A mediados de la década de 1980, cuando el mundo estaba aterrado por la falla nuclear de Chernobyl y los temores de un Armagedón nuclear, Mordehai Vanunu decidió dar la voz de alarma o —dependiendo del punto de vista— convertirse en un traidor.
Vanunu, ex técnico de las instalaciones nucleares israelíes en Dimona, confirmó al mundo en 1986 lo que hasta entonces había sido un secreto estrechamente guardado: Israel tenía armas nucleares. La revelación sacudió las capitales del planeta y dio nueva forma al panorama político del Oriente Medio.
En represalia, Israel montó una operación digna de una obra de ficción de espionaje. Una rubia nacida en EE.UU., que trabajaba para el servicio de inteligencia israelí, atrajo a Vanunu, que estaba en Londres, a Roma, donde fue secuestrado y enviado de regreso a Israel. Allí, en un juicio secreto, Vanunu fue declarado culpable de traición y condenado a 18 años de cárcel.
Vanunu será hoy puesto en libertad. No obstante, mucho después de que la existencia de las armas nucleares de Israel ha sido aceptada mundialmente, el científico todavía inspira desconfianza en Israel.
Temerosas de que Vanunu pueda encabezar una campaña para que Israel desmantele su programa nuclear —especialmente ahora, cuando el mundo está enfocado en el tema de las armas de destrucción masiva— las autoridades israelíes establecieron que Vanunu deberá ahora someterse a severas restricciones sobre sus movimientos, declaraciones de cualquier tipo y relaciones. El científico —ahora convertido al cristianismo— tampoco podrá salir de Israel y tampoco acercarse a un aeropuerto o a las fronteras.
Nacido en Marruecos en 1954, su familia judía ortodoxa emigró a Israel cuando él tenía nueve años. Vanunu estudió física y filosofía y fue contratado en la planta de Dimona, donde todos estaban obligados a firmar un contrato en el que se les prohibía hablar sobre su trabajo. Fue esa cláusula lo que permitió luego enjuiciar a Vanunu por traición.
Antes de ser dado de baja de la planta en 1984, durante una ronda de reducción de personal, Vanunu pasó horas fotografiando diferentes sectores del complejo, incluyendo algunos que se habían mantenido ocultos a los inspectores estadounidenses durante la única inspección que Israel permitió a observadores extranjeros en la década de 1960.
Después, abandonó el país con una mochila al hombro y las fotografías sin revelar, para irse a unas largas vacaciones. Cuando llegó a Australia en 1986, encontró a un grupo de pacifistas, que supieron reconocer una buena noticia cuando Vanunu les dijo lo que tenía en sus fotos.
Las fotografías, junto con el conocimiento técnico de Vanunu del programa de enriquecimiento de uranio, proporcionaron pruebas suficientes para que el Sunday Times de Londres decidiera publicar el artículo, que ellos llamaron la mayor primicia noticiosa desde Watergate. El Times también arregló un contrato por 100.000 dólares para que Vanunu escribiera un libro.
El programa nuclear de Israel data de los años 50, cuando los franceses vendieron reactores al joven Estado. El programa, sin embargo, pasó rápidamente de fines pacíficos a fines militares, porque la idea dominante de Israel era que sus ciudadanos, muchos de ellos sobrevivientes del Holocausto nazi, necesitaban contar con la máxima protección.
Israel mantuvo en secreto el programa, argumentando que era el mejor disuasivo para los países que lo rodeaban, como Irak, Libia e Irán, quienes en los años 80 se disputaban tanto la bomba como la destrucción del Estado judío.
El Mossad, la agencia israelí de espionaje, supo que la historia de Vanunu iba a ser publicada en Londres. Al recibir la encomienda de silenciarlo antes de que esto ocurriera, hizo que una agente lo atrajera hacia lo que, en la jerga de la Guerra Fría que imperaba entonces, era llamada una «trampa de miel».
La agente, que se hacía llamar Cindy, entabló una relación con el potencial delator mientras él esperaba que el periódico verificara los datos de su historia. Después de pasar algún tiempo juntos en Londres, ella lo atrajo a Roma, donde Vanunu fue drogado, secuestrado y llevado a Israel a bordo de una nave militar disfrazada como barco mercante.
El trabajo de la agencia de espionaje, sin embargo, se llevó a cabo demasiado tarde. El Sunday Times publicó el material de Vanunu el 5 de octubre de 1986, mientras el técnico nuclear estaba ya bajo custodia del Mossad.
La historia de Vanunu puso fin al secreto nuclear de Israel, y fotos de satélite de Dimona obtenidas por el satélite Ikonos de Space Imaging Corp., de EE.UU., y publicadas en el sitio en la Red de la Federación de Científicos Estadounidenses en agosto de 2000, eliminaron cualquier duda acerca de su veracidad.
En Israel corre hoy el rumor de que Vanunu podría haber sido víctima de una manipulación del Mossad. Dicen que ellos habían permitido al científico divulgar los secretos con la intención de que —de una manera no oficial— los países árabes sepan del poderío atómico israelí.