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Itongadol/AJN.- Fred Pressner, ex presidente de la CAIV, Consejero del Instituto Latino y Latinoamericano y miembro de la Junta de Gobernadores del American Jewish Committee, destacó, en diálogo con la Agencia Judía de Noticias, la importancia de “el poder conocer a tanta gente de países distintos Latinoamericanos con problemas comunes”. Sus comentarios se hicieron en el marco de la celebración del 10º aniversario del Instituto Belfer para Asuntos Latinos y Latinoamericanos del AJC que se realizó del 8 al 10 de noviembre en la Ciudad de México.
¿Qué significa para usted estar aquí y festejar los 10 años de Instituto Belfer?
He compartido nueve de sus diez años y para mí ha sido una oportunidad increíble. Primero el ser parte y pertenecer a un grupo de gente realmente particular. Es el poder conocer a tanta gente de países distintos Latinoamericanos con problemas comunes, con la posibilidad de intercambiar ideas y de mostrarnos solidarios unos con los otros. Pero sobre todo creo que formar parte de esta gran familia del AJC y del Instituto, donde entendemos que la parte latinoamericana debe tener una presencia importante en EEUU a través del AJC y el tema de la diplomacia global, es una oportunidad especial. He sido impresionado de la capacidad y del intelecto de los profesionales que forman parte del AJC y sigo tardando tiempo en entender o asimilar la cantidad de cosas que hacen para el mundo judío.
Ante la crisis que está pasando Caracas, ¿qué labor tuvo el AJC y las comunidades? ¿Aprendieron a cuidarse entre sí?
Hablando con amigos recordé un evento en particular. A los 40 años hubo una celebración planificada junto con el AJC y fue una muestra de lo que uno puede hacer en la planificación de estrategias. La idea más importante para todos y uno de los objetivos que teníamos que lograr era que Cristina Kirchner fuese la oradora, y lo logramos. Tuve una entrevista previa con Néstor Kirchner, en la que él nos dio permiso de que viniera su esposa, quien finalmente vino. No voy a hablar del tema de que Hugo Chávez estaba furioso porque ella había venido a hablar aquella noche con nosotros, pero fue posiblemente la noche diplomática más importante que se registró jamás en Venezuela. Hubo 80 embajadores que vinieron a escucharla a Cristina. El AJC hizo el contacto, algo que ella también necesitaba. Ahí empezó a involucrarse la comunidad argentina. Estaba Luis Grinwald y gracias a ese encuentro el AJC le abrió la puerta de Washington a Cristina. Ella luego fue a la ciudad americana, donde fue recibida por el Congreso, y tras ese encuentro el AJC fue recibida de manera muy importante en Buenos Aires cuando empezaron las investigaciones de la AMIA. Lamentablemente, en un momento dado de la historia se volteó. La verdadera Cristina salió de abajo y nos enseñó otras cosas, como el lamentable fallecimiento del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman, la firma del Memorándum de Entnedimiento con Irán y la labor del canciller, que trae recuerdos poco gratos. Argentina, EEUU y Venezuela triangulamos, hicimos un proyecto y marcamos un momento. Eso es el AJC.
¿Cómo fue la relación entre Irán y Venezuela?
Yo creo que hay cosas que nunca vamos a saber la verdad. No estuvimos ahí, no fuimos testigos. Creo que hubo un plan muy bien diseñado en conjunto entre Chávez e Irán para tomar posesión y presencia en el continente latinoamericano. Venezuela fue la puerta de entrada. Creo que los proyectos económicos impulsados fueron exitosos. A nivel venezolano se habla de que los proyectos de Israel con otros son un desastre, de que todos fueron fiasco. Proyectos como fábricas de vehículos, bicicletas y computadoras no fueron realizados. Eso era simplemente un plan bien trazado de presencia iraní en el continente y era la forma de crear geopolíticamente una fuerza en frente de EEUU, porque en definitiva esa era la idea. Y lo hicieron bien.
¿En qué momento ocurrió todo esto?
Unos años antes tuvimos una entrevista con el presidente Chávez. Su primera visita iba a ser a Irán. Una de las cosas que le dijimos fue que él podía ser premio Nobel de la Paz en la medida en la que utilizase su viaje para declarar la paz en el mundo involucrando a Israel e Irán. Él nos dijo: “Lo voy a pensar, es una gran idea”. La embajada (de Israel) todavía estaba en Caracas. Cuando él se encontraba de viaje aquí hubo manifestaciones y pintadas en contra de los judíos, y eso demostró la verdadera idea que él tenía detrás. Ese fue el comienzo de profundización de las relaciones, algo que el gobierno chavista sigue haciendo.
Se está empezando a hablar de que Argentina tuvo un beneficio en esa triangulación entre Chávez e Irán, ¿qué puede contarnos de este tema?
Yo siempre creo que al final la política es economía. Argentina necesitaba vender sus productos y creo que parte de la firma del Memorándum es por eso. Entonces, mientras garantizaba la venta no le importaba el sacrificio de sus principios. Es posible que hubiera alguna triangulación a través de Venezuela. Pero, ¿quién sabe cómo lo manejaron?
¿Se vivieron momentos difíciles o la verdadera crisis comenzó cuando usted dejó la CAIV?
Creo que cada etapa fue difícil. No creo que haya una etapa más fácil que la otra. Cada etapa fueron nuevos retos. Yo creo que cada vez ha sido más difícil. Creo que los judíos en general tenemos que tener una actitud muy perseverante. Y esa actitud es siempre decir qué es lo que tú crees en la vida. Cuáles son tus valores y cuál es tu camino elegido. No es el tema criticar al otro. Sino ser consecuente. En el momento en que empiezas a jugar más a lo político, creo que más bien pierdes. Yo creo que mi comunidad se mantuvo bastante firme, pero a veces hay tentaciones de ser acomodaticios. Yo no creo en el acomodo. Creo que eso al largo plazo se cae en algún momento. Sí creo en mantenernos firmes con nuestros principios. Yo cuando salía de la presidencia, creo que meses después se rompieron las relaciones con Israel y salió la embajada. Yo jamás lloré tanto en mi vida. Ir a decirle adiós al embajador era terrible. Yo no se lo deseo a nadie, porque por primera vez me sentí descubierto. Nosotros estamos muy mal acostumbrados, o bien acostumbrados gracias a D’s, de que, sea como sea, tenemos un país. Entonces nunca se puede dejar a un lado decir que nosotros estamos con el Estado de Israel.
¿Será por tu compromiso que el AJC tiene un gran respeto por tu trabajo? ¿Son necesarios para la estructura judía en el mundo y en Latinoamérica?
A mí no me gusta personalizar, pero yo creo que todos nosotros tenemos alguna posibilidad de contribuir y creo que la experiencia puede ayudar. Si podemos ser parte de este proyecto que se llama un mundo judío que viva en paz, que se sienta bien, reconocido, aceptado en todas partes… yo me siento muy orgulloso de eso. Pero creo que sí debemos participar todos, dar nuestro grano de arena.
Próximamente habrá elecciones en tu país, ¿cómo está la comunidad frente a este hecho?
La comunidad no es un ente aislado, es parte del país. Creo que hay que enfocarlo como un tema nacional y no un tema particular judío. El país está sometido a una crisis nunca vista. Pueden haber interpretaciones, pero la realidad es que vivimos una escasez única de alimento, de medicina, una inseguridad insoportable. Entonces la calidad de vida es el nivel más bajo que ha existido jamás. Hay una oportunidad. La única forma de que este país cambie es que cada uno se exprese. Las encuestas dicen en este momento que efectivamente hay 30 puntos de diferencia a favor de la oposición. Pero realmente más allá de la oposición, no importa el color que tenga, nadie sentirse inseguro, sin posibilidad de resolver un problema de salud o sin tener la posibilidad de alimentación. Hay que reconocer cuando un modelo no llena las expectativas de la sociedad. Este modelo, después de 16 años, no ha llenado las expectativas. Entonces llegamos a un punto de cambio.
Queda el reconocimiento a tu persona y a tu trabajo en el AJC y, por el otro lado, el lado dolor de haber tenido que despedir al embajador. ¿Cómo juntamos las dos partes?
Yo tengo un amigo, una persona a la que le tenga una enorme estima, y que ha marcado mi vida. Esta persona se llama Tata Furmanski. Tata es un hombre que no tiene parangón en la historia judía Latinoamericana. Las cosas que yo aprendí con él son las cosas que me marcaron en mi vida judía a posteriori. Y lo aprendí en distintos tipos de ambiente. Ser orgulloso de quién eres, luchar por tus valores, por lo que tú crees, ser solidario con los judíos en cualquier parte del mundo donde estés y que al final del camino somos solidarios porque uno depende del otro. Somos uno para el otro. Tata para mí me marcó de una gran manera. Y no soy el único. Que D’s le dé larga vida a Tata, porque nos enseñó muchos deberes del judaísmo bajo una óptica distinta. Algunos lo ven bajo el lema intelectual, yo lo aprendí bajo el ADN intravenoso. Si yo lograse transmitir a mis hijos el intravenoso, que salten cuando escuchen una música judía, que le brillen los ojos cuando se prende una vela en shabat, yo estoy feliz.
Estoy contento. Yo ahora paso el 95 por ciento de mi tiempo en EEUU y no tanto en Caracas. Mi madre decía que lo más importante en la vida es que la gente hable de ti. Es secundario si hablan mal o bien. Lo importante es que hablen, porque si no quiere decir que te olvidaron. Yo tengo la suerte que siento que cuando estoy en un ámbito, cualquiera que sea, muchas veces aún sin hablar, la gente sabe que estoy. Por eso soy feliz.
Entrevisté a jóvenes que tuvieron que irse de Caracas a Miami. Lo que más recuerdo es una chica que me dijo que le dolía que a la sinagoga donde pensaba cansarse de blanco no va a poder volver. ¿Esto es así?
Yo creo que ella tiene un alto porcentaje de razón. Es difícil partir, pero una vez que partes, más difícil es regresar. Es como agarrar un vaso, lanzarlo contra el piso, se parte y tratas de poner las piezas juntas de nuevo. La comunidad que nosotros tuvimos en Caracas es un ejemplo muy difícil de reconstruir. Por eso que las comunidades de venezolanos judíos que están en Miami tratan por todos los medios de construir algo similar y es difícil. Es triste, pero ADN lo tenemos adentro. Si hoy chequeas en cualquier ámbito, vas a ver que los judíos venezolanos están en los puestos de vanguardia de liderazgo en cualquier institución. Eso no sucedió casualmente. Sucedió porque tuvieron una buena educación, una buena experiencia, una buena formación.