e intrigas de dudosa calidad, convierte a la judería de nuestro país en rehén de intereses que no son los que guiaron a quienes fundaron a mutual judía.
Es indignante observar como el establishment, que en 2007 firmara una resolución de Comisión Directiva donde se establecían los marcos regulatorios de los cementerios, su conducción en ese entonces (hoy oposición), la conducción actual y la gran mayoría de los factores políticos, que dejaran desprotegidos a los judíos por opción, ahora se pelean, difaman y responsabilizan unos a otros en nombre de una institucionalidad que no pueden garantizar.
Es más, los mismos que hoy pelean han acordado a la hora de conformar el gobierno de la DAIA, siendo aliados en una organización y enemigos acérrimos en la otra. No nos vamos a prestar a esta farsa.
Mercaz, brazo político del Movimiento Conservador Masortí, que no firmó esa resolución, y que no acepta que se borre con el codo lo que se firmó con la mano, considera que somos la mayoría de los judíos, los que vivimos nuestra judeidad con alegría y libertad, quienes tenemos derecho a tomar las riendas de la organización central de la comunidad, porque somos los únicos que tenemos una alternativa de construcción ante este panorama desolador que prioriza intereses mezquinos.
El Movimiento Conservador Masortí, único exponente del judaísmo liberal, en cuyas sinagogas se concentran miles de judíos de nuestro país, en cuyas escuelas estudian miles de pequeños y jóvenes secundarios, con cientos de miles de asociados a instituciones sociodeportivas, llama a un renunciamiento histórico de aquéllos que han sumido a la AMIA en esta triste caricatura de lo que fue, y propone que de una vez por todas las nuevas generaciones de directivos puedan rescatar a la madre de todas las organizaciones comunitarias.
Convocamos a la calle judía, aquella que no está politizada, pero que sabe que así no vamos a ningún lado, a manifestar su descontento y frustración y exigir un recambio generacional y político urgente.
Quien es parte del problema no puede ser parte de la solución, quien piensa que años de desaguisados pueden ser resueltos en una asamblea, están confundidos y pretenden confundir a los demás.
El Movimiento Conservador Masortí, sus directivos, educadores, rabinos, rabinas, líderes juveniles y miembros en general, son reaseguro de igualdad de derechos, pluralidad y liberalismo religioso.
Sinagogas, centros juveniles, centros comunitarios, centros de formación docente y escuelas, somos garantía de reconstrucción de la AMIA.