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*El rebrote de intolerancia en Paraná

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nombre de Cristo rey

La reciente amenaza anónima al presidente de la DAIA de Paraná, Eduardo Furman, suma un nuevo caso a la lista de hechos preocupantes que se han registrado en la capital entrerriana. La expresión «Viva Cristo rey» junto a una svástica y una calavera, con lo que se buscó amedrentar al dirigente de la comunidad judía, hace rememorar otros hechos de intolerancia. Fue ése el grito de guerra con el que se había agredido al rabino Daniel Dolinsky y al comerciante Eduardo Altman hacia fines del año pasado. En ese caso, se pudo comprobar recientemente que el agresor forma parte de una comunidad católica conservadora, con reconocimiento del Arzobispado de Paraná, y que tiene a cargo una escuela de enseñanza primaria en la zona sur de esta ciudad. El padre de una alumna alertó sobre lo que estaba pasando, identificó al agresor del religioso judío y debió retirar a su hija del colegio. Además, otra persona que formó parte del grupo le contó por escrito a ANÁLISIS, detalles de esa célula fascista en la que se reivindican los gobiernos totalitarios y se defenestra la democracia. «El grupo nuclea a unas 150 ó 200 personas que van desde los 10 a los 50 años», reveló el testigo directo, a la vez que habló de la «peligrosidad y fanatismo» que los moviliza.

«Viva Cristo rey» es el sello que lleva una nueva acción de intolerancia que salió recientemente a la luz y que tuvo como destinatario al presidente de la seccional Paraná de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Eduardo Furman.

El dirigente de la comunidad judía recibió en su oficina un sobre con la imagen de una calavera, con una cruz svástica y la inconfundible frase: «Viva Cristo rey». Hay que recordar que ese mismo grito de guerra fue el que lanzaron los jóvenes de escuela secundaria que agraviaron al rabino Daniel Dolinsky en diciembre del año pasado, cuando tomaba parte en un debate multisectorial para opinar sobre un proyecto de ley del vasectomías y ligaduras de trompas de Falopio en hospitales entrerrianos.

«Andate, judío, que Argentina es un país católico», fue la frase con la que comenzaron a increpar al comerciante local Eduardo Altman, para luego seguirla con el religioso judío que es oriundo de Santa Fe. La expresión desnuda una fobia extrema, al punto de excluir de la condición de argentino a quienes no se consagran como católicos de corte ortodoxo, y extenderlo con amenazas concretas.

Hablan en nombre de la Iglesia Católica Apostólica Romana y se referencian con el pontificado de Pío XII, con lo que no hacen más que dar crédito a la idea de que se trató de un jefe político de la Iglesia que mostró, cuando menos, pasividad ante las atrocidades nazis. También reivindican el gobierno arquidiocesal de Adolfo Servando Tortolo y a nivel mundial admiran al ultraconservador Marcel Lefevre, quien nunca aceptó los cambios del Concilio Vaticano II, aprobados bajo el papado de Juan XXIII. Son los conservadores que aún tienen peso dentro de la Iglesia de Paraná.

Se niegan a aceptar también la Declaración Nostra Aetate del mismo pontífice, por medio de la cual la Iglesia –después de siglos de un camino contrario– desautoriza el odio a los judíos. En cambio, reivindican la teoría «del crimen de deicidio» inventado por Melito de Sardes en el año 150, que centra la responsabilidad de la muerte de Cristo en los judíos.

En Paraná, se han revitalizado tras la renuncia al Arzobispado de Paraná que por cuestiones de edad debió realizar Estanislao Karlic, a quien acusan de ser judío, por el apellido de su madre. En esta capital provincial despliegan una activa tarea de reclutamiento de jóvenes mediante diversas instituciones que giran en torno a la entidad madre de estos sectores indisimuladamente fascistas: el Cuerpo Juvenil de la Fuerza Aérea – Unidad Nº 4 de Paraná.

La agrupación –conocida en la jerga íntima como la unidad– funciona actualmente en las instalaciones de la escuela primaria El Madero (Avenida Ramírez sur, a unos 200 metros de calle Juan Báez). Allí, alejado del ruido de la ciudad, este grupo despliega sus prácticas de adoctrinamiento, difunde sus efemérides –en las que no faltan las citas elogiosas a criminales de la última dictadura militar, entre ellos a Ramón Camps–, y profundizan en autores fuertemente ligados al nazismo, fascismo y franquismo.

Los sábados por la tarde, suele escucharse en torno marcial la canción «Cara al sol», con las que los falangistas del dictador español Francisco Franco iban a la guerra civil. Esto ocurre hoy en la ciudad de Paraná.

No se trata de una secta desconocida; estas células funcionan con el conocimiento del Arzobispado de Paraná. Incluso el obispo Mario Maulión nombró como apoderado legal de la escuela El Madero al sacerdote Alberto González Guerrico, directivo de la Universidad Católica de Paraná. El sacerdote y vicario de Educación se hizo conocido en la capital provincial cuando a principios de la década de 1990 prohibió la difusión de un video sobre prevención del sida, realizado por el médico Alfredo Miroli, uno de los principales referentes argentinos de la lucha contra esa enfermedad.

La designación de González Guerrico como responsable espiritual de El Madero, no dejó de llamar la atención en el mismo seno de la Iglesia, debido a que por una cuestión de proximidad hubiese correspondido otorgársele esa responsabilidad a los curas de la parroquia Santa Lucía. Así es la práctica habitual en el seno de la Iglesia: las parroquias extienden su jurisdicción por la geografía inmediata, abarcando las entidades católicas que en ella se comprendan.

Pero ocurre que a la escuela El Madero, tanto como a «la unidad», les desagrada enormemente la tendencia carismática del sacerdote Alfredo Nicola. Quienes participan activamente de las actividades parroquiales de Santa Lucía, no pueden dejar de pensar en sus vecinos cada vez que reciben algunas expresiones hostiles, por utilizar guitarras en sus misas, por ejemplo.

Cuando Furman presentó la denuncia policial en la Comisaría Segunda de Paraná, el martes pasado, se limitó a registrar el caso. Por el momento no hay nada que pruebe de dónde salió ese sobre con su nombre y los símbolos nazis, aunque las presunciones se centren en un par de puntos.

Distinta es la situación de la agresión al rabino Dolinsky y al comerciante Altman, cuyo agresor fue identificado por la Justicia Federal, en el marco de las actuaciones por la denuncia que se inició a instancias del abogado Julio Federik y de la diputada del bloque La Red, Lucy Grimalt.

En este caso, hay que decir que quien espetó los reproches contra los judíos presentes en el debate realizado a fines del año pasado en la sede de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, está vinculado a la escuela El Madero.

Un militante político de La Red declaró en la sede judicial que reconoció al agresor cuando estaba recibiendo una distinción en un acto escolar que, precisamente, se desarrollaba en la mencionada escuela católica. Fabricio Gabás le contó a ANÁLISIS que él participaba de una actividad escolar como padre de una alumna cuando observó al agresor de Dolinsky.

Gabás terminó por retirar a su hija del establecimiento, luego de advertir la concepción ideológica marcadamente fascista de la entidad. Comentó en diálogo con este semanario, que por toda la escuela se encuentran inscriptas leyendas de espeluznante reivindicación totalitaria. «El error no tiene derechos», dice uno de los refranes menos violentos.

Por esos días se podía ver la foto de un militar, pegada sobre una pizarra, considerado como un «héroe muerto a manos de la guerrilla marxista durante 1976», según se podía leer. Todo eso en una escuela primaria de Paraná.

Gabás comentó que el agresor del rabino y del comerciante judío, forma parte activa de la escuela El Madero.

El testimonio del padre alertado coincide con lo que una oyente contó fuera del aire a la producción del programa En el 2000 también, que conduce el periodista Antonio Tardelli por FM Capital. La docente se refirió en similares términos a la escuela El Madero, donde ella estuvo haciendo un trabajo de campo.

«Extraído del medioevo»

Una carta que hasta ahora nunca había salido a la luz, revela detalles de la actividad de la escuela El Madero. Quien la escribió, lo hizo con el convencimiento de que la agresión a Dolinsky salió de una persona vinculada a esa entidad, y el dato fue aportado varias semanas antes de que la Justicia pueda dar con el autor de la agresión.

«En primer lugar, el nombre original del grupo es Cuerpo Juvenil de la Fuerza Aérea – Unidad Nº 4 de Paraná, ya que existen otras, en Córdoba y en Buenos Aires», dice la persona que escribió la carta. Pidió no identificarse y dijo que su intención de revelar lo que acontece en la entidad, de la que alguna vez formó parte, surge ante «los daños psicológicos que causan en los jóvenes».

Cuenta que «es un movimiento que no pertenece a la Fuerza Aérea; su nombre obedece a que su fundador perteneció a ella. Tampoco pertenece a ninguna parroquia en particular. Está dirigido por personas laicas, y todo está distribuido de una forma militar, dividido en áreas masculinas, femeninas, compañías y secciones, en las que existen jefes y subjefes».

«Los jóvenes que allí ingresan –revela la misiva– lo hacen a través de una especie de campamento de prueba. Si lo pasan se les permite continuar en el grupo, sean mujeres o varones. El grupo nuclea a unas 150 ó 200 personas que van desde los 10 a los 50 años. Se buscan especialmente jóvenes, pero como algunos ya han crecido tienen varios hijos dentro del grupo».

Según la información, «a través de juegos, deportes, campamentos, se atrae a la gente y luego se le da instrucción militar y charlas, en las cuales se le va coartando la libertad de pensar. El conocimiento de esta gente es sumamente cerrado, y aquél que no comparte o cuestiona sus ideas es sutilmente expulsado».

La entidad católica tiene normas inflexibles que aplica entre los jóvenes. Es llamativo ver a los adolescentes darse la mano, aún entre chicas y muchachitos. Revela la persona que escribió la carta que «las normas son claras: a los jóvenes no se les está permitido escuchar otra música que no sea folklore, ir a confiterías, ponerse de novios antes de los 17 años y sin pedir permiso a los jefes, que darán el aval de la relación (en general se casan entre ellos). No se les permite viajar a Bariloche en 5º año. En realidad funciona con todas las características de una secta, más que de una religión».

Acaso en este punto de la nota sea necesario recordar que se trata de una entidad reconocida por el Arzobispado de Paraná, con una escuela privada a cargo de la que participa un sacerdote como representante legal.

«No contentos con el daño psicológico que causan a los jóvenes –continúa el escrito– han fundando un colegio donde ellos mismo son docentes, donde pueden ejercer su maléfica influencia sobre niños». «El colegio se llama El Madero y está ubicado en Avda. Ramírez al final (pasando Juan Báez). Allí también funciona el grupo los sábados por la tarde. Es un predio que fue construido con el esfuerzo de los jóvenes que allí asisten, pero, ¿a quiénes les pertenece realmente?», se pregunta quien escribió la nota antes de dar los nombres de «los principales cabecillas de este movimiento». Carlos Abud (abogado de la AFIP), Alberto Abud (profesor en Ciencias de la Educación), Roberto Leone, Dante Erbetta (abogado), Jordán Abud (psicólogo a cargo, entre otras personas, del Centro de Ayuda para Trastornos de la Ansiedad Kairos)… y la lista es muy larga», apunta el escrito.

La persona denunciante trazó en su narración una breve reseña sobre la unidad, y no omite decir los inconvenientes que incluso han tenido algunos sacerdotes católicos que no son del agrado del grupo. Da crédito incluso a un artículo «publicado por la revista ANÁLISIS aproximadamente en el año 1990», dice. Se refiere concretamente al padre Juan Pablo Esquivel, quien denunció agresiones físicas y persecución por parte de personas de la unidad, según recuerda la carta enviada a este semanario.

«Con esto –finaliza diciendo la pieza escrita– hago referencia a la peligrosidad y fanatismo que moviliza a estos individuos, que hacen prevalecer su pensamiento sobre cualquier otro (sea judío, católico o de cualquier índole). Lo que aquí cuento es verdadero, aunque parezca extraído del medioevo».
Por Pablo Riani
Semanario Análisis de Paraná

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