Itongadol/AJN.- La declaración indagatoria del ex presidente de la DAIA Rubén Beraja monopolizó hoy, jueves, la novena audiencia del juicio oral y público por encubrimiento de autores o cómplices del atentado a la AMIA, y continuará la próxima semana por disposición del Tribunal Oral Federal N° 2.
A lo largo de casi cuatro horas, el entonces líder comunitario se explayó sin responder preguntas, fundamentalmente acerca del contexto histórico y geopolítico que se vivía en 1994, sobre todo después del ataque terrorista contra la Embajada de Israel en la Argentina, dos años previo.
Respecto de la investigación del atentado a la AMIA, señaló numerosas evidencias de disputas y falta de articulación entre organismos de seguridad e inteligencia, políticos y judiciales, en especial la decisión de la Corte Suprema de permitir la salida de sospechosos iraníes que permanecían en el país, encabezados por el agregado cultural de su embajada, Mohsen Rabbani, o las causas contra éste y otros presuntos terroristas persas que llevaba a cabo el juez federal de Lomas de Zamora, Alberto Santa Marina, antes del ataque y sin que su entonces colega a cargo del mismo, Juan José Galeano, lo supiera porque había escuchas telefónicas en farsí sin traducir.
“Les adjudicamos enseguida la responsabilidad a Irán y (la organización terrorista libanesa) Hezbollah porque advertimos el mismo modus operandi que en la Embajada, y la declaración del ex agente iraní (refugiado en Venezuela, días después del atentado a la AMIA, Manucher) Moatamer lo confirmó”, explicó Beraja.
Y el 23 de julio de 1994, cinco días después del ataque, la organización terrorista islámica Guerreros de D’s lo había reivindicado, además de los casi simultáneos contra un avión de Panamá y un centro comunitario judío de Londres, recordó.
El ex líder comunitario citó dos veces al entonces canciller Guido Di Tella, cuya honestidad intelectual rescató: cuando admitió que el gobierno sabía de la responsabilidad de los iraníes, pero no tenía cómo evitar eventuales represalias, y cuando le dijo “tenés que calmarte porque si no, la próxima bomba te la van a poner a vos”.
“La Argentina había adoptado una política de apaciguamiento con Irán, luego hubo un período de enfrentamientos por las denuncias de (Néstor) Kirchner en la ONU y después (en el gobierno de su viuda, Cristina Fernández) volvieron a ella y fueron más allá con la firma del pacto” en 2013, resumió.
“En todos estos años, la Argentina nada hizo para evitar un tercer atentado, ni cumplió con el decreto que firmó Kirchner en 2005, en el cual reconoció la incapacidad del Estado para prevenir e investigar” el último ataque, denunció Beraja.
También aseguró que la AMIA fue “detonada” al menos cuatro veces: en el atentado, cuando el Tribunal Oral Federal N° 3 (TOF3) declaró la nulidad de parte de la investigación y sobreseyó a todos los acusados, con la firma del polémico Memorándum de Entendimiento con Irán y con la muerte del fiscal Alberto Nisman, cuya tarea ponderó pese a que lo involucró en este “juicio sustituto del de la verdad y la justicia”, que “por más operaciones de prensa que se hagan, no tapará el error histórico del pacto”, sentenció en el marco de su estrategia de adjudicar responsabilidad política del kirchnerismo a la denuncia en su contra.
“Me generó indignación ser convocado a la instrucción (como imputado), pero hoy tengo la serenidad espiritual de saber que soy inocente y la necesidad de decir la verdad” porque hay “difamaciones de todo tipo en mi contra” y “teorías espeluznantes, con ponzoña y mentiras”, aseveró el ex líder comunitario.
“Los dirigentes de la AMIA y la DAIA cometimos errores a granel, pero con la mejor intención porque no éramos especialistas en el tema, y le agradezco a D’s que me haya dado vida para tener la oportunidad de rendir cuentas”, prosiguió.
Imputación
Beraja se quejó de que lo “enganchan” en el delito de peculado, propio de los funcionarios públicos, por una versión sui generis de presunta “complicidad psíquica”, la cual sería “intangible” y solo sostenida en la declaración del “testigo estrella” Claudio Lifschitz, un ex prosecretario del juzgado de Galeano con quien habló una sola vez y que no presenció los hechos que denunció en dichos que deberían ser considerados nulos por autoincriminatorios porque previamente los habría consentido; todo lo cual le generaría dificultades a la hora de defenderse.
“Todo suena muy forzado y no puedo ser ajeno a cómo la política influye sobre los tribunales”, volvió a apuntar contra el oficialismo, antes de recordar que Kirchner lo acusó en 2004 de “un contubernio con (el ex presidente Carlos) Menem” y que en los últimos dos años “la cadena oficial fue utilizada” con ese mismo fin por la actual mandataria.
“Estoy en juicio por un producto elaborado en los laboratorios gubernamentales para poner en el banquillo a un ex presidente de la DAIA para atemperar los reclamos de justicia de la comunidad judía y su oposición al pacto con Irán”, denunció el imputado antes de recordar que “hace poco, dirigentes de la AMIA y la DAIA fueron acusados de vinculación con los ‘fondos buitres’ y de traición a la patria, lo cual fue rechazado por absurdo por el juez” Julián Ercolini.
“Esto muestra que la relación entre el poder y la comunidad judía está en los niveles más bajos históricos porque la DAIA no se rinde ante cualquier unicato o modelo que se quiera imponer por la fuerza”, sentenció.
“Soy un sobreviviente casual del atentado por decisión de un tercero y un herido moral, querellado por un Estado que no pudo impedirlo ni esclarecerlo” y por la “venganza” de los ex policías bonaerenses acusados; “es una paradoja cruel”, lamentó Beraja.
“Y me duele ser querellado por Memoria Activa porque tenemos una historia común, más allá de nuestros desencuentros: fui el único dirigente de peso que alentó la formación de esta agrupación de familiares, con simpatía, esperanza y respeto, como lo reconoció su impulsor, Marki Levy, en 1998”, se reivindicó.
Acto seguido, el ex presidente de la DAIA se dedicó a responder las supuestas pruebas en su contra:
* “Es absurdo y falso que haya estado en el juzgado el día del pago a (el último poseedor conocido de la camioneta-bomba Trafic, Carlos) Telleldín o que hubiese visto un video (de su negociación con el juez) como dice Lifschitz; por norma, ningún dirigente de la DAIA actúa solo.”
* “Se ve que tiene facultades metales superiores para analizar la psiquis de los demás y determinar cuándo se produce un ‘clic’ (en Galeano por influjo de Beraja) aun sin haber estado presente.”
* “El juez me llamó en octubre de 2001, cuando ya hacía tres años que no era presidente de la DAIA, porque después del atentado a las Torres Gemelas surgió la versión de una vinculación de al-Qaeda con AMIA y recordó que esa hipótesis ya la había introducido muchos años antes Rogelio Cichowolski (entonces secretario general de la DAIA); eso no muestra una ‘relación estrecha’ entre nosotros.”
* “El tuteo tampoco es indicio de ello, sino una forma de comunicarnos; semanas atrás escuchamos la lectura del careo entre Lifschitz y Galeano, en el cual se tuteaban: ¿entonces eran amigos?”
* “Teníamos reuniones periódicas con el juez, pero eso no era un privilegio, sino ejercer un derecho; se hacían cuándo él quería, duraban lo que él decidía y hubo épocas en que no nos atendía, pero no tenemos responsabilidad si Galeano no le daba el mismo trato a otros querellantes, aunque la DAIA le informaba a los familiares que se lo pedían.”
* “La escucha telefónica en la cual un empleado del juzgado (José Pereyra) dice que para Galeano era importante contar con el apoyo de ‘los moishes’ no es más que una interpretación sobre el pensamiento del juez, y darle significación es por un prejuicio digno de los Protocolos de los Sabios de Sión; nunca sentimos que fuera así porque tuvimos muchos desacuerdos que no hacíamos públicos para no cortar el canal de comunicación o que cerrara la causa, como casi ocurrió con la Embajada, y no pueden excluir de ‘los moishes’ a la AMIA, que se movía con autonomía.”
* “El juez tampoco quería un quiebre con la AMIA y la DAIA, así que no nos habría contado la existencia de un supuesto plan para desviar la investigación.”
* “También quiero rechazar la mendaz versión de Telleldín sobre mi intención de ‘dejar afuera’ a Memoria Activa de nuestra reunión porque ello no existió y porque no conocía la relación entre nosotros.”
* “En la instrucción y en este juicio dijo, convenientemente (porque era la época del inicio de la negociación que terminó en el pago de 400.000 dólares por parte de la entonces Secretaría de Inteligencia del Estado para que acusara, se presume que falsamente, a un grupo de policías bonaerenses), que ese encuentro fue en octubre de 1995, pero ante el TOF3 declaró que ocurrió en agosto de 1997, como efectivamente fue, más allá de los intereses políticos” por involucrarlo en esa maniobra.
* “Telleldín afirmó que reclamó la recompensa por presión de la AMIA y la DAIA, pero recién pedimos su procesamiento y la detención de (su ex mujer Ana María) Boragni mucho después, en 1998.”
* “No hay elemento o dato que me involucre con el escrito de (su entonces abogado, Víctor) Stinfale pidiendo la recompensa, un incidente que tuvo una tramitación errática y sobre el cual ninguna de las querellas se manifestó, pero ese silencio solo lo usan en mi contra.”
* En abril de 1996 me pidió una reunión por un tema jurídico que nada tenía que ver con la AMIA, pero antes de irse me mencionó que estaban buscando plata para publicar un libro; si bien no me la pidió, entendí que me estaba explorando y antes de rechazarlo, lo consulté con la DAIA y luego volvimos a encontrarnos para decírselo.”
Luego, el ex líder comunitario expresó su preocupación por el uso político de la muerte de Nisman -“es asesinado por calumnias”- y del exilio del ex jerarca de la SIDE Antonio “Jaime” Stiuso -“no tenía relación ni aprecio por él, fue fundamental para ‘voltear’ la causa”- y aseguró sentirse “burlado cuando dicen que quieren investigar el atentado después de haber ‘detonado’ la causa”.
“No renunciaré a reclamar justicia para el atentado a la AMIA ante cualquier gobierno”, concluyó.