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AJN.- Una de las historias menos conocidas sobre el Holocausto es el papel que desempeñaron los "pueblos jóvenes" de Israel, donde los hogar escuela se convirtieron en un lugar de refugio para los niños que lograron escapar de Europa.
Originalmente se trató de un "hogar lejos del hogar" para los niños cuyas familias los enviaron a participar en un nuevo concepto de educación sionista a finales de 1930.
Aquellas aldeas se transformaron en el único hogar para muchos niños cuyas familias fueron destruidas por los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y sus compañeros de estudios y personal docente pasaban a ser sus nuevas familias.
Uno de los jóvenes refugiados que salió de Alemania fue Abraham Bar-Ezer, un graduado de la escuela religiosa de la aldea Kfar Jasidim, en el Valle Zevulun, en el norte de Israel.
La escuela se creó para educar a los jóvenes judíos que llegaban a la región procedentes de Alemania y Europa cuyos padres no querían o no podían dejar sus países de origen.
Los judíos de Alemania que estaban atentos al avance del nazismo en Europa comenzaron a enviar a sus hijos al actual territorio israelí para comenzar a aprender agricultura.
A medida que más personas expresaron su interés en salir de Alemania, los países de Europa Occidental y América del Norte endurecieron sus requisitos migratorios.
Gran Bretaña también impuso un límite estricto sobre el número de inmigrantes alemanes (es decir, judíos) que se permitiría emigrar a lo que se llamaba Palestina.
Entre los requisitos establecidos para los inmigrantes que llegaban a Gran Bretaña para tener derecho a un certificado de la inmigración debían contar con un mínimo de 1.000 libras esterlinas, una condición casi imposible de cumplir en la década de 1930, cuando los alemanes se habían apoderado ya de la mayor parte de los activos de los judíos.
El pueblo de Kfar Jasidim se estableció en 1937, y poco después, Bar-Ezer y cerca de tres docenas de jóvenes llegaron a la región después de haber recibido los certificados de inmigrantes que les permita salir de Alemania.
"Es difícil salir de casa, pero yo estaba muy emocionado de ir a Israel", dijo Bar-Ezer en una entrevista realizada por Arutz Sheva.
Luego de perder a su padre y muy cerca de desaparecer su madre, Bar-Ezer con solo 10 años se dispuso a iniciar una nueva vida en Israel.
Bar-Ezer estudió matemáticas y los idiomas habituales, y recibió entrenamiento en las artes agrícolas (en la actualidad cría pollos en la aldea de Kfar Jasidim, junto con su hijo y nieto).
Se mantuvo en contacto frecuente con su madre hasta 1941, cuando de repente perdió el contacto con ella.
"No fui el único, muchos de otros alumnos que habíamos llegado de Alemania perdimos contacto con nuestros familiares, sólo un pequeño número de padres fue capaz de salir de Europa y llegar a Israel", dijo.
Todavía en su adolescencia, en una nueva tierra, sin parientes, hubiera sido comprensible que Bar-Ezer haya terminado víctima de la depresión y la desesperación.
"Yo había perdido mi familia, pero he encontrado una nueva, en n pueblo joven", dijo. "Las experiencias que todos compartimos nos convirtió a los inmigrantes en una verdadera familia", agregó.
Las aventuras Bar-Ezer podrían llenar un libro -en realidad, tres libros-, este hombre que llegó muy chico a Israel escribió un libro dedicado a su difunta esposa y dos volúmenes de memorias.
A menudo habla a los estudiantes a quienes relata su largo camino a Israel. "Ellos están fascinados al oír la historia. La generación joven es buena, con niños como estos, yo no estoy preocupado por el futuro", agregó, por último, el sobreviviente de la Shoá.