Itongadol.- Todos los judíos del mundo que celebramos Purim y que tenemos hijos, gozamos en estos días de una ocupación – y preocupación – muy específica: conseguir disfraces para ellos – y, en muchos casos, también para nosotros, los adultos –. Purim es sinónimo de disfraces y fiesta, de celebración y máscaras – parte inherente a su esencia, como lo son también la lectura de Meguilat Ester [1], los regalos a los pobres[2], los mishóaj manot [3] y la seudá festiva[4] -.
Disfrazarse significa, por supuesto, asumir una identidad distinta a la propia; es «jugar» a ser otro, a cambiar nuestra apariencia y los colores de nuestra ropa desde el lugar del placer, de la risa y de la diversión. Purim nos da la oportunidad de «escondernos» tras máscaras y maquillajes, dejándonos con la difícil y comprometida pregunta de quiénes somos realmente, y qué es lo verdaderamente importante en nuestras vidas – aquello que enfrentamos y abordamos cotidianamente en un mundo sin disfraces, marcado por nuestras acciones -.
Cada uno de nosotros es a la vez uno y diverso. Mostramos aristas diferentes de nuestra personalidad (nuestro más profundo «yo») según el medio en el que nos movemos: trabajo, grupos voluntarios, amigos, conocidos, familia, gente íntima. Somos el mismo pero con distintas expresiones de acuerdo a las circunstancias en las que actuamos, desde la seriedad y la reserva en nuestras reuniones laborales, a la espontaneidad y el desenfado en los marcos familiares; múltiples rostros – un solo ser. A su vez, para todo lo que nos es importante, siempre encontramos tiempo para descubrir una u otra parte de nuestra riqueza y nuestros recursos, actuando acorde a nuestras convicciones y necesidades. Somos lo que actuamos, o actuamos en lo que somos, aún desde nuestra mayor circunspección en donde revelamos sólo pequeños aspectos de la totalidad de nuestro ser. Todo aquello que nos es significativo es acompañado por nuestra acción, nuestro proceder, nuestras obras – que expresan en sí mismas lo que nos es importante -. Hacemos en lo que creemos; no hacemos en lo que nos es indiferente.
En los círculos de las instituciones judías el tema de la identidad judía de los miembros del pueblo judío por doquier ocupa siempre uno de los lugares centrales de toda discusión – en el Movimiento Macabeo nos referimos a la identidad judeo-sionista, basada en nuestros ideales -. Se habla de «identidad» como de un sentimiento; algo esotérico que pertenece casi exclusivamente al mundo de las ideas o los sentimientos.
«Identidad», sin embargo, es lo que somos; lo que está vinculado íntimamente con lo que hacemos. Si decimos que portamos una fuerte identidad judeo-sionista, significa – o debería significar – que trabajamos en pos del desarrollo del judaísmo y del sionismo en áreas concretas de nuestras vidas (y si tenemos algún liderazgo, en las vidas de quienes nos rodean). No se trata de sentimientos pasajeros, o de una exaltación momentánea, sino de una acción transformadora, de igual manera que realizamos un trabajo para nuestra manutención y la de los nuestros, reuniones con nuestros amigos y familiares para vincularnos en el amor y la amistad, gimnasia y aeróbicos para cuidar de nuestra salud, y más.
Cuando desde tiempos bíblicos se determinó la celebración de Purim, se partió de un supuesto básico: que los miembros del pueblo judío gozaban de una fuerte identidad judía-nacional. Las máscaras de Purim eran, en ese marco, un «escape momentáneo» a las responsabilidades personales y nacionales propias del ser judío; un «jugar a ser otro» basado en que «lo nuestro», judío y nacional, era fuerte, evidente y manifiesto en múltiples expresiones. En el presente, cuando la realidad de nuestro pueblo y su identidad judeo-sionista es tan diferente que otrora – tanto más débil –, Purim, en su calidad de festividad judía, y con la ingenuidad de sus máscaras y disfraces, nos propone retornar a la identidad judía a través de su celebración, del vínculo jubiloso con nuestro pueblo, de la pertenencia nacional. Desde esa perspectiva, Purim yergue frente a nosotros algunas de las preguntas más cruciales en cuanto a nuestra identidad – la que disfrazamos en su marco -:
¿Qué lugar ocupa nuestra identidad judeo-sionista en la totalidad de nuestro ser?
¿Cómo expresamos, en hechos concretos, esa identidad que decimos sentir?
¿De qué maneras aseguramos la continuidad judeo-sionista de nuestra familia?
La respuesta a estos interrogantes se expresa, por supuesto, en nuestra vida misma; en la cantidad e intensidad de nuestras acciones en los marcos que hayamos elegido como el tablero de nuestro ser judío: nuestra familia; la institución judía de la que somos parte; nuestro Macabi Tzair y movimiento juvenil; nuestra sinagoga; nuestro colegio judío.
Es en la conciente y muy sentida acción durante todos los días del año – incluyendo a la celebración misma de Purim, con su Meguilá, su sinagoga y sus fiestas para todas las edades – que hacemos de nuestras existencias vidas judías, sionistas, comprometidas con nuestro pasado, presente y futuro como pueblo.
Quiera Dios que este Purim sea el trampolín para una sincera reflexión sobre nuestra identidad judeo-sionista; una identidad renovada y fortalecida en acciones concretas que nos vinculen desde nuestro ser más íntimo con los mensajes valiosos sobre los que se construyó nuestro pueblo.
Quiera Dios que el mensaje de vida, de esperanza y de salvación de Purim nos impulse a celebrar juntos, evocando la emoción del pasado que auspició este presente de gloria.
Y quiera Dios que todos y cada uno de nosotros escuchemos el relato de Ester, Mordejái[5] y su historia redentora, recuperando en ella una parte de la nuestra.
¡Jag Purim Saméaj!
¡Jazak ve’ematz!
RABINO CARLOS A. TAPIERO
Vice-Director General & Director de Educación
Unión Mundial Macabi
[1] El libro de Ester, que relata la salvación del Pueblo Judío de manos de Hamán el malvado bajo el dominio del Imperio Persa.
[2] Ester IX, 22.
[3] Regalos de comidas a amigos y familiares, que contengan al menos dos tipos distintos de comidas – hoy se acostumbra a regalar comidas dulces, en general -. Ester IX, 19 y 22.
[4] Comida de celebración por la salvación. Ester IX, 19.
[5] Los héroes de la salvación del pueblo judío.