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AJC. Siegel Vann: “En el Foro Global se tratarán todos los temas con impacto en la agenda política judía”

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Itongadol.- Del 12 a 14 de mayo se realizará, en Washington, el anual Foro Global que organiza el Comité Judeoestadounidense (AJC, por su sigla en inglés), en el cual “se van a tratar todos los temas domésticos y hemisféricos que tienen algún impacto en la agenda política judía, más que nada vinculados con la diplomacia global, que es lo que hace el AJC: habrá sesiones sobre inmigración, relaciones interreligiosas, Ucrania, el auge del antisemitismo en Europa y el resto del mundo, el proceso de paz, etc., y un recordatorio especial por el 20º aniversario de (el atentado a la) AMIA”, anticipó hoy, miércoles, la directora de su Instituto de Asuntos Latinos y Latinoamericanos, Dina Siegel Vann (en la foto, con el vicepresidente 1º, en ejercicio de la AMIA, Ralph Tomas Saieg, en su última visita a la Argentina), en diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN).

P- ¿Qué expectativas hay con este importante encuentro que se hace año tras año en Washington y nuclea al mundo judío?

DSV- Este año nuevamente van a ser dos días y medio, más otro anterior para el liderazgo joven de todo el mundo, en un programa que se llama Access, cuyos temas más importantes son “Relaciones latino-judías” y “Relaciones judeo-musulmanas” y para el cual están viniendo muchos representantes de América Latina. En tanto, en el Foro Global se van a tratar todos los temas domésticos y hemisféricos que tienen algún impacto en la agenda política judía, más que nada vinculados con la diplomacia global, que es lo que hace el AJC. Habrá sesiones sobre inmigración, relaciones interreligiosas, Ucrania, el auge del antisemitismo en Europa y el resto del mundo, el proceso de paz, donde va a hablar (el ex coordinador especial estadounidense para Medio Oriente) Dennis Ross, etc. En la plenaria principal, que es el Foro de Líderes Internacionales, van a disertar los cancilleres de Chipre (Ioannis Kasoulides) y Singapur (Kasiviswanathan “K” Shanmugam) y el ministro israelí (de Relaciones Internacionales, Inteligencia y Asuntos Estratégicos, Yuval) Steinitz. Va a haber un recordatorio especial por el 20º aniversario de (el atentado a la) AMIA.

P- ¿Quién califica para ser parte del encuentro?

DSV- Son instituciones representativas que hacen trabajos de gestión política y realmente están bregando por una inserción cada vez más activa y constructiva de sus respectivas comunidades en los entornos nacionales y que, al mismo tiempo, están preocupadas por la agenda judía hemisférica y global. Tienen una mirada más amplia de lo que representa el quehacer político judío. Hay muchas otras organizaciones judías importantes, pero cuyo mandato no está compaginado con las metas que tenemos.

P- Después de tantos años de hacer este encuentro anual, ¿qué crecimiento han tenido?

DSV- Realmente creo que, más allá de su trayectoria histórica, el Instituto (de Asuntos Latinos y Latinoamericanos del) AJC se ha convertido en un referente muy importante. Hemos logrado lo que nos proponíamos que era ser un conector y facilitador, creando sinergia entre las distintas comunidades judías de América Latina, tratando de que conozcan sus experiencias individuales y compartidas y que puedan ser optimizados los limitados recursos que tienen, en una región con una presencia judía relativamente pequeña. En ese sentido hemos logrado muchísimo, como lo demuestra el hecho que dos veces al año tengamos más de cincuenta representantes de comunidades judías de Iberoamérica y, al mismo tiempo, que estemos sirviendo como puente con representantes judeolatinoamericanos en los Estados Unidos, que también son parte de nuestro universo y es muy importante porque mantienen lazos con comunidades de origen mientras tratan de encontrar su espacio en su nuevo hogar. Haber logrado todas estas conexiones en estos diez años es para nosotros muy gratificante.

P- ¿Lo mismo ocurrió con las comunidades? ¿Han logrado sumarse y estar bien cerca del AJC?

DSV- Hay comunidades que han evolucionado muchísimo porque el estar cerca de otras y de nosotros les ha brindado modelos que les han servido de inspiración para crear uno propio. Por ejemplo, es muy interesante que en estos diez años la comunidad judía de Colombia se erigiera como tal porque no existía una entidad (central), y el AJC les facilitó nexos con pares de la región que contribuyeron en ese sentido. O el hecho que en Chile haya ahora una comunidad mucho más proactiva y estratégica en su quehacer político, y creo que ha sido consecuencia de esta interacción. Creo que, hoy por hoy, el mundo judío en su conjunto está enfrentando retos muy importantes, al exterior y al interior. Hay retos de liderazgo político y de automarginación por parte de los jóvenes profesionales, que son tercera o cuarta generación, están insertos en sus sociedades y no tienen interés de activar dentro de las instituciones comunitarias tradicionales. A esto nos enfrentamos todo el tiempo. Creo que las instituciones judeolatinoamericanas tienen que ser muy autocríticas acerca de dónde están paradas y por qué está sucediendo eso si quieren tener, en el futuro, líderes comprometidos y sincronizados con el quehacer nacional. Si no es así, esas organizaciones van a seguir siendo irrelevantes y, finalmente, muy poco efectivas en su mandato. El 70 por ciento de los jóvenes judíos se identifica como tales desde el sentido del humor o lo culinario, pero no está ligado a su judaísmo por lo sustancial. Es un problema grave. Si podemos hacer algún tipo de aporte a las comunidades judeolatinoamericanas es reflexionar sobre este tema y apuntar a que las nuevas generaciones se comprometan y activen. Pero hay que ser muy autocríticos y entender de dónde viene el problema, que a veces tiene que ver con factores sociológicos y otras con cuestiones institucionales. En la Argentina, algunas instituciones tienen un cambio generacional, pero me preocupan las entidades políticas. Es un momento para que (el cambio) ocurra también allí. Además, habría que incluir a las mujeres. Hace 32 años que trabajo en esto y veo muy pocas. Esto no puede ser en el siglo XXI. No podemos estar experimentando este tipo de exclusión o autoexclusión. Creo que tiene que haber niveles más diversos.

P- ¿Cómo están viendo Latinoamérica en este momento?

DSV- Como siempre, con sus luces y sombras, y creo que las primeras son más. Vienen muy buenas noticias de muchos países, pese a todos los temas complicados del crimen, el narcotráfico y la falta de seguridad personal, que están asediando a la mayoría de los países de la región. Por otro lado, es muy importante que en muchos se está viendo una reducción de la pobreza extrema, pero tienen que llegar al siguiente paso, que es proporcionar mejor calidad de vida, educación y vivienda para que quienes están ingresando a las clases medias tengan una vida digna. Las brechas no se han acabado, pero se han implementado medidas para tratar de resolverlo. Por otra parte, los modelos que están siguiendo países de la Alianza del Pacífico -México, Colombia, Chile, y Costa Rica, aunque con problemas- están demostrando ser más efectivos en términos de crecimiento que los del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), que los tenían para resolver los problemas de brechas socioeconómicas, pero lamentablemente ahora están paralizados, como Argentina y Brasil. Y hay casos especiales como la Venezuela después de (el fallecido presidente Hugo) Chávez, que creo que todavía se va a poner peor.

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