Inicio NOTICIAS Comandante israelí, a 10 años de la Segunda Guerra del Líbano: \»Los valores de nuestra tradición y nuestra historia nos impulsan en la vida y en el campo de batalla\»

Comandante israelí, a 10 años de la Segunda Guerra del Líbano: \»Los valores de nuestra tradición y nuestra historia nos impulsan en la vida y en el campo de batalla\»

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 Itongadol/AJN.- Así expresó en diálogo con la Agencia Judía de Noticias, el mayor Omir Hodorov, comandante de las Fuerzas de Defensa de Israel, quien con apenas 21 años lideró una de las unidades de élite secretas de la Segunda Guerra del Líbano.

El 12 de julio de 2006 un comando de Hezbollah atacó a soldados israelíes y cruzó la frontera para secuestrarlos. Los terroristas libaneses iniciaron, de esta manera, un conflicto bélico que empezó con el secuestro y asesinato de Eldad Regev y Ehud Goldwasser y terminó, un mes después, con la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU. Si bien la medida tuvo como objetivo limitar las actividades de esa organización terrorista en el sur de ese país, ésta logró incrementar su arsenal.

El ataque provocó la respuesta israelí, que desencadenó en Segunda Guerra del Líbano, un mes de conflicto en el cual esa organización terrorista disparó más de 4.000 misiles contra civiles.

Durante el enfrentamiento, uno de los cuerpos de artillería comandados por el entonces veinteañero Omir Hodorov opuso una impresionante resistencia a los más de 4.000 misiles disparados por las fuerzas del grupo terrorista contra civiles israelíes.

A 10 años de la Segunda Guerra del Líbano, el mayor Omir Hodorov compartió su experiencia en diálogo con la Agencia Judía de Noticias.

“Entré a la guerra dos semanas después de terminar el curso de oficiales, cuando secuestraron a Regev y Goldwasser. Entré a una guerra que no fue prevista, que fue sorpresiva, en la que tuve que aprender a atacar objetivos muy relevantes y donde, por otro lado, como comandante de un grupo de jóvenes soldados, tuve que aprender a pensar en su seguridad”, expresó Hodorov.

-Ahora tiene 31 años, eso quiere decir que tenía 21 años cuando empezó la guerra ¿Supo usted en qué se estaba metiendo?

-Crecí en una casa con un padre militar. Los valores con los que crecí fueron los que me hicieron saber actuar en momentos de emergencia, porque no se sabe que puede pasar en la guerra. También participe en el Operativo Margen Protector (2014) y Pilar Defensivo (2012) en Gaza y no se puede saber a lo que uno se está enfrentando, solo se puede confiar en el instinto de supervivencia y los valores que tiene uno mismo. Lo que aprendí y descubrí entonces, y hoy también, es la responsabilidad que tienen los comandantes sobre los soldados y lo importante que es saber tomar decisiones. Es una experiencia que te cambia la vida.

-¿Cuál es la lección más importante que le quedó de la Segunda Guerra del Líbano?

-Son dos. La primera es que esta guerra sacó a los mejores líderes y comandantes que jamás existieron. Gente con motivación y valores. Y lo segundo que destaco es la capacidad de cambiar en tiempo real. Una de las cosas más importantes hoy en día en el ejército moderno es la capacidad de adaptarse, cambiar y mantenerse relevantes todo el tiempo. Para mí es lo más importante: tener la capacidad de adaptarse a los cambios y conservar los valores con los que uno creció. Uno los puede llevar a cualquier lugar a donde vaya, pero no debe abandonarlos nunca.

-Las FDI están preparadas para hacer frente a amenazas como Hezbollah y sus armas nuevas y modernas. ¿La población del norte de Israel puede estar tranquila?

-La población puede estar tranquila, el ejército está preparado para hacer frente a todo tipo de amenazas.

-Las Fuerzas de Defensa de Israel tienen algo que no tiene ningún otro ejército en el mundo. A pesar de ser un país muy pequeño en una zona muy conflictiva, tiene algo especial. ¿Qué es lo que hace que esos soldados se conviertan en parte de todas nuestras familias? ¿Se puede explicar este sentimiento?

-Eso se lo puedo atribuir a los valores, enseñanzas y tradiciones con las que fuimos criados. Las tradiciones judías e israelíes. Nosotros estamos protegiendo nuestra casa, no vamos a defender un lugar que no es nuestro. Los valores con los que crecimos son los valores que nos incentivan. El chico israelí que llega a los 18 años y que recibió lecciones de historia, educación judía y estos valores, no piensa dos veces antes de enfrentarse a cualquier enemigo u organización. Estos son los valores que te empujan hacia adelante en el campo de batalla.

-¿Cuál fue el momento más difícil por el que tuvo que atravesar en la Segunda Guerra del Líbano?

-No recuerdo un momento difícil puntualmente, pero si recuerdo que los momentos más complejos y exigentes se dieron en los operativos. Pero no recuerdo un momento traumático o complejo. Recuerdo un momento particular en el que la mamá de uno de los soldados que estaban a mi cargo nos llamó (al lugar donde estábamos establecidos) porque su tía, que tenía cáncer, estaba agonizando. Entonces le dije al soldado: ‘Juntá tus cosas y andate a casa’. Y él me dijo: ‘No, no me puedo ir, estamos combatiendo una guerra’. Y le conteste: ‘La familia viene primero, si no ves a tu tía ahora, probablemente no la veas cuando regreses’. Eso requirió de mucha madurez y capacidad de decisión, porque finalmente se fue a la casa, y pudo ver a su tía antes de que falleciera. Hasta el día de hoy mantengo el contacto con su madre, que me agradece que su hijo haya podido despedirse de su tía. Esas son las cosas que te quedan para toda la vida.

-¿Cuáles de esos valores que recibió del ejército aplica en su vida diaria?

-Lo primero y principal es que aprendí a tomar todo de manera normal, con perspectiva. En el ejército uno presencia amenazas, peligros y lamentablemente también muertes, pero aprendes a tomarlo con perspectiva. Segundo, el poder tomar decisiones. Tercero, y lo que destaco por sobre todo, es que además de ser comandante soy un ser humano. Eso le digo a mi unidad: ‘Primero soy un humano, me llamo Omri, y después soy comandante’. El ejército me ayudó a ser un mejor ciudadano y a amar más la tierra en la que vivo.

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