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Jabad: La peor violencia es la indiferencia y la segregación

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Itongadol.- El 15 de junio es el día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez y desde el Programa de Adultos Mayores Javaiade La Fundación de Acción Social de Jabad nos pareció una buena oportunidad para hablar sobre lo que hacemos para abordarlas problemáticas más frecuentes en la vejez.

Hablar de la Vejez resulta un tema cada vez más importante si consideramos que la expectativa de vida crece año a año a nivel mundial. En la actualidad, el promedio de expectativa de vida en Argentina es de 76.3 años, (según datos de la Organización Mundial de la Salud), lo que nos ubica en el décimo puesto entre los países de América. Algunos informes incluso plantean que para 2050, habrá más cantidad de población mayor de 60 que niños.

El envejecimiento poblacional es un tema que nos involucra a todos, nos guste o no: en primer lugar, porque en el mejor de los casos nosotros también llegaremos a viejos, al igual que nuestros seres queridos; en segundo lugar, porque esta cuestión incide de manera directa en las distintas esferas que hacen a la vida social, económica, de salud y política.

Muchos especialistas alertan sobre la poca importancia en la agenda política que se le da a este tema y llaman a ponerlo en la mesa de debate. Sin duda, es necesario crear más políticas públicas que den respuestas a las diversas problemáticas que hoy deben enfrentar los adultos mayores y sus familias.
Sobre todo, cuando las problemáticas vinculadas con la vejez se asocian con la pobreza o simplemente con recursos insuficientes para que la persona pueda llevar una vida autónoma.

Desde la Fundación de Acción Social de Jabad, hace más de diez años que venimos trabajando con personas mayores. En nuestro caso se repite el fenómeno general: más del 60% de la población usuaria de los programas es mayor de 60.

Desarrollamos dos grandes dispositivos de trabajo orientados a personas mayores: por un lado, trabajamos desde el abordaje de las problemáticas sociales relativas a la persona o grupo familiar y por otro, llevamos adelante un amplio programa de actividades de integración.

Partimos de la premisa de que toda persona es un “sujeto de derecho” y que los adultos mayores como tales no deben estar privados ni discriminados por su edad: por el contrario, debemos atender algunos aspectos en particular.

La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores lo dice muy claramente: “Resaltando que la persona mayor tiene los mismos derechos humanos y libertades fundamentales que otras personas, y que estos derechos, incluido el de no verse sometida a discriminación fundada en la edad ni a ningún tipo de violencia, dimanan de la dignidad y la igualdad que son inherentes a todo ser humano”, y luego agrega: “Reconociendo que la persona, a medida que envejece, debe seguir disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, con salud, seguridad, integración y participación activa en las esferas económica, social, cultural y política de sus sociedades”.

Apoyados en estas premisas, día a día trabajamos para acompañar a los adultos en situación de mayor vulnerabilidad social con prestaciones alimentarias, habitacionales, acompañando en la gestión de trámites que garanticen la vigencia de sus derechos, intermediando familiarmente cuando las relaciones son disfuncionales, incluyendo una cuidadora domiciliaria cuando la persona ya no puede realizar sus tareas diarias con autonomía y acompañándola cuando ya no quedan alternativas en procesos de internación geriátrica, por mencionar solo algunas de las acciones.

Desde el plano de la integración, desarrollamos talleres multidisciplinarios, abiertos a toda la comunidad, porque sabemos que la soledad y la falta de propuestas culturales dirigidas no es solo un problema de los que menos tienen dinero. Semanalmente, brindamos talleres de rikudím, yoga, arte, computación, reflexión, shiurím, desayunos temáticos y salidas culturales.

Ofertamos espacios para que las personas se encuentren, compartan, aprendan. Porque estamos convencidos de que cuando se promueven espacios así, la edad pasa a un segundo plano y lo que descubrimos y confirmamos cotidianamente es que el deseo no tiene edad. Por eso surgen amistades, retornan intereses olvidados, se inician nuevos amores.

Que se haya establecido una fecha simbólica para tomar conciencia del maltrato y abuso del que son víctimas tantos adultos mayores es una oportunidad para todos. Porque la violencia no comienza ni termina en un grito o un golpe. La peor violencia es la indiferencia y la segregación. Somos una sociedad que tiene mucho trabajo por realizar en relación con los prejuicios que existen en torno a la vejez y que grandes autores definieron como “viejismo”.

La falta de algunas políticas públicas más inclusivas y pensadas en función de las demandas específicas que tienen los adultos y sus familias ya no son asuntos que deban ni puedan resolverse solamente dentro del ámbito familiar, porque se tornan imposibles. Frente al aumento exponencial de la expectativa de vida, pasan a ser un asunto de estado donde todos y, fundamentalmente las organizaciones del tercer sector, tenemos mucho para aportar. Por eso aquí estamos, recordando esta fecha, y haciendo día a día lo que tenemos y nos gusta hacer.

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