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A continuación se presenta una reseña de los puntos que se fueron abordando a lo largo del año entre padres y docentes sobre la importancia de los límites en el crecimiento sano de los niños.
El tema de los límites nos convoca a padres y educadores. Por eso, como escuela no podemos dejar de abordar estas cuestiones tanto con los niños como con sus padres. Sabemos lo difícil que resulta ponerlos y mas aún sostenerlos. Cada familia y cada escuela elige la forma de hacerlo, pero es necesario establecer acuerdos para no desautorizar las decisiones y normativas que se toman y transmitir a los hijos un discurso único, claro y preciso.
Si existieran desacuerdos, serán trabajados entre adultos sin que los niños participen de ellos. De esa manera los estamos cuidando de no quedar entrampados en el medio de las discrepancias. Todavía son pequeños y no tienen recursos como para resolverlas. Quedarán desorientados y confundidos.
Hacer cumplir las normas ayuda a los niños a desarrollar su conciencia moral y su capacidad de autorregularse. Esto les será necesario a la hora de responder a las demandas de la vida en sociedad. De esa manera, lo estamos insertando dentro de los códigos sociales.
Los padres, docentes, directivos representan la autoridad; son los que tienen el saber y la experiencia para guiar y cuidar a los niños… Saber que los adultos son “los que mandan” y los que tienen el control los tranquiliza y contiene; les da seguridad y los hace sentir protegidos… Las normas se construyen y se irán aprendiendo e internalizando con el tiempo y con buenos modelos.
Vivimos una época donde prima la inmediatez, lo impostergable, la satisfacción inmediata. ¡Los niños quieren todo y ya! Es, en primera instancia, con los padres y en familia, y luego en la escuela en donde tendrán que aprender a tolerar la frustración, a respetar las normas y a entender que la “transgresión” tiene consecuencias dentro de las pautas sociales.
Los niños van a aprender de sus padres esa tolerancia al recibir el “NO” cuando creen que así debe ser, con el cuidado y la contención que allí encuentran. La escuela y la vida los enfrentará a múltiples situaciones que implican “tiempos de espera”, “tolerancia” y “frustraciones”. Nuevamente familia y escuela tenemos la función de instrumentarlos y darles recursos para abordar esas situaciones
Si se le enseña a respetar las pequeñas cosas irá aprendiendo a respetar su entorno y a las personas que le rodean. Lo que se sanciona es una conducta inadecuada. La conducta es “mala”, no la persona.
Se puede negociar con ellos, pero con la norma no se negocia. Si los niños perciben las dudas “sabrán” que podrán cuestionarlos e incluso intentar transgredirlos. Es importante que se cumpla lo enunciado para que la palabra del adulto no pierda credibilidad.
El niño necesita el límite para vivir en sociedad, pero también necesita el elogio, el reconocimiento de sus buenas acciones y que resalten lo positivo.
Es tan perjudicial la falta de límites (que genera niños tiranos, que hacen lo que desean), como el exceso (que genera niños con miedo, inhibiciones y bronca). El límite con gritos o violencia genera niños con bronca, impotencia y miedo.
Nuestra intervención, a modo general apunta a generar, fomentar y acompañar a los niños en el proceso de construcción de las normas, pautas y límites institucionales, para que aprendan a autorregular sus propias conductas, pero también a darles la posibilidad de “Reparar” una acción. Esta, es una manera de que los niños se responsabilicen de sus actos, reconozcan que sus acciones pueden afectar a los otros y las corrija si es necesario.