Los candidatos eran Itamar Herman y Amir Peled, quienes durante muchísimos años fueron amigos, aliados y trabajaron juntos hasta que cada cual hizo su camino y decidieron enfrentarse en una elección. En noviembre había habido un congreso de la Confederación Latinoamericana (Macabi –CLAM-) en Bogotá (Colombia) y el 85-90 por ciento de los países se había encolumnado detrás de Amir; en Europa la cosa era mucho más peleada… Faltando un mes y en función de cómo venían los apoyos, Itamar se retiró. Tuvo un muy buen criterio porque si se llegaba al final de la historia, ese enfrentamiento iba a provocar gente dañada y una ruptura en el movimiento.
Al "bajarse" la lista un mes antes, de alguna manera se pudo consensuar que algunas personas participaran en la conducción. Con relación a la Diáspora, había un presidente, que era finlandés (Leo Dan Bensky), y tres vices: uno por Norteamérica (Toni Wolfman), uno por Australia (Tom Goldman) y otro por América Latina, que era yo. Nadie tenía objeciones para que el primero fuese reelecto, pero desgraciadamente tiene a su esposa enferma y, dado el tratamiento que tiene que hacer, decidió estar cerca de ella. Cuando nadie se lo imaginaba, mandó una carta diciendo que no iba a poder cumplir con su función. Ahí se desató una competencia y se anotaron 20 candidatos a presidente en 24 horas.
Por suerte surgió una figura que fue descollante y les ganó a todas las demás sin objeciones, que fue Jack Terpins, de Brasil, que había sido presidente del Congreso Judío Latinoamericano y todavía es vice del Mundial. Un estadista simpático, que tiene una experiencia comunitaria absoluta y contactos con todos los presidentes del mundo. Todo lo que se necesita para hacer relaciones públicas, que es gran parte del trabajo del presidente. Cuando quedó como candidato indiscutible, la vicepresidencia de América Latina tenía que ser cedida e inmediatamente renuncié a mi postulación, dado que su figura iba a ser una contribución muy importante para el movimiento
y de ninguna manera quería ser un escollo.Entonces, así quedó conformada una elección que iba a ser reñida y luego se resolvió muy rápidamente, con una lista única para ambos puestos. Se hizo por aclamación y Peled me honró con la posibilidad de ser chairman del Departamento de Educación, que es una tarea sumamente importante porque la educación no formal es fundamental en Macabi Mundial, que incluye a 450.000 afiliados reales de 80 países. Creo que es la organización más importante en la Diáspora.
Es un desafío tremendo, trabajando codo a codo con el rabino (argentino-israelí Carlos) Tapiero, que es el profesional a cargo. Ahora no me tengo que ocupar solamente de América Latina, como cuando fui secretario (general) de CLAM con Víctor Vaisman (como presidente), sino que la labor es mundial. Hay nuevas comunidades que están floreciendo, sobre todo en Europa Oriental -Polonia, Hungría- y es ahí donde tenemos que poner el foco de la continuidad.