Un acto por demás solemne y emotivo para recordar a los 6.000.000 de muertos por el exterminio nazi terminó ayer con una silbatina inesperada para el orador invitado: el presidente Néstor Kirchner.
Fue en la ceremonia que organizó la Delegación de Asociaciones Israelitas de la Argentina (DAIA), por el Día del Holocausto, en un auditorio del barrio de Belgrano colmado, que contó con la presencia de tres ministros; el vicepresidente de la Nación, Daniel Scioli, y del jefe de gobierno porteño, Jorge Telerman.
Cuando a mitad del acto se apagaron las luces y el silencio dejaba en evidencia la espera del público a la demora del Presidente, una locutora anunció que Kirchner estaba a punto de arribar. Sólo la mención del nombre del primer mandatario alcanzó para que un grupo reducido ubicado en la parte posterior del lugar silbara inesperadamente al jefe del Estado. El auditorio reaccionó unos segundos después con aplausos, como para minimizar la reacción negativa, que ya había causado estupor en algunas de las autoridades que aguardaban en las primeras filas.
Una vez en el escenario, el Presidente optó entonces por salirse del discurso que tenía escrito. Fue únicamente para dejar en claro que su gobierno no tenía una posición intermedia en la disputa entre Israel e Irán. «No tengo un pie en cada lado para tratar de quedar bien», advirtió.
Lo dijo exclusivamente en respuesta a Alejandro Arcuschin, representante del Consejo Juvenil Sionista, que le enrostró, minutos antes y en su ausencia, «claridad» en el mensaje. «No podemos jugar a dos puntas», dijo el joven en referencia a las declaraciones del presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, que pidió «borrar del mapa» a Israel y dijo que el Holocausto había sido un mito.
«El hermano Estado de Israel existe, el Holocausto existió y los atentados que tuvimos en la Argentina también existieron», arremetió el Presidente. «Lo digo a todo el mundo», siguió, como para que no quedaran dudas. No alcanzó tampoco y nuevamente volvieron del mismo sector del auditorio los silbidos.
Mensaje de apoyo
El mensaje de Kirchner a la comunidad judía fue, no obstante, de fuerte apoyo. Pidió, fundamentalmente, «tener memoria».
No dejó de lado, tampoco, el recuerdo al atentado a la embajada de Israel y a la AMIA y pidió, otra vez, celeridad a la Justicia.
«Por sendas cuestiones políticas se buscó taponar la verdad», sostuvo el Presidente. Y ratificó: «Estamos luchando para encontrar la verdad. Tengan la certeza y el compromiso indeclinable de que estamos trabajando junto a ustedes», agregó.
De cerca lo miraban los tres ministros del gabinete nacional que lo acompañaron: el de Justicia, Alberto Iribarne; el de Interior, Aníbal Fernández, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini.
El Presidente llegó a las 21.15 a un acto que comenzó una hora antes. Entró por el costado del escenario con sus ministros y se chocó con uno de los maniquíes del decorado.
Luego bajó, saludó a las autoridades y protagonizó la perlita de la noche que muchos se perdieron: es que primero se sentó al lado de Scioli, cegado por los flashes de los fotógrafos. Sólo cuatro minutos después miró a su derecha, vio a Telerman, ambos se rieron y nos les quedó otra. Kirchner y Telerman se pararon y se dieron un fuerte abrazo.
En el acto hablaron también el embajador de Israel, Rafael Eldad, el titular de la DAIA, Aldo Donzi, y el presidente de la Asociación de Sobrevivientes de la Persecución Nazi, Francisco Wrichter.
La ceremonia, que por momentos fue muy dura por el recuerdo de los muertos, tuvo representaciones teatrales y la participación del cantante Juan Carlos Baglietto.
Por Mariana Verón
De la Redacción de LA NACION