Itongadol/AJN.- “Pienso que es bueno para la yeshiva estar cerca de Gaza, porque demuestra la espiritualidad que tenemos. Todo lugar que tenga espiritualidad, tendrá éxito. Los chicos entienden que es un lugar muy importante para conectarse”, expresó Aharon Tzohar, rabino del Centro Eliahu, en diálogo con la Agencia Judía de Noticias. Tzohar dirige una yeshiva para jóvenes religiosos que salen del secundario y desean preparase espiritualmente antes de enrolarse en el ejército.
La yeshiva es la más grande del país, recibe a 800 estudiantes desde el norte hasta el sur, pero sólo 150 alumnos ingresan cada año. Las instalaciones – donadas por las sedes del Keren Kayemet de la diáspora – se encuentran a 7 kilómetros de la Franja de Gaza, en Navé, un pequeño poblado de 120 familias, en la zona de Halutza.
“Pienso que es bueno para la yeshiva estar cerca de Gaza, porque demuestra la espiritualidad que tenemos. Todo lugar que tenga espiritualidad, tendrá éxito. Los jovenes entienden que es un lugar muy importante para conectarse. Es un lugar muy importante el lugar donde vivimos”, resaltó Aharon Tzohar, rabino del Centro Eliahu, a la Agencia Judía de Noticias.
“Lo que tiene de especial la yeshiva, lo que hace diferente al secundario, es que no tiene exámenes, no hay obligación de presenciar ninguna de las clases. Las jornadas son muy cargadas, se aprende mucho Torá, pero nada se hace de forma obligatoria, todo a voluntad. Hay jóvenes que tienen muchas dificultades en la casa o a nivel social, pero tienen voluntad y avanzan con nosotros”, expresó.
La yeshiva ofrece también un programa para los participantes que, al terminar el servicio obligatorio en el ejército, deseenregresar y seguir estudiando. El plan de estudios cuenta con 20 maestros que se dividen en grupos y al final de cada año, los jóvenes deciden si entran al ejército o si se quedan un año más.
Sin duda, estar cerca de la Franja de Gaza es un desafío y “durante la guerra todo se hace más difícil”, sin embargo, Tzohar contó que “a pesar de todo siguen llegando jóvenes de todo el país” a la yeshiva.
“No es simple cuando hay una guerra, pero todas las personas que viven acá, en esta zona, viven con confianza. Para losestudiantes tampoco es fácil, pero entienden que están viviendo en un lugar que es muy importante para Israel y eso ayuda un montón, cuando entienden que son parte de algo muy grande”, sostuvo.
Por otra parte, comentó que la “relación con el KKL es muy profunda”. La conexión no sólo se da con la zona geográfica en donde está ubicada la yeshiva, sino con las instalaciones mismas.
“El KKL hizo un edificio en memoria a los soldados caídos en el ejército. Un edificio con aulas, un templo para adultos y un auditorio. Todo de la mano del KKL, en memoria de nuestros jóvenes, algunos mismos fallecieron en el operativo más reciente (Margen Protector). El KKL de la diáspora es quien donó el edificio”, contó.
La yeshiva recibió donaciones de Inglaterra, Italia, Canadá y algunos países miembros de las Naciones Unidas. Argentina, en particular, donó los fondos para construir una plaza de juegos para chicos.
“Sin la confianza del KKL en nuestro yishuv, no hubiéramos llegado a ser lo que somos y lo que podemos llegar a ser. El KKL asumió la responsabilidad y aportó mucho; desde la infraestructura, una plaza de juegos para los chicos, el cuidado y desarrollo del paisaje, escuelas, jardines y hasta un centro para la juventud. Todo esto con una fuerte visión del camino y la pertenencia a un territorio que es tan importante, al límite con Egipto y Gaza”, señaló.
Tzohar comentó que la unidad del pueblo judío es lo que la fortalece, y que a eso se debe el éxito de la yeshiva.
“Yo creo que la única forma en la que las personas que nos odian puedan vencernos es si no estamos unidos. Todo el éxito que tenemos en nuestra yeshiva es por la unidad de todo el mundo, por todas esas personas que participan con nosotros, por ejemplo el KKL, que están con nosotros a lo largo del camino, en los proyectos. Entonces las personas que nos odian entienden que en el momento en el que estamos unidos no pueden vencernos, la única forma es si nos sacan esa unidad”, concluyó.
La sinagoga de Navé es el centro de la comunidad que sigue en crecimiento, una comunidad constituida por 120 familias y los cientos de jóvenes que llegan desde todos los extremos del Estado judío para experimentar la unidad de la yeshiva y la espiritualidad del Estado de Israel.