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Una vieja fabrica en territorios del dictador Josef Stalin convertida en escuela para jóvenes judíos

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Reabrirá sus puertas el año que viene en forma de escuela para jóvenes judíos, a medida que la región que lleva su nombre lentamente redescubre una identidad cultural, confundida por décadas de dominio moscovita.

Birobidzhan, la capital de la Región Judía Autónoma que bordea la frontera con China, saluda a sus arribos en su estación de trenes siete husos horarios al este de Moscú, con carteles en Yiddish y una gran menorah decorativa.

No obstante el plato ‘estilo Birobidzhan’ en el menú de un restaurante local es chuletas de cerdo. Los judíos en la ciudad son superados en número por 20 a uno y hasta hace tres años ni siquiera había una sinagoga.

Ene 1928 Stalin creó una patria judía en el margen pantanoso y lleno de mosquitos, como parte de una política en la que cada grupo nacional en la Unión Soviética tendría su propio territorio.

Seis años más tarde, se le concedió a la zona el estatus de «oblast,» o región, autónoma.

Pero para fines de la década de 1930 dos tercios de los 40.000 colonos originales se habían ido.

A pesar de la enorme distancia que hay entre Moscú y Birobidzhan, esta última no estuvo lo suficientemente lejos como para protegerla de las purgas de Stalin, cuando la mayoría de los líderes locales fueron fusilados y las escuelas religiosas clausuradas.

Después de la escisión de la Unión Soviética, 12.000 judíos se fueron a Israel, Europa y Estados Unidos. Algunos ahora están regresando.

«Hoy en día, por cuarto año consecutivo, hay más judíos viniendo que yéndose,» dijo Valery Gurevich, vicegobernador de la región e hijo de colonos judíos originales.

NUEVA SINAGOGA

Mordechay Shayner, un padre israelí de seis hijos, ha sido el rabino de Birobidzhan durante los últimos cinco años. Hasta que la sinagoga de la ciudad abrió en el 2004, los servicios y los grupos de estudio se llevaban a cabo en su departamento.

La sinagoga anterior se quemó en 1956. Textos religiosos chamuscados rescatados del incendio son preservados en un pequeño museo en el edificio de hoy en día, junto con viejas fotografías y una lista negra de la KGB de aquellos que concurrían a la sinagoga original.

«Mis padres nacieron en Rusia, de modo que sé cómo era. La gente tenía miedo de pensar,» dice Shayner de 35 años, con una gruesa barba negra y vistiendo una yarmulka, en un acentuado ruso.

La Federación de Comunidades Judías de Rusia estima que el número de hebreos en Rusia es de aproximadamente 1,0 millón, o el 0,7 por ciento de sus 143 millones de habitantes.

Shayner dice que hay 4.000 judíos en Birobidzhan, poco más del 5,0 por ciento de la población de 75.000 personas de la ciudad.

«No es un porcentaje pequeño, pero la gente espera que sea mayor dado el nombre de la región,» dice él. «La región es llamada ‘Judía’ pero nunca ha sido particularmente religiosa.»

Shayner estudió en el mismo instituto en Estados Unidos que Berl Lazar, uno de los dos más altos rabinos en Rusia. Desde que fue invitado a ocupar su puesto por Lazar, ha visto un incremento gradual en los asistentes a la sinagoga.

Hasta 30 personas se congregan tres veces por semana en el edificio, ubicado en el centro de la ciudad de torres de departamentos y calles arboladas.

Shayner también está montando una conexión internet que les permita a los habitantes enviar pedidos por e-mail directamente al muro de los lamentos en Jerusalén.

Entre 90 y 100 alumnos se han inscrito para la nueva escuela, que está siendo financiada por benefactores rusos y extranjeros.

VIVIENDO AL ESTILO JUDIO

La Región Judía Autónoma, una zona del tamaño de Taiwán y hogar de 185.000 personas, extrae gran parte de su ingreso del comercio transfronterizo con China.

Pero la tradición judía es preservada en los negocios. Una cadena de tiendas se llama ‘Tzimmes’, en honor a un plato dulce judío que contiene frutas, vegetales y a menudo carne.

Shayner dice que no hay una sola razón por la que la gente está regresando a Rusia, si bien juegan un papel el desencanto con la vida en el extranjero y un deseo por volver a las raíces familiares.

«Conozco una familia que vivió en Israel durante 13 años y ha regresado,» dijo. Gurevich, el vicegobernador, cree que es imposible dar un cálculo preciso de la población judía en la región hoy en día.

«Una vez se dijo que una de cada cuatro personas era judía. Es menos que eso ahora, pero es difícil decir cuántos judíos hay, porque hay muchos matrimonios judíos,» agregól

Gurevich cuenta una anécdota para ilustrar que algunos residentes ni siquiera están al tanto de que son judíos.

«Le pregunté a un tipo si era judío. Me dijo que no, pero que su madre sí lo era. ‘¡Eso significa que eres judío también!’ le dije. Puede que la gente no sea judía, pero llevan un estilo de vida judío,» afirmó.

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