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Opinión | The Jerusalem Post: Los medios de comunicación occidentales convierten el duelo de la masacre del 7 de octubre en propaganda antiisraelí

Por M S
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Itongadol.- (Joseph Nichol* – The Jerusalem Post) El 1 de febrero, el mundo vio cómo Yarden Bibas era liberado del cautiverio de Hamás tras más de 15 meses. La mañana de la masacre del 7 de octubre, los terroristas lo secuestraron junto con su esposa, Shiri, y sus dos hijos pequeños, Ariel y Kfir.

Se desconoce la suerte de Shiri, Ariel y Kfir, pero se teme seriamente por sus vidas e incluso hay indicios de que no sobrevivieron.

Todos los israelíes, y de hecho casi todos los judíos del mundo, conocen sus nombres y sus caras. El sufrimiento de la familia Bibas se convirtió en un símbolo del desastre humano y nacional que Hamás infligió a los israelíes aquel fatídico día. Sin embargo, el mismo día en que Yarden fue liberado, se acusó a los israelíes de »militarizar» el sufrimiento de su familia.

El periodista Muhammad Shehada, por ejemplo, escribió un artículo -en la publicación de Mehdi Hasan, Zeteo, (gran sorpresa)- titulado »¿Está Israel armificando la trágica muerte de los niños Bibas?». Parece relacionar las »fervientes esperanzas y oraciones» de los israelíes por la familia Bibas con la percepción de »intenciones maliciosas» por parte del gobierno israelí.

Para Shehada, el dolor nacional por la familia Bibas no es una respuesta humana normal a una atrocidad contra inocentes. Es un arma, una »bomba de relojería», en sus palabras.

En toda la esfera antiisraelí se argumenta que la efusión de dolor por la familia Bibas es una operación de propaganda diseñada para »sentar las bases» para arruinar el actual acuerdo de alto el fuego con rehenes. Los israelíes no pueden llorar, tiene que haber un motivo malicioso y oculto.

Este patrón no es exclusivo de la tragedia de la familia Bibas. El periodista de investigación Eitan Fischberger ofreció varios ejemplos de este fenómeno en un post en X (antes Twitter): »No hay nada -literalmente nada- de lo que no nos acusen de convertir en armas».

Apenas un par de semanas después del 7 de octubre, Raz Segal, un historiador israelí, acusó a los israelíes de »weaponizar el Holocausto». La traducción de »weaponizar» es la acción de convertir algo que no es un arma en un instrumento de ataque o agresión.

Por lo visto, recordar el Holocausto después de la mayor matanza de judíos desde entonces es de mal gusto. En la misma línea, la Red de Solidaridad Feminista con Palestina acusó a los medios de comunicación occidentales de ayudar a Israel a »convertir en armas las acusaciones de violación», refiriéndose a las acusaciones (probadas) de violencia sexual de Hamás ese día.

Una vez más, el dolor, el trauma y la solidaridad se reducen a meras maniobras políticas.

En torno al primer aniversario de la masacre, Naomi Klein argumentó que Israel »convirtió el trauma en un arma de guerra». ¿Su prueba? El hecho de que los israelíes se esforzaron por documentar las atrocidades de Hamás y las historias de los supervivientes.

Para Klein las películas documentales y los actos conmemorativos del 7 de octubre no consistían en hacer una crónica de los horrores y difundir los testimonios de los supervivientes en aras de la documentación y el recuerdo de los muertos.

*: Joseph Nichol es un periodista especializado en extremismo, desinformación, historia y política de Medio Oriente. 

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