Inicio Buber Entrevista a Erica Herszkowich, Directora de la Escuela Martín Buber: “Nuestro secreto es mantener el equilibrio justo entre la permanencia y el cambio”

Entrevista a Erica Herszkowich, Directora de la Escuela Martín Buber: “Nuestro secreto es mantener el equilibrio justo entre la permanencia y el cambio”

Por Iton Gadol
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Itongadol.- La Directora General de la Escuela Martín Buber, Erica Herszkowich, conversó con ItonGadol sobre el presente de la institución, los desafíos que impone el contexto comunitario global y la creciente matrícula de la escuela: “Estamos en un muy buen momento, con un récord histórico de estudiantes, y tenemos el mejor de los problemas posibles: ¡el del espacio!”, sostuvo con entusiasmo.

Consultada sobre cuál es el secreto para el éxito de la escuela, destacó:
“Me gusta pensar que el secreto es el equilibrio justo entre la permanencia y el cambio, entre la solvencia y la flexibilidad, entre la coherencia con la misión y visión fundacional y el diálogo con nuestra época.”

-¿Cómo terminó Buber el año pasado?
-El 2024 fue un año distinto, no solo para la escuela, sino para toda la comunidad judía. El 7 de octubre de 2023 marcó un punto de inflexión, aunque todavía no sepamos cómo ni de qué manera. Vamos construyendo memoria del 7 de octubre a medida que vivimos, y eso nos quita la distancia óptima para entender el cambio que se produjo, tanto en Israel como en la subjetividad de las comunidades judías en todo el mundo.

-¿Cómo se vive este impacto en las aulas? ¿Los estudiantes están transitando lo que será un registro de la historia del pueblo judío?
-Estoy segura de que sí. Probablemente, y no soy la única que lo dice, vivimos 70 años de anomalía, en el sentido de que no conocimos en nuestros últimos 70 años de historia el antisemitismo ni la vulnerabilidad como las estamos viviendo ahora. Me refiero a la época desde la fundación del Estado de Israel, después de la Shoá. Los últimos 70 años del pueblo judío son, de alguna manera, una anomalía. Y el 7 de octubre nos vuelve a ubicar en lo que fue la historia del pueblo judío de 2000 años. Hay una generación entera de jóvenes que estamos educando que descubre el antisemitismo por primera vez. Eso tiene un profundo efecto en su subjetividad, en su identidad como personas, como judíos y como ciudadanos del mundo.

-¿Lo vivís más intensamente en la secundaria que en la primaria?
-Es relativo. Hemos tenido mamás del Jardín que nos decían “Yo no sabía que había antisemitismo, pensé que era parte del pasado”. Incluso, para una generación de familias, el atentado a la AMIA queda más allá de su tiempo histórico. Entonces, hay que ponerse en la dimensión de cómo ve el tiempo quien vive en una familia con nenes chiquitos escolarizándose en la red escolar judía. Por eso los espacios para pensar en conjunto son fundamentales, porque estamos tratando de decodificar un nuevo momento histórico en tiempo real. Es algo muy parecido a lo que nos ocurrió durante la pandemia. Hoy, también, debemos educar mientras tratamos de entender en qué mundo estamos. El mundo entero está en transición, no solo el pueblo judío, la economía, el orden mundial, la política, el mundo del trabajo. Estamos educando en la incertidumbre.

-¿Qué pasa con el adolescente respecto al antisemitismo?
-Me desvela prepararlos bien para lo que viene después de la escuela, cuando ya no tengan el escudo comunitario que hoy representa la escuela, la familia, el club. Necesitamos que salgan preparados, con las herramientas necesarias, con compromiso, que no digan “esto no me lo contaron”. Que puedan defender su judaísmo con conocimiento y orgullo.

-¿Qué percibís de los alumnos?

-Están muy comprometidos, participan y se involucran. A veces ellos nos sorprenden con su entusiasmo. En la Escuela Secundaria, nuestros actos escolares son diseñados con y por los estudiantes. El acto del primer aniversario del 7 de octubre fue un punto de luz para nuestra comunidad, por cómo los propios adolescentes se apropiaron del espacio y se reencontraron con sus vivencias a través del arte. Y el resultado fue tan genuino, con voz de jóvenes, realmente esperanzador. Estoy convencida de que entre nuestros jóvenes hay futuros líderes del pueblo judío.

-¿Cómo se aborda este tema con los más chicos?

-Nadie está ajeno a este tema, está presente en las aulas y con los más chicos también. Muchas familias están muy atravesadas, porque tienen familiares, porque tienen amigos, porque tienen comunicación permanente con el Estado de Israel. El desafío es encontrar la distancia óptima que permita acompañar y contener a todos.

-Se me ocurre que esto pasa en todas las escuelas. Hay que hacer casi malabares, porque realmente si uno obra con responsabilidad, es mucho lo que hay que atender.

-Sí, las escuelas en general son espacios difíciles hoy, no solo por las cuestiones comunitarias, es mucho lo que hay que atender en relación con la socialización, la contención, la salud emocional de las infancias y las adolescencias. Las y los docentes tienen mucho sobre sus hombros.

-Vos contaste alguna vez que para que una escuela sea funcional desde lo administrativo o económico, tiene que tener una cantidad de alumnos. Y el Buber creo que está experimentando una centralización de lo que tiene que ver con el alumnado que va a escuelas judías. ¿Cómo funcionó la matriculación como parte de tu percepción tan delicada que tiene que ver con una escuela o una comunidad que funcione?

-Estamos en un buen momento institucional en la matriculación, en nuestro récord histórico de estudiantes, y tenemos el mejor de los problemas posibles, que es el del espacio.

-¿A qué atribuís este fenómeno?

-Hay diferentes razones. Por un lado tenemos más estudiantes en el Jardín de Infantes, la Escuela Primaria y la Escuela Secundaria; es decir el aumento de la cantidad de estudiantes es una de ellas. Por ejemplo, cuando la escuela primaria se construyó, estaba preparada para dos grados por año, hoy tenemos tres o cuatro. Y lo mismo en el secundario. Pero, por otro lado, el espacio es insuficiente porque hoy se necesitan aulas diferentes: más amplias, más flexibles, que permitan un trabajo diferente. El Jardín de Infantes, por supuesto, es nuestro semillero. Aunque hay un fenómeno nuevo: antes las familias elegían la escuela y como máximo la cambiaban entre el primario y el secundario. Hoy, son mucho más habituales los cambios de escuela en el medio de la trayectoria escolar. Este año, por ejemplo, recibimos alrededor de 20 estudiantes entre segundo y sexto grado. Y otro número igual, o más, entre segundo año y quinto año. Hay una circulación, una flexibilización de la elección de las escuelas, donde ya no hay elecciones de una vez, sino que la escuela se elige permanentemente.

-¿Sabemos por qué?

-Bauman ya nos hablaba de la sociedad líquida, del amor líquido, de los vínculos fluidos, algo de eso influye e incide. Hoy todo es más lábil, menos definitivo y las familias se toman la libertad de elegir y reelegir. Así como siempre trabajamos con los directores que la autoridad nunca está dada, se construye continuamente. La legitimidad uno la gana en cada acción, no está dada de por sí. Lo que está dado es el cargo, que no es lo mismo que la legitimidad. Y la elección de la escuela hoy entra en una reelección permanente.

-¿Qué característica tienen los padres nuevos que ingresan al jardín?

-Las familias eligen la escuela para el año en curso, no siempre necesariamente por un proyecto educativo de largo alcance, aunque luego permanezcan en la escuela y la vuelvan a elegir. Son familias que buscan la escuela judía, humanista, bilingüe y de excelencia académica que les ofrecemos. 

Junto a Daniel Berliner, director de ItonGadol

-¿Cuál es el secreto de la escuela para que sea exitosa?

-Me gusta pensar que parte del éxito es la coherencia que dialoga con el tiempo presente, con la necesidad en cada momento; el equilibrio justo entre la permanencia y el cambio, entre la solvencia y la flexibilidad, entre la coherencia con la misión y la visión fundacional y el diálogo con nuestra época. Generamos espacios donde nos pensamos a nosotros mismos, hacemos reflexión sobre la escuela que estamos siendo. Y eso también me parece que nos permite brindar mejores respuestas en cada contexto.

-¿Y qué tipo de familias vienen?

-Tenemos una población heterogénea. En general, eligen la escuela por la calidad de la propuesta educativa, porque buscan un espacio comunitario contenedor y de excelencia.  En Jardín y Primaria predominan las familias del barrio pero a la Escuela Secundaria llegan estudiantes de todos los barrios. Este año, por ejemplo, ingresaron estudiantes de más de 20 escuelas diferentes. Y sus familias, a su vez, traen primos, hermanos o amigos al Jardín y a la Primaria. Incluso hay familias que por algún motivo no eligieron una escuela judía para la primaria , pero sí para la secundaria.

 -¿Cómo funciona el tema del hebreo?

-Enseñamos hebreo orgullosamente. Entendemos al hebreo como como llave de acceso a la cultura, al corazón del pueblo judío. La escuela es bilingüe en inglés en los tres niveles, porque el inglés es una herramienta para vivir el mundo hoy. El hebreo tiene otro valor, es conexión con la historia, la tradición y la identidad. Es un gran desafío sostenerlo con calidad.

-¿Qué expectativas tienen para este año?

– El proyecto más importante que estamos encarando este año es la ampliación y puesta en valor del edificio de la Escuela Primaria de acuerdo con un plan que nos tiene muy entusiasmados porque va a hacer posible que el edificio responda mejor a las necesidades educativas de hoy.

-¿El último edificio inaugurado fue en 2021?

– Sí, después de la pandemia, con muchísimo esfuerzo, inauguramos el edificio anexo de la Escuela Secundaria. Y compramos un nuevo terreno que nos va a permitir ampliar un sesenta por ciento y poner en valor el edificio de la primaria.

– Y en términos pedagógicos, ¿cómo lo imaginás?

-Hay reformas curriculares en jardín, en primaria y en secundaria. Es decir, todas las escuelas están en este momento adaptando sus currículas, sus boletines. E independientemente de eso, nosotros estamos haciendo nuestros ajustes permanentes en este equilibrio entre el cambio y la permanencia. Por ejemplo, el año pasado incorporamos en la Secundaria la orientación en Informática. Hoy en día tenemos cinco orientaciones: Ciencias sociales, Ciencias de la comunicación, Ciencias naturales, Ciencias económicas e Informática. Eso también refleja un cambio en nuestra población estudiantil, más diversa y con intereses variados.

-¿Cómo ves el panorama de la educación judía en general?

– Hay algo nuevo que me entusiasma. Estamos conformando una asociación de directores de escuelas judías sionistas de América Latina. Empezamos como un grupo autoconvocado de colegas que, más allá de las diferencias, compartimos preocupaciones y miradas. Con el apoyo del Departamento de Emprendimientos Sionistas de la Organización Sionista Mundial, United y el Keren Pincus fuimos avanzando y hoy somos 40 directores de escuelas de toda la región, México, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Costa Rica, Venezuela, entre otros. Nuestro objetivo es aunar esfuerzos para fortalecer la educación judía formal de América Latina en este contexto desafiante.

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