La charla que brindó Alberto Ángel Fernández en la sede Pilar de la Sociedad Hebraica Argentina, el domingo al mediodía, generó una serie de situaciones que certifican la acertada decisión de las autoridades de la institución y de la Agencia Judía de Noticias de efectuar este ciclo de actividades en ese lugar y a esa hora.
La primera es que, en el primer día soleado luego de una semana de intensas lluvias, les brindó la posibilidad a más de 150 asociados de poder tener un contacto directo con una de las figuras más destacadas del gobierno nacional durante algo más de cinco años, pues Alberto Fernández fue jefe de Gabinete de Ministros, con una permanente exposición pública, desde el 25 de mayo de 2003 hasta el 23 de julio de 2008.
Además, esta charla puso en evidencia que mantiene ese “ángel” que lo hacía responder a todas las requisitorias periodísticas cuando era una figura gubernamental, pues no sólo expuso claramente su manera de ver la realidad nacional e internacional, sino que contestó todas las preguntas que le hicieron los asistentes, aceptando que le repreguntaran cuando quien lo interrogaba no quedaba satisfecho con sus respuestas.
También se reencontró con un compañero de la escuela, demostrando que posee una memoria privilegiada. Quienes efectuaban las preguntas se identificaban, algunos sólo con sus nombres y otros incluyendo el apellido, y cuando uno lo hizo de esta última forma, Alberto Fernández lo interrumpió para decir “en la escuela primaria tenía un compañero con ese nombre”, a lo cual quien hacía la pregunta le contestó “soy yo”.
Un momento emotivo fue, sin lugar a dudas, cuando se refirió al atentado a la AMIA, pues recordó que una de las víctimas, Paola Czyzewski, era una destacada alumna de uno de sus cursos en la Facultad de Derecho y que para él fue muy fuerte, luego de esa masacre, ver vacío el asiento que ella ocupaba.
Como era esperable, no faltó la pregunta referida a la relación del gobierno con el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, y el ex jefe de Gabinete de Ministros respondió que “el tema de (Hugo) Chávez es complejo porque es verdad que la Argentina mejoró su relación comercial, pero es un personaje difícil y controvertido, y pasan cosas como la de Antonini Wilson”.
“No magnificaría la relación, pues a veces se muestra más adhesión que la real para presionar a otros”, advirtió Fernández, quien aclaró que “nada comparto de todo eso, pero también hay que tomar distancia de algunos discursos mediáticos”.
El ex funcionario recordó que fue Clarín el que denunció el tema, lo cual fue coherente con lo que había dicho en un momento anterior: que estaba seguro de que Cristina Kirchner nada tenía que ver con ese asunto.
Fernández también tuvo palabras de reconocimiento hacia Eduardo Duhalde por haber sido el presidente que le hizo frente a la crisis de fines de 2001, a la vez que consideró que “pertenece a un tiempo pasado y no debería involucrarse ahora”.
La forma coloquial de su exposición inicial y sus posteriores respuestas agradó a los presentes, quienes parecieron ignorar su afirmación, repetida en varias oportunidades, de que “no quiero que a este gobierno le vaya mal” y obviaron preguntarle al respecto.
Quizás el motivo de este hecho haya sido algo que el mismo Fernández contó: que estando haciendo compras luego de haber renunciado, una mujer mayor le dijo que era mucho más simpático que cuando estaba en la función pública, a lo cual le respondió que “siempre soy así, pero el ser ministro hace que a uno lo vean distinto”.
Al finalizar la ronda de preguntas, el presidente de la Sociedad Hebraica Argentina, Oscar Olender, le agradeció el haber concurrido, le entregó un recuerdo institucional y le pidió que firmara el libro de visitas ilustres, cosa que Fernández hizo y deseó un buen año judío para todos.