Itongadol.- Compartimos una de las historias y reflexionamos junto con los bibliotecarios. Hace dos semanas IWO recibió el llamado de Marina Aizen. Marina es la nieta del famoso artista del Filete porteño Leon Untroib Z”L. Años atrás, su familia había donado al IWO la colección de materiales de su abuelo al archivo histórico. Pero en esta oportunidad se trataba de algo diferente. Marina quería donar al archivo histórico una colección de documentos que no estaban relacionados con su familia. Los documentos habían pertenecido a inmigrantes judíos que llegaron a la Argentina en distintas épocas.
Ezequiel Semo, bibliotecario de IWO, es la persona que coordina los ingresos de donaciones de archivo. Él recibió el llamado. Marina le contó que cuando trabajaba en el ministerio de trabajo de la Nación mantenía contacto con muchos abogados, que en esa época ella también estudiaba grabado en el profesorado de arte y que un abogado le entregó esos papeles pensando que podrían servirle como materia prima para su obra artística. Ella recibió esos materiales pero decidió conservarlos tal como estaban.
Silvia Hansman, directora del archivo, se encontró con la colección sobre la mesa de trabajo: “Cuando vi los materiales quedé impactada por la variedad de la documentación: pasaportes polacos, rumanos y egipcios, certificados, permisos trabajo, ketubot, libretas de casamiento… La colección parecía una síntesis de las distintas corrientes migratorias que conformaron nuestra comunidad. Algunos materiales se veían en perfecto estado, otros estaban muy contaminados con hongos y moho. Lo primero que teníamos que hacer era limpiarlos. Cepillar página por página para retirar todas las esporas posibles. Mientras nos dedicábamos a la tarea mecánica de limpiar el material buscábamos indicios de su origen: ¿A qué estudio de abogados pudo pertenecer la colección? ¿Serian documentos para gestionar trámites de ciudadanía?”
Mientras ordenaba los materiales Ezequiel quedó hipnotizado por una libreta de casamiento: “El matrimonio era Sefaradí: Soriano-Sasson” dijo. “Vi la procedencia de los mismos, Turquía… Este origen estaba íntimamente ligado con mi descendencia por parte paterna, que también es de origen sefaradí turco. Al seguir mirando veo que tiene registrados cuatro hijos y el menor se llama José Soriano, nacido en 1929. Recordé que una amiga, Tali Akuka, me había contado que su abuelo se llama José Soriano. Si… igual que el actor que es de origen Italiano.”
Ezequiel saco una foto del documento con su celular y se la mandó a su amiga. Sorprendida, Tali le respondió el mismo día y le mandó el teléfono de su abuelo para que Ezequiel se ponga en contacto. Ella no podía llamarlo porque estaba en un viaje de reencuentro con sus orígenes: Israel, Marruecos, Egipto y España. “Yo lo llamé enseguida y él me atendió al primer llamado. Efectivamente sus padres eran Alejandro Soriano y Sultana Sasson, y él había nacido en 1929!”
Esa misma tarde José Soriano se acercó al IWO. Ezequiel nos cuenta como fue el encuentro: “José estaba muy feliz. Era la libreta de casamiento de sus padres. Nos quedamos charlando un buen rato sobre la historia de su familia. José nos contó que sus padres habían llegado desde la Isla de Rodas, que estando en Argentina se enteraron de la muerte de su abuelo durante la Shoa, y que estuvieron ligados a los orígenes del templo Chalom de la calle Olleros. También nos contó sobre la fábrica de delantales y batones que fundó su padre y que hoy, él, con sus 87, años sigue haciendo funcionar junto a su mujer Noemi Mohadeb.”
Para Silvia, la función del archivo es prevenir la amnesia: “Los archivos no almacenan memoria pero nos ofrecen la posibilidad de crearla. Nuestra misión como archivo es asegurarnos que el material no se pierda y brindarle a todas las generaciones acceso al material. Así garantizamos la capacidad de construir memoria y dar forma a nuestras identidades, tanto para revisarlas como para consolidarlas.” En esta época del año en la cual reflexionamos sobre nuestras acciones, también reflexionamos sobre nuestro trabajo y cómo mejorarlo. Sabemos que es un trabajo colectivo y que necesita del compromiso de todos. Las personas que donan los materiales, las personas que vienen a consultarlo, los voluntarios que donan su tiempo y los patrocinadores que brindan los recursos para conservar los materiales”
“No todos los días hay coincidencias así, pero cada documento, cada colección tiene su historia” dijo Ezequiel. “por eso es muy importante que los materiales lleguen al archivo y que no se rompa la cadena de la memoria entre generaciones”
Esta fue una de las historias uno de los encuentros que nos ofreció esta colección. Muchos otros reencuentros están por ocurrir. Shaná Tova y Gmar Jatima Tova.