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Caso AMIA: mancha venenosa

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Como se sabe, Bonadio investiga un aspecto lateral del atentado a la sede de la AMIA. El juez federal está a cargo de un paquete que contiene las supuestas irregularidades cometidas durante la investigación central del ataque terrorista. Entre ellas, la desaparición de 66 casetes en los cuales se habían grabado conversaciones de uno de los acusados, Carlos Telleldín, con, especialmente, policías.

Los casetes desaparecieron hace diez años. La Policía Federal y la SIDE explicaron en su momento que las cintas habían sido destruidas. Existen, eso sí, transcripciones, pero no son coincidentes (algunas las hicieron los policías, otras los espías).

El lunes, sin embargo, Kaul informó en conferencia de prensa realizada en la Casa Rosada que Kirchner le dijo (a él y a miembros del Comité Judío Americano) que había recuperado las cintas. Un día después, Kirchner lo desmintió: dijo que lo que se halló fueron los recibos de quienes retiraron los casetes. Después se trató de dar importancia política al hallazgo de esos remitos con el argumento de que permitirían reconstruir la «ruta» de los casetes, algo que hasta este momento parecía resuelto ya que, por ejemplo, en breve se abrirá un juicio oral para tratar de condenar a los responsables.

En este lamentable enredo cayó Kaul (ayer lo demandó el diputado Hugo Franco por el discurso que Kaul dio el domingo). Y de aquel esperanzado dirigente que, acompañado por el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, no tardó mucho en anoticiar al mundo que los casetes existían queda poco y nada.

A Kaul, podría decirse, lo alcanzó una especie de mancha venenosa que desde hace diez años produce estragos entre los que se acercan, de una u otra forma, al caso AMIA. El presidente de la mutual judía tiene ahora dos opciones: ratifica ante el juez Bonadio que escuchó que el Presidente le dijo que habían encontrado los casetes o se suma a la versión que dio Kirchner del episodio y alega que todo fue una confusión.

Si elige darle la razón a Kirchner, el papelón sería tan grande que le podría costar su puesto. La otra opción no es menos preocupante porque ratificar sus dichos es desmentir a Kirchner.

Malentendidos

Por este andarivel, si Kaul se lo permite, pretende avanzar Bonadio. La declaración judicial del presidente de la AMIA se enhebra con lo dicho por el secretario Parrilli («la única información que tenemos es que se hallaron los casetes y que se van a poner en manos de la Justicia en lo inmediato para profundizar la investigación», declaró al diario La Nación) y las precisiones del consultor del Comité Judío Americano, Jacobo Kovadloff, presente en aquella reunión («se habló del hallazgo de varios casetes», ratificó) y quien sumó a otro personaje en esta historia: «Antes de la reunión con Kirchner, el ministro de Justicia, Gustavo Beliz, nos explicó que había muchos progresos en la investigación, pero que no nos podía adelantar nada».

Por otro lado, Bonadio también citó para hoy al periodista Raúl Kollman, quien el domingo pasado, un día antes de la reunión de Kirchner con las entidades judías, escribió en el diario Página/12: «En las próximas semanas se confirmará la verdad del rumor: ‘las grabaciones no desaparecieron, fueron mantenidas ocultas’».
¿Por qué es importante este aspecto del caso AMIA? Porque en la DAIA y en la AMIA están convencidos de que en algún rincón del poder están ocultos los casetes y que con voluntad política se los puede hallar.

Pero el incidente también tiene otro aspecto interesante y está relacionado con quién le informó al Presidente que se habían encontrado los casetes. Bonadio parece ir por ese nombre sin que se sepa, por ahora, por qué le resulta atractivo al juez descubrir a quién le hizo meter la pata al Presidente, si es que esto es lo que ocurrió realmente.

En una causa rodeada desde hace diez años por informes de inteligencia, contraoperaciones, policías, ex policías, espías, investigadores privados, servicios de inteligencia extranjeros, arrepentidos, ex arrepentidos y donde todavía se discute con encendida pasión si existió o no un coche-bomba, nada parece indicar que un descubrimiento como el que pretende Bonadio tenga alguna importancia.

Pero si, como se prevé, el tribunal oral que está a cargo del caso AMIA decide dar por tierra con buena parte de la investigación que se realizó estos años, la causa volverá a fojas cero, ahora en manos de otro juez federal, Rodolfo Canicoba Corral.

¿Qué relación hay entre un tema y el otro? Para algunos miembros de la colectividad judía ésta podría ser una buena oportunidad para revisar la actuación de muchos de los investigadores que participaron en aquellos primeros años y todavía tienen responsabilidad en puestos públicos. Qué hicieron entonces, qué hacen ahora, también son algunas de las preguntas que se hace Bonadio y que hoy podría empezar a contestar.
Fte Infobae

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