El encuentro “Trazos de vida”, organizado por la comunidad Amijai, ORT Argentina y el Club Náutico Hacoaj, reunió a 300 personas, entre familiares, amigos y personalidades del mundo de la cultura.
A 28 años del atentado a la sede de AMIA perpetrado en 1994, la comunidad Amijai realizó en la noche de ayer una nueva presentación de Trazos de vida: un encuentro con el arte, la música y la memoria en recuerdo de las 85 personas cuya vida fue arrebatada por los explosivos aquel 18 de julio, también lunes, y, como en este 2022, el primero de las vacaciones de invierno.
El acto, organizado conjuntamente con ORT Argentina y el Club Náutico Hacoaj, contó con la asistencia de unas trescientas personas, entre quienes se encontraba el embajador de los EEUU, y con la participación sobre el escenario de reconocidos artistas y de jóvenes músicos de la comunidad.
Entre el público, la ocasión fue propicia para reencuentros y abrazos, para celebrar la presencia. Sin embargo, el motivo de reunión, esta vez, fue el de encontrarse también con las ausencias que no deberían ser tales. La organización del evento recurrió a una simbología sutil aunque impactante: en las butacas vacías podían encontrarse pequeñas velas de luces led atadas a una tarjeta con el nombre de una de las víctimas fatales del “cobarde atentado” –así calificado por Fabián Doman, uno de los oradores–, algunas referencias sobre su vida y sobre el motivo por el cual se encontraban esa mañana en la sede de la mutual.
El homenaje se desarrolló alternando música y palabras. Sobre el escenario, delante de una pantalla que mostraba los nombres de las 85 víctimas, la primera canción, “Tu nombre”, fue interpretada por Natalie Pérez y Nahuel Pennisi, acompañados al piano por Lito Vitale. A continuación, se proyectó el video grabado por el psicoanalista y escritor Gabriel Rolón, quien señaló que el atentado nos invitó a todos los argentinos a hacer un duelo colectivo. “El duelo es lo que nos da la posibilidad de recordar a alguien querido. Vamos a pensar en ellos, y así nunca olvidaremos sus nombres”.
Luego, Meital Avruj, sobrina de Cristian Degtiar, víctima del atentado, cantó “Sargento de hierro”, secundada en el piano por Adrián Mirchuk y en guitarra por Guillermo De Angelis. Le siguió la participación de Natalia Oreiro, proyectada sobre la pantalla –leyó “Abro los ojos”, de Luis Alberto Spinetta–, tras lo cual Marina Degtiar leyó un texto propio en recuerdo de su hermano Cristian. Con la voz entrecortada por la emoción, leyó: “Me miro en el espejo mientras me preparo otra vez para el día que no debiera ser. Mi rutina se mezcla con tu imagen. Te lloro y escribo para rescatarte y rescatarme. Cierro los ojos y te extraño, pero hoy te tengo conmigo”.
Al finalizar, se proyectó “Cómo olvidarme”, de La Beriso, cuyo líder, Rolo Sartorio, dedicó unas palabras de acompañamiento al homenaje. Mientras se escuchaba el tema, la cámara mostraba alternativamente a los músicos y una serie de fotos de Marina con Cristian de distintas épocas.
Otros oradores fueron el periodista Fabián Doman –”Cuando el poder político no quiere que se sepa la verdad, es cuando más tenemos que unirnos y recordar”–; Costa, que leyó el poema “Adiós”, de María del Mar Estrella –”Hoy en presente hay un adiós que tiembla en esta lágrima”–; Darío Turovelzky leyó un fragmento de Los días del fuego, de Liliana Bodoc –”No olvidaré, porque no puedo olvidar lo que me constituye”–.
El rabino Ale Avruj.
La popular canción “Todo cambia”, interpretada por Nahuel Pennisi en voz y guitarra, con Lito Vitale en el piano, fue acompañada con palmas por parte del público.
A continuación sumó su voz Adrián Suar, quien sobre el escenario leyó “La vida del después”, texto escrito por Marina Degtiar: “Con un dolor siempre joven, aprendimos a amar en ausencia. Creemos en la lucha, desde el dolor pero con la felicidad de haber tenido tanto”.
Lo siguió Diego Torres, quien interpretó “Tal vez”, un tema que escribió tras la muerte de su madre.
Diego Torres interpretó “Tal vez”, un tema que escribió tras la muerte de su madre.
Para finalizar el homenaje, el rabino Alejandro Avruj recordó que el número 28 –por el aniversario número 28 del atentado– en hebreo se compone de dos letras que forman la palabra koaj, fuerza. “¿De dónde sacar fuerza, después de tanto tiempo? De los jóvenes, de estar todos juntos acá esta noche. De cantar. Cantamos para recordar y renacer. La música nos regala fuerza. Por ellos, por nosotros y por todos. Por eso cantamos, para saber quiénes somos”.
La emotiva conclusión fue rubricada por la interpretación del tema “Por qué cantamos”, con todos los artistas y oradores sobre el escenario, y por todo el público, de pie en la sala, sosteniendo en alto las velitas en recuerdo de las víctimas.
Fuente: Infobae
Fotos: Nicolas Stulberg