En la última década, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas eligió al coronel Muammar Gaddafi, presidente de Libia, como jefe, aclamado por la “promoción y protección de todos los derechos humanos” de Sri Lanka luego de que su ejercito asesinara a miles de civiles y conviniera una sesión de emergencia para lamentar la muerte de Sheik Ahmed Yassin, fundador de la organización terrorista Hamas.
A pesar de esto, los historiadores ahora deben decidir si la insignia de derechos humanos de la ONU está por tocar un nuevo punto bajo.
Según el borrador de la resolución financiada por Estados Unidos y apoyada por la Unión Europea que se debatió el miércoles durante unos encuentros informales en el consejo de Génova, el régimen asesino de Bashar al-Assad es un candidato declarado para obtener un puesto en el cuerpo internacional de 47 naciones en las elecciones que se llevarán a cabo el año que viene en la Asamblea General de 193 miembros.
Como parte del grupo asiático de la ONU de 53 naciones, la candidatura de Siria tendría asegurada de victoria virtualmente debido al sistema prevaleciente de pizarras fijas, mientras los grupos regionales orquestan elecciones indiscutibles, nombrando solo la cantidad de candidatos según los puestos designados.
Así es como países no democráticos como China, Cuba, Rusia y Arabia Saudita ganaron sus puestos actuales, y como Pakistán y Venezuela están por hacer lo mismo.
Los temores de que Siria gane – en una elección del 2013 un puesto que comenzaría al año siguiente – parece haber movilizado a Estados Unidos y la Unión Europea a tomar acciones sin precedentes al pedirle al consejo que declare por adelantado que el país candidato sea declarado descalificado inherentemente para unirse a sus filas.
En una fuerte resolución que condena al gobierno sirio por cometer atrocidades, el cual será votado hoy, el párrafo 14 “destaca que el actual gobierno sirio anunció su candidatura par el Consejo de Derechos Humanos en el 2014 y no cumple los estándares para ser miembro del mismo”. Este sería su capítulo fundador.
Sorprendentemente, el intento de mantener a Siria fuera del mayor cuerpo de derechos humanos del mundo encontró grandes resistencias. Cuba se declaró “totalmente opuesto” y demandó la eliminación del párrafo, una posición rápidamente apoyada por China. La Habana insistió en que la Asamblea General debe decidir a quién elegir.
“No queremos hablar sobre las candidaturas de los países”, dijo Egipto, mientras Brasil argumentó que la referencia a la membresía del consejo estaba “afuera del marco de la resolución”.