Itongadol/AJN.- Jonathan es venezolano, tiene 29 años y desde fines de 2010 vive en Aventura, Miami, y si bien no cree que su familia sufra represalias por sus declaraciones a la Agencia Judía de Noticias, prefiere que no se publique su apellido, lo cual es de por sí revelador en un contexto de una Caracas donde “es insoportable vivir por la delincuencia, los asesinatos, los secuestros exprés, el descontento social, la falta de insumos como el papel higiénico y los problemas cambiarios: hoy, el dólar oficial está a 6,30 bolívares y en el ‘mercado negro’ llega a 70, si se consigue”.
“Trabajo para una empresa que cerró sus oficinas y me transfirieron; por un lado estaba triste porque mi familia quedó allá, aunque aquí también tengo primos y amigos venezolanos aquí, pero estoy muy contento de haber salido de Venezuela, como muchos otros que vienen a Miami o van a Panamá y hasta a la Argentina”, puntualiza sin perder de vista de dónde lo llaman por teléfono.
“Voy a Caracas por trabajo tres o cuatro veces al año y mis padres vienen otras dos o tres, y solo hay problemas porque no se están consiguiendo pasajes”, admite Jonathan.
Pero de todos modos, “cada día te desarraigas más del país de origen porque echas raíces en el que estás”, y si bien “podría volver a vivir en Caracas, dadas las circunstancias de hoy no es una ciudad donde me gustaría criar a mis hijos”, aclara quien se considera “un emigrante”.
Jonathan recalca que “en Venezuela nunca ha habido antisemitismo -la gente camina por la calle con kipá- porque el venezolano es muy simple y no odia, pero hay muchos altos funcionarios árabes en el gobierno y es sabido que hay gente de (las organizaciones terroristas palestinas) Hamas y Jihad” Islámica.
“Hoy en Venezuela todo es poco transparente y sus amigos son muy peligrosos”, señala el joven, quien ejemplifica con “el simple hecho que exista un vuelo Caracas-Damasco-Teherán dos o tres veces a la semana de Conviasa que iba vacío, salía de una terminal separada con un hermetismo total sobre cuántas personas viajaban y se decía que llevaba uranio de una zona del Amazonas venezolano”.
A su juicio, “al principio (el fallecido presidente) Hugo Chávez no tenía hostilidad hacia los judíos y se reunía con el rabino cabalista israelí Daniel Bitón, pero Venezuela es un país petrolero y le conviene mucho más acercarse a los países árabes que al Estado de Israel”, de modo que “se alejó de Israel porque para que haya un bien tiene que haber un mal y éste son el ‘imperio americano’ y sus aliados”.
“Así comenzó, y luego nombró a muchos ministros de origen árabe, hostiles a Israel y con una política comunista de que ‘el judío es rico’”, recuerda Jonathan, quien reconoce que “hay gente importante de la comunidad judía que ha estado involucrada y haciendo negocios con el gobierno chavista, quizá no de frente, pero sí por detrás”.
“No creo que (Chávez) haya tenido un odio personal hacia Israel, pero todo eso de ‘lo maldigo…’ degeneró en un problema muy grande para la comunidad”, y si bien “gracias a D’s nunca hubo cosas graves, eso no significa que no pueda haberlas”, reflexiona.
Respecto de su sucesor, “cuando era canciller, (Nicolás) Maduro (ambos en la foto) era la persona más abierta al diálogo con la comunidad judía y no tiene animadversión alguna, pero es tonto, está mal asesorado y las relaciones con Israel se han enfriado mucho”, y por ello “no tengo expectativas de que esto cambie bajo el régimen actual”, lamenta el emigrante venezolano.
“No existe una política de cambio respecto de Israel, pero tampoco intenciones del Presidente de hacerle daño a la comunidad judía; no obstante, la delincuencia, la inflación y todos los otros males, sumados a las relaciones hostiles con Israel, que es nuestra nación, y a que medios de comunicación oficiales atacan directamente a la comunidad, hacen que los judíos salgan por sus propios medios porque no se ve claro qué va a pasar en el futuro”, analiza.
“Hasta ahora, Maduro era el designado de Chávez y venía luchando para legitimarse en el poder, pero ahora está empezando a hacer sus propias políticas, que han sido nefastas”, sentencia Jonathan en diálogo con AJN desde Miami.
Respecto de sus orígenes, el joven venezolano destaca que “la comunidad (judía) de Caracas es increíble y muy unida”.
“Yo estaba estrechamente involucrado: estudié en el colegio comunitario e iba a Hebraica y a la sinagoga; por el contrario, en Miami no existe una comunidad: está muy dispersa y es muy difícil agremiarte, aunque Yossi ha creado una pequeña comunidad de jóvenes”, diferencia y valora la obra del rabino Smierc.
“Mi hermano mayor hacía 5 años que vivía aquí y conocía a Yossi, así que cuando vine me incorporé a Kay Space, donde se conocieron con su novia americana y se van a casar en marzo”, relata Jonathan.
“Soy Shomer Shabat (observante de los preceptos judíos) y cumplo bastante, he estudiado Torá y estuve un tiempo en una ieshivá de Nueva York, pero en muchísimos Shabatot no tengo adónde ir y siempre Kay Space va a estar abierto: allí hay actividades y he conocido a chicas con quienes he salido”, continúa.
Kay Space “fue de mucha ayuda para adaptarme socialmente a Miami y conocer amigos que estaban en las mismas circunstancias que yo”, finaliza este joven “emigrante” venezolano que no pierde la esperanza de volver a su país en un futuro lamentablemente no cercano.