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Dolor al recordar el Holocausto

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Hace hoy 63 años, un pequeño grupo encabezado por Malek Alter y Mordechai Anilewicz con apenas un puñado de armas cortas se levantó contra la máquina militar nazi, en lo que constituyó la primera sublevación civil contra la ocupación alemana en Europa.

El día del alzamiento, el 19 de abril de 1943, de los 300.000 judíos que habían sido obligados a hacinarse en el gueto, sólo quedaban menos de 30.000. Unos 240.000 habían sido deportados a campos de exterminio durante los ocho meses previos, y el resto había ido pereciendo de inanicióno víctimas de enfermedades que no eran tratadas por falta de medicamentos.

La «resistencia» polaca se negó sistemáticamente a proveer de armamento a los judíos que planeaban el alzamiento, así como a coordinar acciones conjuntas. Ante la evidencia de que el exterminio era inevitable, un grupo de jóvenes organizó y protagonizó la revuelta; los partisanos -entonando un himno compuesto por uno de ellos, cuyo leitmotiv era «Nunca digas que estás transitando el último camino»- resistieron nueve días los embates de las fuerzas nazis, hasta que el gobernador general de Polonia, Otto Frank, dispuso que aviones de la Lufwaffe bombardearan el gueto hasta que no quedara piedra sobre piedra.

La última carta firmada por Anielewicz y fechada el 23 de abril de 1943 relata con orgullo que «dos veces hemos hecho huir a los nazis del gueto. Siento que lo que nos hemos animado a hacer es de enorme importancia. (…) Es imposible describir las condiciones en las que viven hoy los judíos del gueto. Sólo unos pocos resisten y los demás morirán tarde o temprano. Su destino está decidido. (…) El sueño de mi vida se ha realizado: la autodefensa en el gueto es una realidad, lo mismo que la resistencia armada de los judíos. He sido testigo de una magnífica, heroica lucha de judíos en batalla».

Estas dos últimas noches de Pesaj recuerdan justamente el momento en que el pueblo de Israel, conducido por Moisés, se enfrenta a la disyuntiva de perecer bajo las armas del ejército del faraón o internarse en el Mar Rojo que -según les asegura su líder- se abrirá para dejarlos pasar.

El episodio es conocido, y está en el Antiguo Testamento. Lo que no se recuerda a menudo es que los israelitas entraron al mar, que sólo se abrió cuando tenían el agua al cuello.

La fe que animó a esos judíos se transmitió a los jóvenes de Anielewicz (a pesar de que la mayoría de la tropa era agnóstica o directamente comunistas), y su ejemplo sirvió no sólo para otros alzamientos sino para sentar las bases del moderno Estado judío.
AMb Financiero

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