Itongadol.- Dentro de unos meses conmemoraremos el 80ª aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el 1º de septiembre de 1939 en la que se enfrentaron dos grandes frentes: los integrantes “Del Eje”: Alemania, Italia y Japón, y los “Aliados”: Gran Bretaña, Francia y Polonia en su inicio a los que se agregaron luego Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y meses después los Estados Unidos de América.
Formalmente la conflagración mundial se inició cuando en la madrugada del 1ª de septiembre de 1939 un acorazado alemán, el Schleswig-Holstein, atacó la base polaca ubicado en la península de Westerplatte, en las cercanías de Gdansk, a la vez que fuerzas militares cruzaban la frontera alemana polaca invadiendo Polonia y culminó en Europa el 8/9 de mayo de 1945 con la rendición incondicional de Alemania y en Asia el 2 de septiembre de 1945 cuando el Imperio de Japón firma su rendición condicional, luego de haber capitulado sus fuerzas días antes, el 14 de agosto.
Según estimaciones el costo en vidas humanas de la Segunda Guerra Mundial fue de 60.000.000 de personas, lo que representaba el 2% de la población mundial de la época, casi la mitad de esas 60.000.000 millones de personas eran civiles entre los que se cuentan los 6.000.000 de judíos aniquilados por los nazis y sus colaboradores antisemitas en los territorios que llegó a dominar.
Pero la conmemoración de la Segunda Guerra Mundial no debería ceñirse a la fecha en que la Alemania nazi invadió Polonia sino a los antecedentes que permitieron que Hitler se consolidara como el Führer alemán e iniciara su conquista de Europa y la eliminación de los judíos, primero quitándoles todos sus derechos, luego encerrándolos en guetos y finalmente eliminándolos utilizando métodos industriales.
Por un lado están las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en Europa y las ansias del Japón Imperial de dominar el territorio de China, y el sudoeste asiático. Por otro el miedo que en los países de Europa, y en cierta medida en los EE.UU. de que la revolución bolchevique se expandiera y los partidos comunistas lograran acceder democráticamente al poder, para lo cual el ascenso de Hitler al poder como la consolidación de ideologías fascistas en Italia y España, servirían de freno a la expansión marxista leninista que Stalín estaba intentando llevar a cabo.
Dentro de esta línea de pensamiento son comprensibles que las potencias europeas, y también EE.UU., hayan permitido el rearme de Alemania; la consolidación del poder de Mussolini y su expansionismo en el norte de África; que fuerzas militares alemanas e italianas apoyaran a los rebeldes españoles contra el gobierno de la República Española, que culminó con la asunción de Franco al gobierno de España; el Anschluss (unión, reunión o anexión) de Austria por parte de la Alemania Nazi y luego los Sudetes, los territorios de Bohemia, Moravia y Silesia oriental que formaban parte de Checoslovaquia, porque la población era mayoritariamente de habla alemana.
Las potencias europeas, Gran Bretaña y Francia justificaron su política diciendo que de esta manera apaciguaban a Hitler a fin de evitar la Segunda Guerra Mundial.
También que no reaccionaran efectivamente ante las Leyes de Nürenberg segregando oficialmente a la población judía, ni tampoco al progrom de la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, la Kristallnacht, en que a mansalva se asaltaron e incendiaron innumerables instituciones y casas judías, entre las que se contaron unas mil sinagogas, se arrestaron a unos 30.000 judíos.
La política de apaciguamiento le sirvió solo a la Alemania Nazi, pues le otorgó los territorios que Hitler reclamaba como parte de Alemania y porque a la vez le permitió formar un ejército moderno, que en menos de un año se apoderó de Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca, y gran parte de Francia, y se dividió Polonia con la URSS, como lo establecía una cláusula secreta del “Tratado de no Agresión entre Alemania y la URSS”, conocido como el “Pacto Ribbentrop-Mólotov” por el apellido de los ministros exteriores que lo firmaron en agosto de 1939: Joachim von Ribbentrop de la Alemania nazi y Viacheslav Mólotov de la URSS.
Hitler siempre consideró el “Pacto Ribbentrop-Mólotov” una maniobra táctica y temporal para ganar tiempo antes de atacar a los bolcheviques, cosa que hizo casi 2 años después, cuando los nazis iniciaron la operación “Barba Roja”, invadiendo los territorios dominados por la URSS.
Para algunos historiadores Hitler desde el mismo momento en que publicó “Mein Kampf (Mi lucha)” el 18 de julio de 1925, dio a conocer cuáles eran sus ideas, que el partido “Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei –NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán), comúnmente denominado Partido Nazi, llevaría a la práctica cuando llegara al poder: tratar de castigar a los culpables de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y conseguir el territorio necesario para desarrollar el país dominando a todas las razas inferiores, donde una debía ser eliminada: la judía, mientras las sojuzgadas al servicio de la raza superior, la aria de la que los germanos integraban.
Pese a todos estos antecedentes, el liderazgo mundial de occidente miró para otro lado mientras Hitler no atacó a sus países y fue cercenando los derechos de las poblaciones judías de Alemania y los territorios que dominó con la anuencia de los gobiernos de las potencias europeas de las décadas del 20 y 30 del siglo pasado: Gran Bretaña y Francia.
Es por todo lo expuesto que consideramos que la conmemoración del aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, no puede ceñirse a una fecha sino que debe ser permanente a lo largo de todo el año.