El informe parcial de la Comisión Winograd, que investigó la «Segunda guerra en El Líbano», desató en Israel un verdadero terremoto político.
Sus conclusiones criticaron directamente a los responsables de la conducción de la guerra, pero sus afirmaciones dejaron en la gente una sensación que va más allá de ese conflicto concreto, de que muchas cosas se manejan mal.
Las acusaciones fueron categóricas y directas, contra el primer ministro Ehud Olmert, el ministro de Defensa Amir Peretz y el ex-comandante en jefe del ejército, teniente general Dan Halutz. También el gobierno en pleno fue criticado.
En general, los oficiales de alto rango, sin nombres, no salieron «ilesos». Pero indudablemente, el más condenado por el informe de la comisión, fue el jefe del ejecutivo, Olmert, al que se le acusa de haber actuado en forma apresurada, sin suficiente criterio, con falta de responsabilidad y prudencia.
«Que dimita hoy mismo»
El informe de la comisión investigadora pinta un cuadro sumamente negativo del gobierno que rige hoy los destinos de Israel.
La pregunta es si ello se traducirá necesariamente en un cambio inmediato del liderazgo o si con el argumento de que la responsabilidad obliga a corregir los errores, tanto Olmert como Peretz intenten sobrevivir políticamente.
«Olmert es historia»- declaró ayer el analista Ari Shavit al canal 2 de la televisión israelí. «Lo correcto sería que dimita hoy mismo». Pero de la oficina del premier se aclaraba ayer, de boca de colaboradores que ni salían a las cámaras, que Olmert no renuncia. Lo mismo respecto a Amir Peretz en el ministerio de Defensa.
«Si después de un informe así, el pueblo de Israel no colma la Plaza Rabin en Tel Aviv en una manifestación de protesta este jueves, merece que lo lidere alguien como Olmert»- agregó Shavit.
Todo dependerá, en definitiva, de los números en la Kneset, el Parlamento israelí, donde por ahora, Olmert todavía tiene la mayoría necesaria para gobernar.
Pero con un informe que lo deja como irresponsable, carente de criterio y cuidado al tomar decisiones dramáticas para Israel, el equilibrio puede verse alterado, especialmente si la frustración de la gente se traduce en protestas callejeras.
Imagen deteriorada
Por ahora, del partido Kadima de gobierno, se oyen voces anónimas que dan a entender que el primer ministro no tendrá más remedio que dimitir.
Pero están también las de figuras claves como el ex-primer ministro Shimon Peres, diciendo que «lo último que necesita ahora Israel es una tormenta que conduzca a elecciones anticipadas, ya que ello daría al mundo árabe la impresión de que nos estamos desmoronando».
Independientemente de lo que haga Olmert en el ámbito político interno israelí, está claro que difícilmente su gobierno pueda actuar como un interlocutor serio en eventuales negociaciones de paz en la zona.
Su imagen está más deteriorada hoy todavía que la ya muy poco popular de los últimos meses.
No gozaría del apoyo y la credibilidad necesarias para tomar decisiones dramáticas como las imprescindibles, si se vuelve en algún momento a negociar con Siria o con la Autoridad Palestina.