Itongadol/AJN.- La cifra de muertos por explosiones de bombas gemelas que impactaron ayer en cruces en la capital de Somalia, Mogadishu, aumentó a al menos 215 y más de 350 heridos. Este hecho se convirtió en uno de los ataques más mortíferos desde que comenzó la insurgencia islamista en 2007.
El ataque al hotel Safari y un concurrido mercado de la ciudad es el peor que ha vivido Mogadiscio en tres décadas y causó un número aún indeterminado de heridos que puede provocar que la cifra de muertes aumente aún más en las próximas horas.
El presidente Mohamed Abdullahi Farmaajo declaró tres días de duelo nacional y pidió donaciones de sangre y fondos a las víctimas del ataque del sábado. El Gobierno, que convocó una reunión de emergencia para reaccionar al atentado, desplegó más tropas para tratar de encontrar supervivientes.
Sin embargo, algunos de los edificios de la principal calle comercial de Mogadiscio quedaron totalmente destruidos por las explosiones y se teme que haya cadáveres bajo los escombros, pues muchos habitantes de la ciudad siguen buscando a sus seres queridos desaparecidos tras el ataque.
La policía expresó que una bomba de camión explotó frente a un hotel en la intersección K5 que está llena de oficinas gubernamentales, restaurantes y quioscos, que aplasta varios edificios y prende docenas de vehículos en llamas. Dos horas más tarde, otra explosión impactó el distrito de la capital, Medina.
El domingo, la policía y los trabajadores de emergencia registraron los escombros de los edificios destruidos. También recuperaron docenas de cadáveres la noche anterior, la mayoría de los cuales fueron carbonizados más allá del reconocimiento.
Cientos de personas llegaron al cruce en busca de familiares desaparecidos y la policía acordonó el área por razones de seguridad.
Los expertos aseguran que los terroristas de Al Shabab planearon este atentado debido a la debilidad de un Ejecutivo dividido por los conflictos internos que no consigue establecer una relación cercana con los jefes del Ejército, razón por la que el ministro de Defensa, Abirashiid Abdullahi Mohamed, dimitió el pasado jueves.
El grupo está librando una insurgencia contra el gobierno respaldado por la ONU y sus aliados de la Unión Africana en un intento por derrocar a la administración débil e imponer su propia interpretación estricta del Islam.
La organización terrorista, que se afilió en 2012 a la red internacional de Al Qaeda, controla parte del territorio en el centro y el sur del país y aspira a instaurar un Estado islámico de corte wahabí en Somalia.
Este país del este de África vive en un estado de guerra y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, lo que dejó al país sin un gobierno efectivo y en manos de milicias radicales islámicas, señores de la guerra que responden a los intereses de un clan determinado y bandas de delincuentes armados.