Itongadol.- Laura Videla es docente en el Colegio Wolfsohn de la Ciudad de Buenos Aires y recientemente viajó a Israel para participar de una capacitación organizada por el Keren Kayemet LeIsrael para 30 docentes de distintos países de Latinoamérica. Tras regresar a Argentina y en diálogo con Itongadol, Videla expresó: ‘‘Este fue mi tercer viaje a Israel, las veces anteriores había ido por otras cuestiones. En esta oportunidad conocí realmente lo que es Israel, y en esto tiene que ver como espacio cultural, histórico, en los conceptos de lo que es una Start-up Nation, y, sobre todo, el espíritu de pueblo, de unión, de fraternidad y de apertura hacia los otros’’.
¿Cuándo viajó a Israel y cuántos docentes lo hicieron?
-Fue en el período de vacaciones de invierno, del 19 al 25 de julio. Viajamos 10 docentes de Argentina pero integramos una delegación de 30 docentes, en la que había docentes de distintos países de Latinoamérica, de Uruguay, Costa Rica y México, entre otros. La convocatoria fue para docentes judíos y no judíos que trabajan en instituciones educativas judías. Yo no pertenezco a la comunidad pero trabajo en Wolfsohn. Uno de los requisitos para viajar era trabajar en alguna de las escuelas de la red, había otros requisitos también pero tenían más que ver con nuestro rol como docentes o miembros de los equipos de conducción.
¿Levantó la mano desde el comienzo, como hacen los chicos, pidiendo viajar?
-No, la verdad es que vi la propuesta en la vorágine de mails que llegan, estoy como equipo de conducción en la escuela, y la verdad es que lo vi y lo pasé. Fue la directora de otro nivel, del área primaria, la que me dijo ‘‘Laura, tenés que ir vos’’. Nosotras estamos dentro de un proyecto que se llama ‘Dejá tu huella’ en el Colegio Wolfsohn, trabajamos en ámbitos de aprendizajes interdisciplinarios, en la primaria, junto con su directora, que fue quien me dijo que esto era para nosotros, justamente para trabajar con todo lo que tiene que ver con el desarrollo sustentable y nuestro hashtag era #DejaTuHuella y #TikunOlam, como para unir no solo las materias y las asignaturas de los chicos sino también el área judaica y el de inglés. Nuestro recorrido era hacer ‘‘Dejá tu huella 2’’ y darle una impronta fuerte a nuestra relación con Israel como escuela de la red.
¿Sintió mucha adrenalina durante el viaje?
-Sí. Me presenté al proceso de selección y uno siempre duda de si lo elegirán o no. Y luego me generó mucha adrenalina porque no es una de las áreas en la que yo estoy más fortalecida y no conocía tanto lo que era el Keren Kayemet y todos los objetivos que se propone, de eso me doy cuenta recién ahora, después del viaje. Llegar a Israel, encontrarse con un grupo, todo lo que tiene que ver con el itinerario previo que nos enviaron, zonas y espacios que no conocía, y uno empieza a hacer esa búsqueda previa para saber más. Todo estuvo muy organizado desde el primer minuto, los horarios fueron muy estrictos, algo que me gusta mucho personalmente. Los guías argentinos y los que nos recibieron en Israel estaban muy involucrados. La logística para trasladarnos o las comidas también estuvieron muy bien organizadas.
¿Qué enseñanzas se trajo del viaje?
-Este fue mi tercer viaje a Israel, las veces anteriores había ido por otras cuestiones. En esta oportunidad conocí realmente lo que es Israel, y en esto tiene que ver como espacio cultural, histórico, en los conceptos de lo que es una Start-up Nation, que uno la lee en los textos o la revisa, el involucramiento de la población en esto, más allá de las autoridades y, sobre todo, el espíritu de pueblo, de unión, de fraternidad y de apertura hacia los otros. Yo como una persona no judía me sentí como incluida en esto de poder participar y especialmente para cargarme no solo con conocimiento e información que son importantes para nuestros alumnos, sino también la energía para aportar y para hacer seguir creciendo a nuestros alumnos, y el orgullo de formar parte, que uno a veces puede sentirse como que está afuera pero en este caso me sentí parte, me sentí adentro. Creo que eso tiene que ver con seguir los lineamientos de las escuelas en las que trabajamos para que nuestros alumnos puedan conocer un poco de lo que nosotros vimos y toda esa información que tenemos transformarla en conocimiento, pero no solamente conocimiento teórico, de libros, sino aplicable, para que podamos también en la diáspora incrementar ese orgullo de ser parte.
¿Es la primera vez que viaja con el sombrero del KKL o una capacitación docente?
-Sí, exactamente. Es la primera vez que tengo además un involucramiento con el KKL. Mi relación previa era simplemente por haber pedido plantar un árbol dentro del colegio o saber que ellos habían plantado algún árbol. Eso era lo poco que conocía del KKL y ahora se me abrió un mundo.
¿Qué le va a aportar su visita al alumno?
-Primero, resignificar el rol del Keren, que no es solamente la cajita azul y el árbol, sino que tiene que ver con proyecto, con la realización y concreción de esos proyectos. Hoy se trabaja mucho con el concepto de agente de cambio, entonces inauguramos esto en los alumnos, desde que son chicos hasta que están terminando quinto año del secundario, en transformarse no en consumidores de información, sino que esta información ellos la transformen, la apliquen y se puedan convertir en agentes de cambio. Porque todas las propuestas que hemos visto realmente es de agentes de cambio, desde un vivero donde se hacen injertos de plantas distintas que puedan ser compatibles con el territorio de Israel, hasta un museo que informar distinto, con altas tecnologías. La idea es que esto también los alumnos lo puedan ver y que les dé un abanico de posibilidades. Yo siempre pienso que la educación es el abanico de oportunidades que les damos a los alumnos. La educación es poder revisar qué me gusta, cómo lo puedo implementar.
-¿Los chicos fueron buenos receptores de lo que en este corto tiempo pudo trasmitirles?
-Los chicos son buenos receptores y entusiastas hoy en día de poder generar cosas ellos mismos. Lo que nosotros hacíamos, que era escuchar a un docente y repetir lo que decía, desde hace año eso los chicos no lo quieren. Quieren hacer, quieren cambiar el mundo. Tal vez se acostumbraron también a que pueden hacerlo y lo que les falta un poquito es atreverse a hacerlo. Me parece que a veces los docentes, más allá de impartir conocimiento, somos estas vías para que puedan animarse. No como eslogan, sino que se animen en pequeñas cosas cerca de su casa, dentro del colegio, en su comunidad. Que puedan ser proactivos, traer ideas.
-¿Cuán importante es lo que usted vivió para que se siga repitiendo para fortalecer la red escolar de la comunidad? ¿Cómo vio al resto de los docentes del mundo con los cuales compartió este viaje?
-Me parece que una quiere compartir la oportunidad con sus colegas y compañeros a lo mejor no viajaron. Hoy se trabaja mucho en red. Los docentes tenemos la capacidad de trabajar en equipo generar comunidades de aprendizaje. Más allá de que uno pueda ser embajador de una institución, lo bueno y lo rico es armar comunidad. Entonces, la posibilidad de que otro también lo pueda vivenciar genera una multiperspectiva. Cada uno de los docentes quedó impactado en cada una de las cosas que le llamó la atención, pero también como equipo. Se armaron proyectos ahí, pensamos desde nuestros países otros proyectos, incursionamos en las propuestas de otros colegas de otros países. Y nos involucra más allá de la escuela donde estemos, porque con los diez argentinos que trabajamos en escuelas distintas dentro de la comunidad, realmente nos hicimos aportes y seguimos en contacto. Hay una idea de continuar, armamos carpetas para compartir fotos, datos que uno tomó. También estamos haciendo esa comunidad de aprendizaje. El trabajo empieza ahora, no en el viaje.
-¿La Argentina estaba cerca o lejos de los otros países respecto a Educación?
-Me parece que Latinoamérica como un todo tiene sus fuerzas, sus potenciales. Lo que tiene rico América Latina es sus grandes docentes que son flexibles a las circunstancias, a las instituciones. Argentina me parece que tiene sus fortalezas en el recurso humano que tiene, también en las familias que llevan a sus hijos, que promueven seguir yendo a escuelas judías, que les interesa que sus hijos tengan estos principios y vean a Israel como un espacio de orgullo. Me parece que Argentina tiene esa fuerza, que es propia también de los países latinoamericanos.
-¿Le gusta Israel?
-Sí, me gusta. Lo aprendí a conocer. Este es mi tercer viaje. En los primeros dos fui muy de estudiosa, a tomar nota, eran otras temáticas distintas. Me gusta. Le encuentro cosas que me resultan significativas. Tengo mi ciudad favorita, ya. Jerusalem me parece que es el espacio más cómodo para que todos estemos. De hecho, a gente no judía le propongo que debiéramos viajar a ahí primero antes que a otros lugares que pretende ir. Me parece que es el lugar donde espiritualmente, aun cuando yo soy muy laica en mi vida cotidiana, es donde uno se conecta con otras cosas y aprende mucho. Yo tengo la suerte de viajar mucho a otros países, pero Israel tiene algo que te hace sentir bien. Yo no hablo hebreo e igual me puedo comunicar bien, y eso en otros lugares no pasa.
También Israel me llama la atención en ciertas prácticas que me gustaría que se replicaran en Argentina y que me hacen reflexionar, porque es muy interesante que un Estado que no es tan nuevo me atraiga muchísimo.
Así que siempre mi gratitud al KKL, porque realmente han hecho un viaje impecable. No solo en información, sino para que estemos de estudiantar. De transformarnos un ratito los docentes en estudiantes y aprender para seguir enseñando.