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El próximo 17 de marzo se cumplirán los primeros 20 años del atentado terrorista que destruyó el edificio de la embajada del Estado de Israel en la Argentina.
El lugar, un tradicional petit hotel porteño, ubicado en la intersección de las calles Arroyo y Suipacha, vereda par, había sido donado por familias de la comunidad para ser la sede diplomática israelí en la Argentina a mediados del siglo pasado. En él cumplían sus tareas tanto diplomáticos israelíes como empleados locales. Sus salones eran usados para celebrar Iom Haatzmaut cada 5 de Yiar al iniciarse el día hebreo con un cóctel destinado a los miembros de la comunidad y al mediodía siguiente en otro, al que se invitaba a funcionarios gubernamentales, provinciales, municipales, legisladores, miembros de las fuerzas armadas, sindicalistas y personalidades de la cultura argentina.
Ese edificio voló por los aires a las 14.45hs del 17 de marzo de 1992 y dejó a 24 víctimas fatales, entre los que se encontraban diplomáticos, personal civil de la embajada, obreros que estaban realizando refacciones, transeúntes, vecinos y un cura párroco del convento ubicado en la vereda de enfrente. También hubo una infinidad de heridos y daños materiales a las propiedades vecinas.
La investigación de lo ocurrido, por tratarse de una representación diplomática acreditada en la Argentina, estuvo a cargo de la Corte Suprema de Justicia, asumiendo la instrucción su presidente, el Dr. Ricardo Levene (hijo), y el secretario penal de la misma, Dr. Alfredo Bisordi, quienes sostuvieron que el derrumbe se debió a una implosión, es decir que el explosivo había estado dentro del edificio.
El mismo año del atentado, esta teoría fue contrarrestada por los peritajes efectuados por la Policía Federal Argentina, la Superintendencia de Bomberos, el Departamento de Explosivos y la Gendarmería Nacional, los cuales sostuvieron que el ataque fue cometido por un coche bomba. Argumentaron que frente a lo que había sido una de las entradas de la embajada por la calle Arroyo se encontraba el correspondiente cráter, lo cual fue confirmado por las declaraciones de más de medio centenar de testigos. La DAIA también encargó un peritaje que dio los mismos resultados.
Cinco años después, la Corte Suprema le encomendó la investigación al Dr. Esteban Canevari, secretario del máximo tribunal argentino, quien determinó que el atentado fue producido por un coche bomba y que la República Islámica de Irán era la responsable política del mismo. A partir de aquí se dijo que el ataque había sido coordinado por Imad Mugniyah, líder de Hezbollah. Esto último concordaba con los comunicados distribuidos en Beirut por Hezbollah tres días después del atentado y con el descubrimiento de que el vehículo utilizado como coche bomba fue comprado con dólares estadounidenses que tenían una marca o sello correspondiente a las casas de cambio de la ciudad de Biblos, El Líbano.
Pese a las declaraciones gubernamentales de que se intensificaría la investigación, se avanzó muy poco luego de lo determinado por el Dr. Canevari, por lo cual quedaron muchas dudas por resolver. Uno de ellos es el motivo por el cual no se encontraba presente la custodia policial correspondiente en el momento del atentado; otra es cómo fue posible que se hubiera efectuado un atentado de semejante magnitud – en ese momento era el peor atentado terrorista ocurrido en Argentina – sin la existencia de una colaboración local.
El gobierno israelí, luego de algunos años, decidió vender el predio siniestrado a un particular que pensaba construir un hotel, pero un grupo de miembros de la comunidad, liderados por León Vaserman lo compró, proyectando establecer en el mismo un memorial. Las dificultades económicas vividas en el país hicieron que ese proyecto no pudiera completarse y se construyó una plaza, denominada Embajada del Estado de Israel, que los dueños del predio donaron a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con el cargo de que la mantenga.
Anualmente, en esa plaza, se lleva a cabo el acto central conmemorativo, al que en los últimos años se le sumaron otras dos actividades organizadas por los movimientos juveniles comunitarios: un acto la noche anterior al acto central conmemorativo y la celebración de un Cabalat Shabat (oficio religioso al inicio del Shabat) normalmente el viernes anterior al 17 de marzo.
En varias oportunidades asistieron a estos actos delegaciones de funcionarios israelíes encabezados por uno de los ministros del Gobierno, lo que se espera que ocurra cuando se conmemore el vigésimo aniversario.