Durante el último año y medio, Israel se encuentra en un estado de emergencia constante en temas de seguridad, lo que acarreó, a su vez, un estado de emergencia económica. Esta situación nos obliga a actuar para impedir un descarrilamiento hacia lugares que queremos evitar». Con estas palabras abrió Silvan Shalom, el ministro de economía israelí, el anuncio del plan de duros recortes presupuestarios, nuevos impuestos y otras medidas, que deberían permitirle a su país un ahorro de dos mil quinientos millones de dólares. Desde que comenzó la Intifada, hace dieciocho meses, Israel tuvo que derivar hacia esa guerra, directa o indirectamente, 6.500 millones de dólares.
En su discurso de ayer, Shalom habló de la estabilidad como «un principio religioso a preservar a cualquier precio», en medio de referencias indirectas a la crisis argentina. Por obvias razones, el ministro eludió mencionar a la Argentina en su discurso, aunque se refirió en varias oportunidades a la situación vivida por «determinados países». De hecho, es sabido que la crisis argentina es una referencia constante y explícita en las reuniones de gabinete y en las conversaciones informales que mantiene Shalom con la prensa. Así, la situación argentina se convirtió en Israel en el «ogro» con el que los promotores de los ajustes económicos buscan el apoyo de una población que se resiste a renunciar a sus derechos y avances sociales.
El drástico descenso del turismo, la caída de la construcción y otros rubros de servicios y producción afectados por la violencia, junto con el alza de los gastos en seguridad de empresas y comercio y de los gastos militares a nivel gubernamental, provocaron un descenso del crecimiento per cápita a niveles ínfimos. El premier Ariel Sharon y su ministro de Economía pretenden llenar este agujero con un plan económico de emergencia nacional que, entre otras medidas, establece:
· Una reducción de un 5 % simbólico de los sueldos de altos funcionarios, empezando por parlamentarios y ministros.
· Un alza del 1% en el IVA (que pasaría del actual 17 al 18%).
· Aumentar el impuesto a las ganancias de los ingresos más altos.
· El incremento de los impuestos al tabaco y la gasolina.
· La creación, próximamente, de un impuesto del 15 al 25% en las ganancias de la Bolsa y cuentas bancarias.
Sharon trató de contrarrestar los efectos que generaron los rumores acerca del plan económico —1.6% de alza del dólar y una caída de la Bolsa de Tel Aviv— describiendo las supuestas virtudes de su plan, que «alienta a los empleadores en zonas de desarrollo y otorga beneficios a reservistas, en compensación por su riesgosa misión».
Si bien el nuevo plan contempla una reducción del 4% en el presupuesto del servicio social, Shalom intentó poner el acento en el aumento de los impuestos sobre el sector de grandes ingresos y los beneficios que se le otorgarían a grupos productivos.
En rigor, el plan fue elaborado en secreto por los técnicos del ministerio y presentado ayer en una conferencia de prensa, cuyo contenido no sólo sorprendió a los periodistas sino también a los propios miembros del gabinete, al presidente del Banco Central, a las organizaciones empresarias y a la central de trabajadores, con la que en ningún momento el gobierno israelí buscó una salida consensuada para esta crisis. Como era de esperar, la declaración de guerra de la organización sindical llegó de inmediato y ya se habla de una huelga general inminente.
Pero los ataques al programa económico no sólo vinieron de la central obrera, sino también de los grupos ultrarreligiosos y del frente de izquierda Meretz, que cuestionaron la decisión de que el seguro social les dé apoyo sólo a los niños de quienes sirven en las FF.AA. Para ellos, una forma de discriminar tanto a los hijos de los ultrarreligiosos que no sirven en el ejército por propia voluntad, como a los hijos de los ciudadanos árabes israelíes, a los que el ministro de Defensa exime del ejército en forma colectiva, para evitar un problema de doble identidad.
Consultado por Clarín, Salai Meridor, el Presidente de la Agencia Judía Mundial, que tiene a su cargo la campaña de fomento de la emigración judía a Israel, aseguró que «todos los ministerios están de acuerdo en no recortar la ayuda a la inmigración argentina, por lo menos hasta fines del 2002. Después se verá».Fte Shlomo Slutzky. TEL AVIV. ESPECIAL PARA CLARIN.