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Keren Hayesod. Vivir bajo el terror: la vida en el kibutz Najal Oz

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Itongadol.- El kibutz Najal Oz es uno de los kibutzim más cercanos a la Franja de Gaza, y hogar del pequeño Daniel Tregerman Z´L, quien fue asesinado por un proyectil lanzado por Hamas. Desde que empezó la Operación Margen Protector, en julio de este año, los ataques se intensificaron como así también se intensificó la ayuda para trasladar a los ciudadanos a zonas seguras y construir refugios móviles. “Vivimos en un permanente estado de tensión”, resume Adi, una residente de 42 años de edad.

Desde que la actual ronda de ataques comenzó a principios de julio, el kibutz Najal Oz – localizado a sólo 800 metros de la Franja de Gaza- ha sido objeto de un aluvión de morteros, cohetes Katyusha y otros proyectiles prácticamente a diario. En total cayeron más de 100 misiles y, si bien la mayoría cayeron en campos abiertos, provocaron grandes daños en los cultivos significando un enorme perjuicio económico. Y como si esto fuera poco, terroristas del Hamás entraron en territorio israelí a través de un túnel subterráneo cercano al kibutz, matando a cinco soldados del Ejército de Israel.

Sólo 90 minutos separan al Kibutz Najal Oz de la Aldea Juvenil Hadasa Neurim, cerca de Netania, pero para 120 madres y niños ambos lugares están separados por años luz. Gracias a la ayuda de los contribuyentes del Keren Hayesod, fue posible acercar los dos lugares y desde hace unas semanas, decenas de familias del kibutz han encontrado en Hadasa Neurim un refugio temporario de la amenaza mortal de los ataques de misiles que son disparados desde el otro lado de la frontera. Gozaron de un cómodo alojamiento, comidas y, durante el día, actividades especiales para los niños.

Sin embargo, la ola de ataques no es un fenómeno de los últimos meses, sino que se remite al año 2000 y, en gran medida, se intensificó después de la retirada de Israel de la Franja de Gaza y la evacuación en 2005. Desde entonces, más de 11.000 misiles han sido disparados contra Israel – a un promedio de tres por día – y la gran mayoría de ellos cayeron en la región del sur.

Tal como recuerda Adi Freibaj, de 42 años de edad, la situación no siempre fue así. Tanto ella como su marido se criaron en el kibutz y recuerda que tiempo atrás, en lo que parece un pasado muy lejano, existían relaciones de buena vecindad entre los miembros del kibutz y sus vecinos de Gaza. “Nos gustaba ir a comer humus allí, ir a su playa”, dice con cierta nostalgia. Hoy ella se encuentra en Hadasa Neurim, junto a sus cinco hijos, de uno y medio a dieciséis años de edad. “Vivimos en un permanente estado de tensión”, agrega con pesar.

En la actualidad, pese a las constantes amenazas, el kibutz hace todo lo posible para llevar una vida con un cierto sentido de normalidad. Debido a que sólo hay dos segundos desde el momento que suena la alarma hasta la caída del misil, los jardines están sembrados de refugios móviles, llamados miguniot, que los residentes decoraron para que parezcan parte del paisaje. El sonido de la sirena de Color Rojo hiela la sangre y es suficiente para infundir pánico en cualquier persona. Los niños que crecen allí aprenden desde muy temprana edad que tienen que correr para salvar sus vidas.

“Los niños que crecen aquí tienen oídos muy sensibles”, dice Adi. “Pueden identificar cada uno de los sonidos de la guerra: morteros, aviones, tanques. Cada ruido los sobresalta. Si le preguntas a cualquier niño de cinco años de edad, qué es lo que debe hacer en caso de que suene la alarma, te irá a repetir las instrucciones de la Defensa Civil: ´tírate al suelo y protege la cabeza con tus manos. Si estás en casa, corre a la habitación protegida´”. No obstante, subraya que el aspecto primordial de la inseguridad ensombrece todos los aspectos de la vida en Najal Oz. “Catorce años y no se vislumbra el final. Es una pena para ambas partes”.

Una tristeza especial recorre el kibutz desde el viernes 22 de agosto, cuando un proyectil de mortero lanzado desde Gaza explotó en Najal Oz matando a Daniel Tragerman, un niño de cuatro años de edad. Según el portavoz de las FDI, el mortero fue lanzado desde el edificio de una escuela utilizada como refugio de los atacantes en la Franja de Gaza. La familia Tragerman tenía las valijas listas para irse a una zona más segura,  como ya lo habían hecho dos tercios de la población circundante a la Franja de gaza. En lugar de ello, el domingo sepultaron a su hijo Daniel en el cementerio local.

Y el anhelo ancestral del Pueblo Judío por la paz, resonó trágicamente, cuando Dorón Tragerman dijo el Kadish por su pequeño hijo: “Él que Hace la paz en sus alturas, Él Hará la paz sobre nosotros y sobre todo Israel, y digan Amén”.

Este es el momento de estar unidos y desde Argentina, nos solidarizamos con la familia de Daniel. Para más información comunicarse con Campaña Unida, institución que se solidariza con los proyectos del Keren Hayesod, al 0810-222-2852 o por mail a [email protected]. También por Facebook: /CUJArg, y sumate a la Campaña.

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