Itongadol.- Asís es la casa de Francesco di Bernardone – San Francisco de Asís – el fundador de la Orden Franciscana y las Hermanas Clarisas de la Iglesia Católica. Por lo tanto, es un lugar muy importante para los católicos. Nunca se supo de una comunidad judía en Asís. Sin embargo, paradójicamente, la única vez que se sabe de judíos que vivieron en Asís fue durante el Holocausto, cuando el pueblo y sus iglesias, monasterios y conventos se volvieron un lugar seguro para cientos de judíos.
Poco después de la ocupación alemana, cuando empezó la persecución los judíos, el obispo de Asís, el Monseñor Giuseppe Plácido Nicolini, le ordenó al padre Aldo Brunacci que encabezara la operación de recaste de los judíos y que encontrara alojamiento para ellos en 26 monasterios y conventos. El obispo incluso autorizó que los judíos se podían quedar en lugares que eran prohibidos por las regulaciones
monásticas de clausura. El comité de asistencia Monsignor Niclolini se organizó y él presidió la transformación de Asís en un refugio para muchos judíos; otros que pasaban por el pueblo recibieron papeles falsificados permitiendo que sobrevivieran en otros lugares.
Después de la guerra el padre Brunacci describió la determinación del obispo frente al peligro: “Nunca olvidaré la insistencia de esas amenzas, pero el obispo siempre persistió. No dejaba que nadie lo asustara de lo que él, como pastor, estaba obligado a hacer. Me recuerdo muy bien de la fuerza que demostró Monseñor Nicolini ante los repetidos sustos de los ‘peces grandes’ que sentían que era su deber sugerir
moderación y prudencia. Hay tiempos donde es fácil que cualquier persona confunda prudencia con una vida tranquila; hay tiempos donde el heroísmo se requiere. Monseñor Nicolini se decidió por el camino del heroísmo”.
El Padre Aldo Brunacci, el canon de la catedral de San Rufino, fue el director de la red de Asís. Una de los sobrevivientes, Mira Baruch, fue invitada varias veces a la biblioteca de Brunacci, donde él le enseñó latín. El 17 de mayo de 1944, un mes antes de la liberación de Asís, la policía fue a arrestar al padre Brunacci. Él le pidió a la policía que lo esperara afuera mientras iba por su breviario. Cuando abrió la puerta encontró a la familia judía Viterbi esperándolo – ya no se sentían seguros donde habían estado y buscaban ayuda. Brunacci pudo advertirles de lo que pasaba antes de encontrarse con la policía. Fue juzgado en la corte y liberado por la intervención del Vaticano.
El padre Rufino Niccaci, el padre guardián del monasterio San Damiano, también tuvo un papel importante en la red. Él organizaba la falsificación de los documentos y encontraba refugios en monasterios y conventos, disfrazando a los judíos como monjes y monjas. La red no sólo le dio seguridad a los judíos, sino también se esforzó en proveerle a los judíos sus necesidades religiosas. Como personas religiosas, los rescatadores tenían mucho respeto por la religión de otros. Después de la guerra, Frunacci describe como Yom Kippur – el día de la expiación y la festividad más importante del calendario judío – fue celebrado en Asís en 1943, y cómo en uno de los conventos las monjas prepararon comida para la conclusión del ayuno
Los esfuerzos colectivos no sólo fueron departe de las personas de la iglesia. Luigi Brizi era dueño de una pequeña tienda de recuerdos en Asís que tenía una pequeña prensa. Brizi y su hijo se hicieron miembros de la red de rescate de Asís y arriesgaron sus vidas imprimiendo papeles falsos para los judíos perseguidos. El hijo de Luigi, Trento, se fue en bicicleta a Foligno, a 20 kilómetros de Asís, a ver a una amigo que era experto en grabados y que podía producir sellos para los documentos falsos.
La familia Viterbi era una de las familia que podía vivir sin esconderse ya que tenían documentos falsos proveídos por los Brizi. Los papeles falsificados los registraban como residentes del pueblo de Lecce. El falsificador escogió ese pueblo porque ya había sido liberado por los americanos, así previniendo cualquier posibilidad de revisión de la validez de los documentos.
Aunque la familia llegó a un lugar donde los ayudaron y protegieron, y a pesar de los papeles falsos que tenían, el miedo de ser encontrados nunca se fue. Frazia Viterbi, or Graziella Vitelli como decía en sus papeles falsos, quería asegurarse que podía pasar una interrogación si la capturaban. Fue a la biblioteca de Asís e investigó acerca de Lecce para familiarizarse con el lugar, para poder hablar del pueblo si se encontraba a alguien de ahí.
Reflexionando después de la guerra, Brunacci dijo:
“En total unos 200 judíos nos fueron encomendados por la Providencia Divina con la ayuda de D-os y por la mediación de San Francisco. Ninguno de ellos llegaron a las manos de los que los perseguían…judíos y cristianos veneran el mismo libro, la biblia, que tiene un primer capítulo que nos recuerda que todos fuimos creados en la imagen y semejanza de D-os. D-os es nuestro padre y todos somos hermanos y hermanas”
El padre Rufino Nicacci fue reconocido como Justo de las Naciones en 1976 Monseñor Giuseppe Plácido Nicolini y el padre Brunacci fueron reconocidos como Justos de las Naciones en 1977.
Luigi y Trento recibieron el título en 1997