Itongadol.- Durante los casi nueve meses de intercambio de disparos en toda la frontera norte, la organización terrorista libanesa Hezbollah está sembrando el pánico no solo entre los residentes de las evacuadas localidades cercanas a la valla de seguridad, sino también entre quienes viven en ciudades centrales de Israel, especialmente en la tercera más grande del país: Haifa.
«Una guerra en el norte no tendrá el mismo aspecto que la del sur, principalmente en términos de la magnitud del fuego y el deseo del enemigo de paralizar funciones esenciales de la economía», advirtió en marzo el jefe del Comando del Frente Interno, teniente coronel Liron Donel. «El significado es que también podría darse una situación en la que los ciudadanos tengan que permanecer en las áreas protegidas durante un largo período de tiempo y debemos prepararnos para una situación en la que el enemigo intente interrumpir el suministro de nuestros servicios, como por ejemplo electricidad, agua y alimentos. También hay un escenario agravado, que es un escenario de oscuridad que podría durar varios días», dijo el funcionario.
Además del temor de la opinión pública ante un escenario que podría paralizar completamente su rutina, los habitantes de la bahía de Haifa están especialmente preocupados por las consecuencias de los daños a las industrias petroquímicas y a los lugares estratégicos de la zona.
En una conversación con la revista N12, el alcalde de Haifa, Yona Yahav, señaló con el dedo acusador a los ministros del gobierno, afirmando que no comprenden la magnitud del evento y no están preparados para los inquietantes escenarios que pueden materializarse en el Carmel.
«Estamos en peligro real y todo el mundo lo sabe, pero el Gobierno no está actuando en este momento», advirtió. Respecto a la posibilidad de daños a las plantas petroquímicas, el alcalde afirmó: «En estos momentos se está trabajando mucho para mandar los materiales debajo de la superficie y reducir las consecuencias de un posible daño en uno u otro punto estratégico, y precisamente en este asunto se requiere ayuda del gobierno».
La amenaza de una guerra total no solo afecta el estado mental de los residentes de la ciudad, sino también su estado económico. Según estimaciones, 3.200.000 residentes en Israel viven en zonas donde existe riesgo para su salud en caso de daños a instalaciones de materiales peligrosos, y en el área de la Bahía de Haifa hay aproximadamente 1.500 fuentes de materiales peligrosos que pueden dispersarse.
Hace nueve años, el gobierno decidió que el Ministerio de Protección Ambiental llevara a cabo un estudio para evaluar los riesgos en caso de daños a las instalaciones de materiales peligrosos en la Bahía de Haifa durante un combate, pero esa iniciativa fue abandonada y desde entonces no se han realizado cálculos precisos.
Los residentes recuerdan aquellos días difíciles de la Segunda Guerra del Líbano, que dejó una gran cicatriz que no ha sanado desde 2006. Durante los 34 días de combate dispararon unos 4.000 cohetes contra Israel, matando a unos 40 civiles, incluidos ocho que murieron por un cohete alcanzado en el garaje del ferrocarril. Causaron graves daños a la infraestructura y se registraron impactos directos en viviendas privadas e instalaciones públicas.
Yahav tiene claro que «la situación actual es completamente diferente: si durante la Segunda Guerra del Líbano, los terroristas de Hezbollah eran capaces de lanzar unos 200 misiles imprecisos contra la ciudad, ahora son capaces de disparar unos 4.000 misiles precisos al día, y eso nos sitúa en una situación completamente diferente».
«Durante la Segunda Guerra del Líbano, el primer ministro Ehud Olmert y los demás ministros no le tenían miedo de nada: todos vinieron a Haifa en medio de la guerra y se transfirió mucho dinero, pero ahora eso no sucede. No piensan en lo que podría pasar aquí. Cuando hubo concentraciones de combustible en el centro del país, se invirtió un gran capital para mandarlas bajo la superficie para evitar un desastre, pero cuando se trata de Haifa y el norte, la actitud es completamente diferente», afirmó.
Durante los últimos meses, según Yahav, se aprobaron muchos programas que facilitarían las cosas en el frente interno durante el combate. «Hemos habilitado 16 estacionamientos subterráneos para el bienestar de los residentes y también hemos invertido en patentes para la apertura remota de refugios públicos. Además, las escuelas de toda la ciudad se utilizarán como centros de recepción si es necesario, en caso de daños a edificios. Y por primera vez el Carmelit (subte de Haifa) también se ha convertido en un enorme refugio. Por encima de todo, debemos en este período alcanzar niveles máximos de autodisciplina, los residentes deben estar atentos a las instrucciones», subrayó.
En los últimos meses, el Centro Médico Rambam se ha estado preparando para el momento en que pueda tener que funcionar en emergencia. «Seguimos preparándonos para una guerra total en el norte y actualmente estamos en alerta máxima en vista de posibles amenazas y escenarios», dijo el director general, Prof. Miki Halberthal.
Según sus palabras, «actualmente el funcionamiento es normal, los equipos médicos les prestan servicios de rutina a los pacientes, pero cuando se dé la directiva, comenzaremos a recibir a los heridos en el hospital subterráneo y protegido más grande que tenemos en Israel. Esto significa que dentro de unas ocho horas podremos trasladar todo el hospital y a sus pacientes bajo tierra y operar sin obstáculos. También podremos recibir pacientes del Hospital de Rehabilitación Geriátrica Pliman y del Centro Médico Carmel, de modo que en total unos 2.000 pacientes podrán ser atendidos en un hospital totalmente protegido».
En los últimos tiempos, Halberthal continúa entrenando a sus equipos para un escenario extremo como parte del cual «cada cuatro minutos caerá un misil en la zona durante 50-60 días de combate, y durante ese tiempo las ambulancias llevarán a los pacientes bajo tierra, se abrirán 24 quirófanos y los equipos recibirán a cientos de heridos.»
El director general de Rambam subrayó que se han aprendido las lecciones del ataque del 7 de octubre: «En aquel momento vimos que los heridos en el sur eran llevados directamente a los hospitales más cercanos, mientras que en un incidente con varias víctimas no es posible administrar a los pacientes. Las ambulancias tenían que regresar para evacuar a más heridos, por lo que no era posible derivarlos a otros hospitales, en lo que se denomina ‘administración inicial’. Además, hubo muy pocas evacuaciones masivas en el sur. Nuestra intención es permitir el transporte de pacientes en caso de guerra en el norte en lo que se llama una ‘administración secundaria’, utilizando los ferrocarriles de Israel, cuyos vagones estén preparados para ello. Habrá un tren-hospital especial».