Itongadol.- Israel está atravesando un momento inédito a raíz de la guerra. También quienes visitamos Israel podemos ver como nunca antes un engranaje gigante de instituciones israelíes que pusieron toda su experiencia y capacidad de recursos humanos para ayudar y dar respuestas a infinitas situaciones que requieren experiencia, profesionalismo, amor y solidaridad para resolver múltiples requerimientos. La OLEI es una de ellas, que con sus filiales en todo Israel está ayudando a gran cantidad de gente.
El presidente de la Organización Latinoamericana, España y Portugal en Israel (OLEI), Mario Lev, recibió a ItonGadol en la filial de Tel Aviv para dialogar sobre la difícil situación que atraviesan los olim de origen latinoamericano en medio del conflicto con Hamás.
“Si alguien viene y quiere donar a la OLEI por supuesto que lo recibimos, porque no hay dinero que alcance para todo lo que uno puede llegar a hacer. Por supuesto que si nosotros podemos llegar a más lugares, visitar a más familias necesitadas, ayudar con más cosas, lo hacemos. La OLEI creo que es la única institución que tiene 22 filiales. Eso significa que si hay un problema en Beersheba tenemos nuestros olim y nuestros voluntarios en Beersheba, lo mismo si pasa en Haifa, en Naharía o en Jerusalem, en cualquier lugar de las 22 ciudades, nosotros podemos dar un servicio”, destacó.
-¿Qué pensás en estos momentos tan difíciles del Estado de Israel?
-Siempre mi cabeza está en todo lo que es promover la inmigración, la aliá, y en la klitá, la absorción de los olim. Es a lo que siempre me dedico y lo que me gusta hacer. Yo me siento muy bien con eso, en poder ayudar a los olim. La guerra hizo que aumente la cantidad de tiempo que le dedico, ahora son muchas más horas. Porque escuchás que los soldados tienen frío, entonces tenés que tratar de ayudarlos y conseguirles ropa de abrigo. Escuchás que un muchacho argentino nos escribe que su grupo no recibe los cascos de seguridad, que son cascos que tienen en el ejército que les salvan la vida, porque las balas no pasan. Este muchacho no lo recibió porque está en un grupo en el que son todos israelíes. Los padres les compraron los cascos a los demás soldados, pero este chico no tenía posibilidades de comprárselo. Entonces la OLEI consiguió la donación y le compramos el casco. Una persona de la OLEI escuchó que le hacía falta y puso el dinero.
-Los israelíes están colaborando de una manera en la que nunca antes había ocurrido, ¿estás de acuerdo con esto?
-Sí, la verdad que sí. Es impresionante la cantidad de donaciones que hay. Nosotros estamos relacionados en la OLEI con grupos que nos dan donaciones para los soldados y para un montón de cosas, para gente que está necesitada. Nosotros en general repartimos ropa, comida y cosas para las familias, pero ahora, con todo lo que está pasando, llegábamos a hoteles donde está la gente que fue desplazada de sus hogares en el sur del país, por ejemplo en Jerusalem y Tel Aviv, y nosotros llevamos cosas y en algunos lugares nos dicen que no tienen dónde ponerlas de todo lo que están recibiendo.
-¿Cómo era la actividad de la OLEI antes del comienzo de la guerra y cómo es ahora?
-La OLEI es muy distinta a todas las organizaciones de olim que hay en Israel. Generalmente estas organizaciones tienen una central y de ahí se hace toda la actividad. La OLEI creo que es la única institución que tiene 22 filiales. Eso significa que si hay un problema en Beersheba tenemos nuestros olim y nuestros voluntarios en Beersheba, lo mismo si pasa en Haifa, en Naharía o en Jerusalem, en cualquier lugar de las 22 ciudades, nosotros podemos dar un servicio. Desde atender a un olé con sus necesidades, de solucionar los problemas que surjan o que nos llamen desde un hospital porque está internada una persona que habla castellano y no tiene compañía ni familia. Entonces un voluntario nuestro va a estar al lado de él y acompañarlo. La actividad de la OLEI creció mucho porque se empezaron a buscar donaciones, se empezó a hacer otro tipo de actividades, no eran solo como las actividades de las épocas normales que son recreativas, como charlas o reuniones en las que se tratan las necesidades de los olim que llegan. Acá lo más importante es poder colaborar de una forma más activa y hay más reuniones y mayor actividad.
-¿Alguna vez imaginaste vivir lo que están viviendo?
-Para nada. Es una cosa increíble. Yo estaba de vacaciones en Eilat con mis hijas y con mis nietos, y ese mismo sábado mis hijas y mis nietos tenían que volver. Yo tenía hasta el domingo el hotel reservado. Ellos se volvieron porque vimos que la situación estaba muy difícil, que era muy mala. Empezamos a ver la televisión y no podíamos creer que miles de terroristas entraron. No era una cosa normal que se veía que entraron a hacer un atentado como hicieron en muchas oportunidades. Acá entraron miles, era una cosa tremenda.
-¿Qué pensás de lo que pasó?
-Creo que fue no un descuido, sino una cosa de sentirse muy seguros y no creer que una cosa así podía pasar. Porque todo el tiempo pensábamos que estábamos ayudando a los palestinos, a la gente de Gaza, y las primeras personas que mataron fueron a los que ayudaban a traer enfermos a atenderse en Israel. Cuando nosotros hablamos de antes del 7 de octubre, el país estaba dividido. Pero acá no estábamos divididos, la mayoría de las personas de los kibutzim no son personas de derecha, son personas justamente de los movimientos juveniles, que hicieron aliá después de la creación del Estado, movimientos juveniles de centro izquierda. Era algo increíble que justamente a ellos los vinieran a matar, las personas que ayudaban a los palestinos de Gaza. La gente que les daba de comer. En un hospital del norte está internada una sobrina de Sinwar, el jefe de Hamás en Gaza, porque tiene un cáncer en la cabeza. Israel la está atendiendo y salvando. Y también con otra familiar en Soroka. Y vos te ponés a pensar que es un país que está atendiendo a los familiares de la persona que dio la orden de atacarte. Es una situación increíble.
-En la Agencia Judía hablé con la encargada de la mesa de emergencia y hablamos de los donantes. Ella me dijo que esto recién empieza.
-La reacción de la Agencia Judía fue inmediata. Creo que en pocos días juntaron 40 millones de dólares y empezaron a ayudar a familias necesitadas. Cuando escuchaban que una familia necesitaba algo no había protocolo, directamente se les mandaba el dinero. Así ayudaron a cientos de familias. Esa fue la reacción, inmediata. Ahora vienen las consecuencias. Primero que no se terminó. Y digamos que la vida en el centro de Israel se está desarrollando normalmente, el problema es en el norte y en el sur, pero las demás ciudades más o menos siguen funcionando con normalidad, el país está empezando a normalizarse. Hay personas incluso que están abriendo las fábricas en el sur, al lado de la frontera con Gaza. Esto quiere decir que hay un espíritu impresionante. Yo pienso que las consecuencias se van a ver de a poco con la gente que vuelve lisiada, los que tienen familiares fallecidos. Yo me acuerdo algo de Argentina, de cuando fue la guerra de las Malvinas, que empezaron a volver lisiados, les faltaba un pie, les faltaba un brazo, y el país no estaba preparado para que las calles tengan rampas para las sillas de ruedas, por ejemplo. Acá Israel si está preparado.
Presidente de la OLEI: “No hay dinero que alcance para todo lo que uno puede llegar a hacer por los olim en tiempos de guerra” @khuia @HakerenLeydidut Leer más: https://t.co/0U1rxuPH49 pic.twitter.com/RXgE1OsPQO
— ITON GADOL es Israel y las comunidades judias (@Itongadol) March 4, 2024
-Pese a la crisis y con todo el respeto a sus pares, si algo te simboliza a vos es que sos un hombre que ha dado todo por la OLEI. ¿Te sentís orgulloso en este momento en base a la tarea que hace la OLEI como equipo? ¿Tuviste tiempo de analizar esto?
-Creo que sí. Estoy muy satisfecho con lo que estamos haciendo. Por otro lado, estamos llevando un cambio bastante grande en la institución, que toda la vida fue llevada adelante por voluntarios, si hay 22 filiales hay que tener en cuenta que hay 22 comisiones directivas, una en cada filial, solamente con eso ya tenés entre 15 y 20 personas en la filial, y después vienen los voluntarios. En las ciudades en las que hay aliá hay muchos más voluntarios, porque la gente quiere dar, quiere ayudar, quiere colaborar. No es solo para venir a jugar al buraco o al truco.
-¿Cambió el tema generacional con los nuevos olim?
-Quizás para la dirección menos. Yo hice aliá en el 73, era una época del sionismo e incluso años anteriores, porque la OLEI hace más de 70 años que funciona. En esa época llegaban dirigentes de las comunidades latinoamericanas. Me acuerdo que cada país de Latinoamérica era como de los partidos políticos de Israel, en cada templo y colegios judíos, que había decenas en Argentina. Esa gente que hacía aliá se integró a la OLEI y fueron los primeros dirigentes. Eso después empezó a bajar y empezó a venir gente que estaba alejada de la comunidad o que estaba en la comunidad, pero no integraba comisiones de padres en colegios ni nada por el estilo. El cambio que estamos haciendo es que no solo la queremos manejar con voluntarios, tenemos voluntarios profesionales también, pero ahora queremos tener profesionales trabajando para la OLEI. Ese va a ser un cambio fundamental. Creo que somos la única institución que va a tener las dos cosas, una cantidad de cientos de voluntarios y un número de profesionales en las distintas áreas.
-Le hice una entrevista a vuestro nuevo director ejecutivo, que mencionó algunas instituciones con las que se asociaron y estuvieron trabajando en el último tiempo. ¿Qué podés contarnos al respecto? ¿Cómo funciona?
-Funciona de una forma simple. Donde escuchamos que hay una necesidad, entonces los vamos a ver. Hay grupos de jóvenes que vienen acá a estudiar, que terminan el secundario y se los prepara después para la vida normal de ir al ejército o a la universidad, entonces estamos entrando con ellos a un acuerdo en el que una vez que terminan ese paraguas que tiene que les cubre todo, de estar en una institución como si fuese en un kibutz, hablamos de la OLEI, entonces vamos a ese lugar, donde están los estudiantes latinos, y empezamos a conocerlos para que después cuando salgan de ese lugar y tengan que empezar una nueva vida puedan recibir nuestra ayuda en asesoramiento, en tener un abogado que les lea un contrato de alquiler.
-El director ejecutivo mencionó el Keren Hayesod y el Keren Leyedidut. ¿Qué está pasando con esas colaboraciones institucionales?
-El Keren Hayesod trae cada tanto un grupo de jóvenes al Ulpán Etzión, un lugar donde se estudia hebreo y están 6 meses, es decir Aliá Protegida. Cada 6 meses llega un grupo de estudiantes nuevo que tiene un primer título, sino no pueden ingresar ahí. Entonces la OLEI de Jerusalem llega al lugar y se reúne con los latinoamericanos, porque hay de todos los países del mundo, y les ofrecemos nuestra ayuda el día que terminan su estadía en el lugar, donde tienen un apoyo que está organizado. Pero cuando salen de ahí tienen que alquilar un departamento que a veces no está amueblado, a veces no tienen trabajo y demás dificultades. Nosotros los ayudamos a buscar el departamento, a amueblarlo, a conseguirles trabajo y todo lo que puedan necesitar. Nosotros fuimos a visitar el último grupo que llegó y había un stand de varios países y estaba el stand de la OLEI con un cartel en castellano. Se empezaron a acercar los latinoamericanos y vimos que eran muchos más de los que nos decían que habían llegado en forma normal, y empezamos a ver que eran parte del grupo del Keren Hayesod, de Aliá Protegida. Comenzamos a hablar y no podemos diferenciar, si vamos a ayudar ayudamos a todos. Empezamos a colaborar con ellos, con la encargada del proyecto, y vimos que también ellos necesitan cosas que nosotros les podemos proveer, les podemos dar, y ahí llegamos a un acuerdo con ellos.
En nuestra filial de Ra’anana, por ejemplo, funciona un centro de absorción, un Merkaz Klitá, y hay un grupo del ejército latinoamericano que está dirigido por una chica de la OLEI, de casualidad es la directora del departamento para jóvenes de la OLEI y ella trabaja para ellos. Entonces empezamos a colaborar con ellos porque el programa se termina y se van al ejército, y hay que estar detrás de ellos, darles una mano y empezamos a ayudar a los más necesitados.
-Si alguien lee esta nota y tiene ganas de colaborar con la OLEI, ¿cómo puede hacerlo?
-Hay de todo. Si alguien viene y quiere donar a la OLEI por supuesto que lo recibimos, porque no hay dinero que alcance para todo lo que uno puede llegar a hacer. Si hay cosas que no hicimos antes, por ejemplo, empezar a contratar profesionales, fue por la falta de fondos. Por supuesto que si nosotros podemos llegar a más lugares, visitar a más familias necesitadas, ayudar con más cosas, lo hacemos. A nosotros nos piden muchas cosas. Por ejemplo, llegan familias religiosas a Jerusalem, donde llega mucha aliá de Argentina y Brasil, parejas jóvenes religiosas, que vienen con dos o tres chicos, y no tienen medios para comprar todo lo que necesitan para un departamento o una casa, para amueblarla, y nosotros los ayudamos, pero hay un problema de flete. Está la donación, pero hay que llevarla. Entonces si un flete te sale 100, 200 o 300 dólares, es un problema, porque nos dicen que no tienen esa plata. Y nosotros los ayudamos con algo, pero no se puede ayudar con todo. Si tuviésemos los medios, tendríamos muchas más posibilidades. Nosotros recibimos ayuda del Keren Hayesod que es muy importante, porque si no, no sé si la OLEI podría seguir existiendo en la forma en la que la estamos llevando adelante. Tenemos la ayuda del gobierno, que no es suficiente por supuesto, es muy poca. De la Agencia Judía también es prácticamente mínima. Vos estás ahora en el edificio de la OLEI en Tel Aviv, vos ves el lugar y te das cuenta que necesita una reforma, que tiene que actualizarse, modernizarse. Nuestro sueño es hacer un encuentro para jóvenes en este salón, que tengan una casa abierta, que puedan venir y tengan computadoras y equipos para estar cómodos, que puedan disfrutar del lugar, sería extraordinario, tendrían la posibilidad de reunirse acá y hacer muchas cosas. Se podrían hacer clases y cursos, pero para eso también hay que adaptar el lugar y el dinero necesario para hacer un arreglo de este tipo hoy no lo tenemos.
-Finalmente, por tantos años de la vida de ustedes puestos en ayudar a los olim, ustedes ya conocen el engranaje para hacerlo posible…
-Seguro, y por otro lado ya nos conocen y nos respetan las instituciones. A veces pasa que, así como se dice que hay dos judíos y hay tres templos, acá pasa lo mismo. Cada tanto hay algunos que quieren hacer un grupo parecido, para ayudar a los olim, pero no saben lo que eso significa. Piensan que es fácil ayudar a los olim, pero cuando yo les digo “vos sabés que tu celular lo tenés que publicar, porque a las 12 de la noche, cuando te llama una madre sola que tiene un bebé, y el bebé está llorando y está desesperada, y el chico está reventando de fiebre, y no sabe qué hacer, porque no tiene idioma, porque recién llegó a Israel, te va a llamar y te va a decir ‘qué hago’. Y vas a tener que correr a la casa o vas a tener que llamar a la ambulancia para que la ayude”. Eso lo hace la OLEI. La palabra más importante es “netiná”, que es lo que das. Nosotros colaboramos con muchísima gente. Es muy necesario todo eso y por eso es una lástima que haya gente que en lugar de integrarse a la OLEI, trata de hacer una institución nueva y al poco tiempo se termina la institución. Porque no pueden continuar, porque se dan cuenta de que es un trabajo impresionante del voluntario. Cuando lo único que recibís de pago es un agradecimiento.
-¿Cuántas filiales tiene la OLEI hoy?
-Tenemos 22 filiales y estamos hablando de 500 personas trabajando, entre voluntarios y comisiones directivas. Pero tenemos un plus. La gente de la comunidad sabe lo que hace la OLEI. Pero cuando tenemos un problema, si a mí se me presenta un caso importante y necesitan una ayuda de un abogado, de un contador, levanto un teléfono de alguien que no viene a la OLEI, pero que me dice “mándamelo, yo lo voy a ayudar, sin costo”.