Itongadol.- El 11 de noviembre de 1906, exactamente hace 110 años, un grupo de 31 notables judíos americanos entre los que se cuentan Cyrus Adler, Louis Marshall, Jacob Schiff y Mayer Sulzberger, se reunieron en el Hotel Savoy en Nueva York, luego de seis reuniones exploratorias previas durante ese año. Así fue que establecieron formalmente el American Jewish Committee (AJC).
“El propósito de este Comité”, declararon, “es prevenir la violación de los derechos civiles y religiosos de los judíos, y aliviar las consecuencias de la persecución”.
Una de las primeras acciones fue brindar asistencia a las instituciones judías en San Francisco dañadas por el terremoto de aquel año; abogar –con éxito– por la derogación del Tratado de Comercio y Navegación Ruso-Americano debido al maltrato de los judíos en la Rusia zarista; apoyar la creación del Joint Distribution Committee con el objetivo de ayudar a los judíos afectados por la dislocación causada por la Primera Guerra Mundial; oponerse a los intentos de restringir la entrada de inmigrantes a los Estados Unidos y, como resaltó el Reverendo Martin Luther King, Jr. en su histórico discurso ante el Foro Global del AJC de 1965, defender los derechos de los afroamericanos cuando “pocos se animaron a hablar.”
Durante los últimos 110 años, AJC nunca vaciló en su compromiso con los dos pilares de su misión: defender a los judíos dondequiera que estuvieran en riesgo, y apoyar los valores universales de dignidad y derechos humanos para todos.
Lo que ha cambiado es la estructura de la organización. Pensado originalmente como un pequeño comité de judíos exitosos e influyentes, en su mayoría de ascendencia alemana, AJC evolucionó hasta convertirse en una institución nacional primero y luego global con presencia en seis continentes, que hoy tiene 22 oficinas en todo el territorio nacional, diez representaciones en el exterior e instituciones afiliadas en 33 países. Cientos de miles de individuos siguen al AJC en las redes sociales y decenas de miles están íntimamente involucrados en la labor diaria de la organización ya sea como líderes, activistas o adherentes.
“Yo creo que nuestros visionarios fundadores habrían estado orgullosos de cómo AJC ha permanecido fiel a su misión original, al tiempo que fue creciendo en tamaño y alcance”, dijo David Harris, el CEO del AJC, quien ha ejercido la función desde 1990.
“Ellos llegaron a la conclusión de que los judíos no podían seguir siendo ni observadores ni prisioneros de la historia, sino que debían ayudar a forjar su propio destino mediante un activismo sofisticado, enfocado hacia los tomadores de decisiones y líderes sociales con pensamiento semejante. Durante los años que siguieron, el pueblo judío experimentó tanto triunfos –en especial el renacimiento de Israel, la inclusión plena de los judíos a la vida social en EE.UU. y la expansión de los valores democráticos– como tragedias: el Holocausto fue la más notable, así como las persecuciones detrás de la Cortina de Hierro, la penosa persistencia del antisemitismo –especialmente en el mundo árabe y Europa– y los horrores causados por los genocidios y las limpiezas étnicas. AJC atravesó estos episodios con perseverancia, y hoy es más vibrante y sus objetivos son más claros que nunca.
AJC ha sido elogiado por su rol inigualable en el activismo internacional y sus muchos logros tangibles en diplomacia, política pública, relaciones intergrupales y derechos humanos. Por ejemplo, el New York Times describió a AJC como “la decana de las organizaciones judías”. El presidente francés Nicolás Sarcozy describió al AJC como “la más efectiva, influyente y respetada de las organizaciones judías”. El fallecido Premio Nobel de la Paz y ex presidente de Israel Shimon Peres se refirió al AJC como “el Ministerio de Asuntos Exteriores del pueblo judío”. El Senado de los Estados Unidos, en su Resolución 444, alabó al AJC for “su siglo de liderazgo”. El fallecido Cardenal John O’Connor de Nueva York dijo que “ninguna organización en Nueva York, en los Estados Unidos o en el mundo ha hecho más para promover las relaciones cristiano-judías que el AJC”. Y el actual Subsecretario de Estado de EE.UU, Antony Blinken, dijo que el AJC es “el Departamento de Estado del pueblo judío, un título que le sienta bien”.
“Tanto las oportunidades como los desafíos abundan en el horizonte para el mundo judío”, agregó Harris. “Las fortalezas del AJC incluyen una arquitectura global bien desarrollada, la credibilidad arduamente ganada con los líderes nacionales e internacionales, avances significativos en las comunicaciones estratégicas, un calibrado balance entre la diplomacia silenciosa y el activismo público, un espíritu no ideológico y apartidario, una dedicación perseverante a nuestros objetivos de largo plazo, un equipo profesional de primer nivel, así como dedicados líderes voluntarios y un premiado programa de líderes jóvenes. Es por eso que tengo plena confianza de que estaremos bien posicionados para aprovechar las oportunidades y enfrentar los desafíos que el futuro nos deparará. ¡Brindo por nuestros próximos 110 años!”