La figura responsable del más reciente escándalo religioso en Israel es un adolescente británico de anteojos dotado con poderes mágicos, mundialmente famoso y completamente ficticio.
El lanzamiento simultáneo de «Harry Potter and the Deathly Hallows», el séptimo y último libro de la popular serie sobre el aprendiz de mago, cae en Israel a las 2:01 a.m. del sábado, el sabat judío, cuando la ley local exige que la mayoría de los negocios estén cerrados.
Con miles de israelíes clamando por un ejemplar de «Deathly Hallows», muchas librerías planean lanzar el libro a tiempo de cualquier modo. Eso ha generado críticas de los legisladores ortodoxos incluido el ministro de Comercio Eli Yishai, quien amenazó con multar a cualquier negocio que abra sus puertas el sábado.
«La ley israelí prohibe que los negocios obliguen a sus empleados a trabajar en el sabat y eso aplica también en este caso.
El ministro multará y procesará a cualquier negocio que viole la ley», declaró Roei Lachmanovich, un vocero de Yishai, del partido judío ultraortodoxo Shas.
Avraham Ravitz, del partido Judaísmo Tora Unida, acribilló los libros de Potter por sus «mensajes defectuosos».
«No tenemos que arrastrarnos como monos detrás del mundo con esta subcultura, y ciertamente no mientras violemos nuestro sagrado Sabat», dijo Ravitz en un comunicado.
Steimatzky, la mayor cadena de librerías en Israel, tiene programada una gala en Tel Aviv que empezaría el viernes por la noche con motivo del lanzamiento, y no tiene planes de cambiarla, dijo la vocera Alona Zamir.
«Debemos, según nuestro acuerdo con la editorial del libro, lanzarlo al mismo tiempo que el resto del mundo», indicó Zamir.
La cadena ya ha recibido por anticipado decenas de miles de órdenes de «Deathly Hallows» en inglés, pues la versión en hebreo saldría a finales de año, añadió.
Los libros de Potter han vendido más de 325 millones de ejemplares alrededor del mundo, han sido traducidos a por lo menos 64 idiomas y han traspasado al cine con grandes éxitos de taquilla.
La autora de la serie, la inglesa J.K. Rowling, ha adelantado que dos de los personajes principales morirán en su última novela.