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Israel/Secuestro. Opinión: Organizaciones judías de EE.UU.: ¿Demasiado débiles para ser guardián de su hermano?

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Itongadol.- La crisis que involucra a los tres niños secuestrados (fotos, desde la izquierda, de Gil-Ad Shaer, Naphtali Fraenkel y Eyal Yifrach) es un caso testigo que acentúa el estado de debilitamiento de las organizaciones representativas judías a nivel global, y en particular, las estadounidenses. Se ha vuelto claro que muchas se están tornando cada vez más pasivas, si no irrelevantes, un descubrimiento con implicancias difíciles y desafortunadas. En particular en los Estados Unidos, durante este tiempo uno habría esperado ver a una comunidad y sus instituciones entrando en plena acción, ayudando al Estado de Israel y a las familias de los secuestrados.

De hecho, sinagogas y algunas escuelas judías, aquellas que todavía no están de vacaciones de verano, han realizado servicios especiales de oración y en algunos lugares se han tomado medidas para demostrar activamente su apoyo, en forma de manifestaciones locales o activismo en Internet. Sin embargo, estos pequeños eventos solo ponen de manifiesto la falta de una acción concertada e influyente por parte de las principales organizaciones judías.

En el pasado, un evento como éste habría supuesto gestiones por una enorme presión política sobre los palestinos en el Congreso y el Senado, la actividad global de líderes políticos judíos y misiones de solidaridad por parte de las diferentes federaciones. Todos recordamos la movilización a favor de la liberación de Natán Sharansky, como parte de una lucha más amplia por la libertad de los judíos soviéticos; recordamos los esfuerzos para retornar a Israel a los judíos de Etiopía; la lucha por la restitución de las propiedades judías robadas o perdidos durante el Holocausto; e incluso el apoyo a los residentes del norte de Israel durante la Segunda Guerra del Líbano. Todos estos esfuerzos fueron organizados por la comunidad judeoestadounidense en beneficio de sus hermanos y hermanas en Israel.

Ahora, con el secuestro de tres niños inocentes, uno de los cuales es ciudadano estadounidense, podríamos haber esperado una movilización mucho más significativo de los judíos norteamericanos.

Algunos creen que ello puede atribuirse a la declinación en el sentido de solidaridad entre las dos partes de nuestro pueblo asentadas en “Jerusalem y Babilonia”. Otros argumentan que el debate político entre la izquierda y la derecha entre los judíos estadounidenses y quizá la renuencia de las organizaciones de izquierda a actuar en nombre de niños secuestrados en Judea y Samaria también afectan a esta falta de actividad significativa, pero no creo que éste sea el caso.

Aquellos que pasan el tiempo mandando mensajes por las redes sociales estarán seguros de que existe una profunda identificación individual entre los judíos de la Diáspora y los de Israel, especialmente después de un acontecimiento trágico que afecta a niños inocentes que sin duda no representaban una amenaza para sus secuestradores.

El problema pasa por otro lado, y no por una pérdida de solidaridad o debate político. El problema radica en la acelerada debilidad de las organizaciones judías tradicionales y plantea la cuestión de si esta pérdida de poder es reversible o no.

El AIPAC (NdR: Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel) ha venido experimentando una crisis de acceso a la Casa Blanca en los últimos años. El Comité Judío Estadounidense (AJC, por su sigla en inglés), si bien es una organización que todavía goza de considerables capacidades e influencia, no parece ahora ser capaz de centrarse en los temas importantes. El Congreso Judío Mundial también ha perdido su prestigio e influencia en los últimos años, con la administración Obama, y los desacuerdos internos en la Conferencia de Presidentes -en particular sobre J Street (NdR: una entidad de izquierda) la han dejado incapacitada.

Esta declinación en la influencia de las organizaciones judías tradicionales ha dejado un enorme agujero en el centro de la actividad pública judía, que solo ha sido llenado a pequeña escala y en forma simbólica por individuos como la actriz Moran Attias y cantante Matisyahu, que han organizado manifestaciones propias y en privado en apoyo de las víctimas del secuestro. Para completar el cuadro, hay, en efecto, una actividad importante en las redes sociales, donde todo el mundo tiene voz y presencia, independientemente de su peso o afiliación institucional.

Es una realidad deprimente para Israel y la comunidad judeoestadounidense organizada que justo en un momento en que necesitamos una Conferencia de Presidentes fuerte y un AIPAC influyente para impulsar una presión presidencial norteamericana sobre Mahmoud Abbas o hacer lobby en el Senado y el Congreso para que se deje de financiar al gobierno apoyado por Hamas, así como para hacer ruido en cualquier otro ámbito relevante, vemos organizaciones débiles y cansadas, con un liderazgo envejecido que concentró demasiados esfuerzos en explicar por qué no hay lugar para los recién llegados en su cerrado club. No han actuado precisamente en el momento de la verdad, cuando las necesitamos desesperadamente. Los secuestros se han convertido en una prueba de fuego de decadencia, poder y liderazgo de organizaciones que no tienen respuesta al desafío fundamental para la solidaridad y el activismo judíos: “Si no es ahora, ¿cuándo?”.

* Presidente de la Asociación de Centros Comunitarios de Israel. Ex director general del Ministerio de la Diáspora y asesor principal de los ministerios de Relaciones Exteriores y de Absorción y de la Oficina del Primer Ministro.

CGG

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